Gareth Bale necesitaba un psicólogo y lo encuentra en el Santiago Bernabéu

Gareth Bale ya no tendrá que pasar por el diván del psicólogo. La terapia que necesitaba el galés la recibió en el verde y con 80.000 testigos. Necesitaba confianza, tranquilidad, sentirse importante y querido dentro de un grupo al que cuesta reconocer al recién llegado. Pues bien, Bale volvió y lo hizo mostrando dosis de confianza y ganas. Las dudas empezaron a desaparecer a los seis minutos, justo cuando se fabricó el primer gol del partido, para evaporarse poco después, cuando fue capaz de asistir a Benzema.

Sin la velocidad y potencia que se le vio en la Premier en los dos últimos años y en algunos partidos con el Real Madrid, el galés se mostró y rompió con la timidez de los dos últimos meses. Más participativo que en sus últimos partidos de blanco, Bale necesitaba un partido así, un tratamiento de choque para olvidar sus miedos y, sobre todos, sus problemas físicos que aparecieron cuando mejor estaba en su etapa como madridista.

El pasado 17 de diciembre la vida de Gareth Bale cambió por completo y ahora espera que el 8 de febrero signifique el adiós a esas dudas. Una acción en un entrenamiento terminó con el galés en el suelo retorciéndose de dolor. Un involuntario golpe en el gemelo izquierdo como consecuencia de una entrada de Arbeloa, ha llevado al fichaje del verano a dudar de todo lo que le rodea, empezando por su cuerpo. Lo peor para el madridista es que la lesión le llegó cuando estaba empezando a justificar su fichaje, con buen fútbol y goles. A partir de ese momento, se hizo la oscuridad y el galés se volvió solitario y desconfiado.

Los dirigentes blancos, con Florentino Pérez a la cabeza, han querido extremar la precaución con el ex del Tottenham. Al máximo. Ya entendieron que hubo cierta precipitación en su estreno como madridista, precisamente ante el Villarreal, y ahora han insistido en esa cautela que Ancelotti se resistía anunciando su titularidad con adelanto y que tuvo que parar porque el propio galés se lo pidió. Tal y como informó 'Estudio Estadio' el pasado miércoles, su ausencia ante el Atlético llegó a petición propia. No estaba caliente ciento por ciento. El sábado se sentió seguro, confiado y por eso dio el ok al técnico. Regresó y lo hizo para ser decisivo.

Bale tenía un problema y ese pasa por la ausencia de confianza. El gemelo le seguía molestando. La presión le estaba pasando factura. Lo que parecía que estaba siendo una rápida adaptación se había convertido en un paulatino alejamiento del resto de compañeros. Apenas habla en el vestuario y algunos de los jugadores comentaron que se quedaron muy sorprendidos con su precipitado adiós a la concentración previa a la semifinal de Copa. Por eso, los dirigentes confían que el partido ante el Villarreal suponga el bálsamo que cure todos sus males.