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El deportista a seguir | El niño que tenía las zapatillas rotas al que se rifa media Europa
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EL ATLETA DEL MOMENTO

El deportista a seguir | El niño que tenía las zapatillas rotas al que se rifa media Europa

Un espacio en el que destacaremos a ese deportista con menos nombre, pero que lo tiene todo para ocupar grandes titulares y que queda eclipsado por las estrellas de (casi) siempre

Foto: Victor Osimhen celebra un gol con el Nápoles. (EFE/EPA/Serena Campanini)
Victor Osimhen celebra un gol con el Nápoles. (EFE/EPA/Serena Campanini)

En el fútbol, y en el deporte en general, existen dos tipos de atletas: los elegidos, aquellos que cuentan con todas las cualidades para llegar al más alto nivel casi por imperativo divino; y los trabajadores, esos luchadores que están obligados a esforzarse día día para demostrar que todo lo conseguido no es fruto de la casualidad y sí gracias a su empeño por lograr su gran objetivo. Y las dos sirven para conseguir el mismo resultado: ser deportistas de primer nivel.

En otras ocasiones, ambos elementos confluyen, aunque no siempre se consigue tener el éxito esperado. El factor económico suele tener mucha incidencia y provoca que aquellos jóvenes con menos recursos se vean obligados a multiplicar los esfuerzos por conseguir llegar a lo más alto. Y si encima hablamos de un joven de enorme proyección que ha nacido en un país africano, sus oportunidades de triunfar en el deporte se reducen de manera aún más drástica.

Foto: Mario González celebra un gol con el OH Leuven. (Reuters/Mark Hughes)

Es el caso del deportista de esta semana, un futbolista al que se rifa media Europa que puede presumir de ser el mejor goleador en lo que va de año y el segundo de toda la temporada -solo por detrás de un animal como Erling Haaland- pero que no lo tuvo fácil para conseguir su sueño. Ahora, a sus 24 años, Victor Osimhen está demostrando que es uno de los grandes goleadores del viejo continente y que está llamado a ser uno de los grandes delanteros de la próxima década.

El goleador nigeriano es el gran referente en ataque del Nápoles, un equipo que está haciendo una temporada para enmarcar. La muerte de Maradona, el gran ídolo del equipo partenopei, parece haber dado alas a un conjunto que está haciendo un curso brillante: es líder destacado de la Serie A -con 15 puntos de ventaja, sobre el segundo, el Inter- y tiene pie y medio en los cuartos de Champions tras ganar por 0-2 al Eintracht. Y buena parte de la culpa la tiene un Osimhen que está de dulce.

El nigeriano fue el autor de uno de los goles ante el conjunto alemán, pero lo cierto es que lleva una racha impresionante: suma 10 goles en 2023, acumula 16 tantos en los últimos 14 partidos del Calcio y, en lo que va de temporada, ha logrado 20 dianas y 4 asistencias, que lo convierten en uno de los killers más determinantes de Europa. Pero la vida de Osimhen no siempre fue fácil y desde muy pequeño se vio obligado a sacar lo mejor de sí para conseguir ayudar a su familia.

Nacido en Lagos hace 24 años, solo tenía seis cuando su madre falleció. Unos meses más tarde, su padre se quedaba sin trabajo, lo que le obligó a buscarse las habichuelas para conseguir que a sus siete hermanos no les faltará de nada. Mientras se dedicaba a vender todo aquello de valor que encontraba en la basura y que él mismo reparaba, no perdía la oportunidad de buscar entre los desperdicios algunas zapatillas viejas con las que poder jugar al fútbol, su gran pasión. "A veces, llevaba una zapatilla Nike y otra Reebok, siempre rotas. Era mi hermana quien me las arreglaba para jugar", explicaba en una entrevista a The Independent.

Aquel niño mostraba tanta superioridad jugando en las calles de Lagos que pronto varias academias locales le dieron la oportunidad de seguir formándose en sus instalaciones. Y un conocido del fútbol español, Emmanuel Amunike, no tuvo reparos en convocarle para el mundial sub-17. No solo demostró que era un acierto, sino que sus 10 goles en 7 partidos fueron los que llevaron a Nigeria a convertirse en campeona del mundo. A partir de ahí, una carrera meteórica: Wolfsburgo, Charleroi, Lille y Nápoles, donde en poco más de dos temporadas y media ya se ha convertido en su gran ídolo.

Reconocible por esa máscara con la que juega, después de sufrir casi 30 fracturas tras un choque con el interista Martín Skriniar hace algo más de un año, Victor Osimhen puede presumir de ser el delantero de moda en Europa. Muchos de los grandes clubes del mundo ya se lo rifan, y ese niño, que comenzó jugar al fútbol mientras buscaba zapatillas rotas en la basura ahora es el ídolo de un Nápoles que ha encontrado en el nigeriano la mejor razón para creer que este puede ser el año en que se puede volver a levantar un título.

En el fútbol, y en el deporte en general, existen dos tipos de atletas: los elegidos, aquellos que cuentan con todas las cualidades para llegar al más alto nivel casi por imperativo divino; y los trabajadores, esos luchadores que están obligados a esforzarse día día para demostrar que todo lo conseguido no es fruto de la casualidad y sí gracias a su empeño por lograr su gran objetivo. Y las dos sirven para conseguir el mismo resultado: ser deportistas de primer nivel.

En otras ocasiones, ambos elementos confluyen, aunque no siempre se consigue tener el éxito esperado. El factor económico suele tener mucha incidencia y provoca que aquellos jóvenes con menos recursos se vean obligados a multiplicar los esfuerzos por conseguir llegar a lo más alto. Y si encima hablamos de un joven de enorme proyección que ha nacido en un país africano, sus oportunidades de triunfar en el deporte se reducen de manera aún más drástica.

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