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La selección de fútbol de Siria también se refugia y sueña con estar en el Mundial
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juega en omán y lleva un PLENO DE VICTORIAS

La selección de fútbol de Siria también se refugia y sueña con estar en el Mundial

La guerra ha llevado a muchos jugadores a dejar el país, por seguridad o en señal de protesta. Otros han tomado las armas, como uno que ha jurado lealtad al grupo terrorista del Estado Islámico

Foto: Imagen de un once titular de Siria (FOTO: es.fifa.com)
Imagen de un once titular de Siria (FOTO: es.fifa.com)

Tras un lustro de guerra civil que ha matado a varios cientos de miles y obligado a huir a millones, y que ha partido Siria en tres sirias, su selección de fútbol es lo más parecido a la identidad nacional. El régimen, al que no le queda más que el 30 por ciento de territorio nacional, ha podido mantener a flote el deporte nacional o, mejor dicho, la segunda religión del país. La selección nacional ha sabido sacar pecho y defender a un país que ha dejado de existir como tal. Con su esfuerzo y buena racha podrían hacer cumplir el sueño de clasificarse, por primera vez en su historia, para disputar un Mundial, el de Rusia 2018. De momento, las 'Águilas de Qasioun' llevan tres victorias en otros tantos partidos y van primeros en su grupo (Grupo E), con 9 puntos, 13 goles a favor y ninguno en contra. El próximo 8 de octubre, Siria se enfrentará al favorito de su grupo (Japón) en un partido decisivo que empezará a definir quién de los dos rivales se colocará entre los mejores del mundo.

Debido a las dificultades de la guerra y la inseguridad, la selección siria juega como local en Omán. Por sus buenas relaciones vecinales con Irán (aliado del régimen de Bashar Al Asad) y con Arabia Saudita (aliado de los rebeldes sirios), el pequeño sultanato juega un rol importante en la mediación del conflicto sirio. Aunque el equipo de la selección siria intenta quedar al margen del conflicto sectario y representar al país con jugadores alauíes, suníes y cristianos, la Federación de Fútbol de Siria, sin embargo, sigue sirviendo a los intereses del régimen.

La guerra ha llevado a muchos jugadores profesionales a abandonar el país, por su propia seguridad o en señal de protesta. Firas Al Khatib -considerado como uno de los mejores futbolistas de Siria- se negó a representar al equipo nacional y ahora juega en Qatar, con el club Al Arabi. Lo mismo sucedió con el delantero centro, Omar Al Soma, que fue fichado por el equipo Al Qadsia de Kuwait y desde 2014 juega en Al Ahli de Arabia Saudita.

Futbolistas rumbo a Irak

Otros futbolistas han desertado y tomado las armas. El caso más notorio es el de la estrella Abdul Baset al Sarut. El portero del equipo al Al Karamah (Homs) se convirtió en la voz de las protestas de 2011, y cuando estalló la guerra dejó las botas de fútbol, tomó el kalashnikov y creó su propia milicia, 'La brigada de los Mártires de Al Bayada'. Ahora, ha jurado lealtad al grupo terrorista del Estado Islámico.

Según el experto en fútbol Mohamed Nasir, “más de 200 futbolistas han abandonado el país; la mayoría se han instalado en Irak”. Debido a esto “es muy difícil llevar a todos los jugadores de la selección nacional al mismo campo para realizar los entrenamientos”, insiste. Aunque el deporte se ha visto seriamente afectado por la guerra, se siguen jugando la liga nacional y la regional, aunque esta última en menor escala.

“Antes de la guerra los hinchas del Ittihad (Alepo), Al Wahda (Damasco) y Al Karama (Homs) recorrían de punta a punta el país en autobuses para ver los partidos”, señala a El Confidencial Khaled, un refugiado sirio que vive en Beirut y que estuvo seleccionado en el equipo juvenil del club Wahda, de Damasco. Ahora, los dos únicos estadios que siguen abiertos son el Abbasiyyin Stadium de Damasco y Al Assad Sports City, en Latakia (cuna del presidente Assad).

Sueldos de funcionarios

El Estadio Internacional de Alepo, la mayor instalación deportiva del país, está atrapado en medio de línea de fuego. Khaled comenta que cuando estalló el conflicto, a mediados de 2011, “se suspendieron todos los partidos. Pero después de casi cinco años de guerra los sirios nos hemos acostumbrado y ahora más que nunca el fútbol es nuestra única válvula de escape”.

Además del problema de la falta de infraestructuras deportivas, los jugadores profesionales se enfrentan a la escasez de salarios. En Siria, “los futbolistas cobran un sueldo de funcionarios del Gobierno, por lo que tienen que tener otros trabajos como taxista, panadero o un negocio propio”, explica Khaled.
“El régimen nunca ha promocionado el deporte y la Federación de Fútbol Siria es conocida por sus escándalos de corrupción”, critica el activista sirio. Khaled cuenta como anécdota que en varias ocasiones, la federación “no podía ni comprar los billetes de avión a la selección nacional cuando competían fuera y tuvieron que pagarlos los propios jugadores”.

Precisamente, el hecho de que el futbol no esté considerado un deporte de élite sino popular -sin estar relacionado con el régimen- ha mantenido viva la afición en este país en guerra civil. El fútbol no sólo levanta pasiones en Siria, también revueltas, como el 'levantamiento kurdo' de marzo de 2004. Se trató de una pequeña rebelión que comenzó con una pelea entre hinchas kurdos y árabes en un partido de fútbol en Qamishli (noreste de Siria) y derivó en una reivindicación nacionalista kurda que se extendió a otras localidades del norte del país. Para sofocarla, fue necesaria la intervención de la IV División, comandada por Maher, hermano menor del presidente Bachar Al Assad.

Cánticos futboleros

Desde 1963, en Siria está prohibido cualquier tipo de concurrencia en la calle de más de cuatro personas, detalla Khaled, que añade: “Los partidos de fútbol son el único pretexto para poder reunirse, para poder gritar alto y siempre están fuertemente vigilados por las fuerzas antidisturbios”.

“Gracias a la afición futbolera, los manifestantes supimos cómo organizarnos en las protestas de 2011. Coreábamos las mismas canciones con las que solíamos animar a nuestros equipos. El futbol también nos enseñó a cómo lidiar con las fuerzas antidisturbios”, explica Khaled.

La Coalición Nacional Siria, que funciona como un gobierno transitorio en las áreas liberadas por los rebeldes, tiene también su propia selección de fútbol, asegura Khaled, que considera que, en realidad, es “más un soporte moral para que la oposición tenga un reconocimiento internacional”.

Tras un lustro de guerra civil que ha matado a varios cientos de miles y obligado a huir a millones, y que ha partido Siria en tres sirias, su selección de fútbol es lo más parecido a la identidad nacional. El régimen, al que no le queda más que el 30 por ciento de territorio nacional, ha podido mantener a flote el deporte nacional o, mejor dicho, la segunda religión del país. La selección nacional ha sabido sacar pecho y defender a un país que ha dejado de existir como tal. Con su esfuerzo y buena racha podrían hacer cumplir el sueño de clasificarse, por primera vez en su historia, para disputar un Mundial, el de Rusia 2018. De momento, las 'Águilas de Qasioun' llevan tres victorias en otros tantos partidos y van primeros en su grupo (Grupo E), con 9 puntos, 13 goles a favor y ninguno en contra. El próximo 8 de octubre, Siria se enfrentará al favorito de su grupo (Japón) en un partido decisivo que empezará a definir quién de los dos rivales se colocará entre los mejores del mundo.

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