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Lewandowski quiere poner fin al 'mal del nueve' que sufre Guardiola desde 2008
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Seis delanteros no triunfaron con él

Lewandowski quiere poner fin al 'mal del nueve' que sufre Guardiola desde 2008

Eto'o, Ibrahimović, Bojan, David Villa, Mario Gómez y Mandžukić. Seis delanteros que no se han adaptado al juego de Guardiola en el Barcelona o en el Bayern

Foto: Guardiola consuela a Lewandowski después de que el Bayern ganara al Borussia la final de la DFB Pokal (Imago).
Guardiola consuela a Lewandowski después de que el Bayern ganara al Borussia la final de la DFB Pokal (Imago).

Guardiola ha cambiado el fútbol. Es un hecho irrefutable que el entrenador catalán ha perfeccionado un estilo de juego tradicional hasta el punto de que muchos equipos del planeta toman dicha estética como propia y, el resto, tratan de inculcar a su estilo los matices opuestos para contrarrestar las virtudes del juego de posición que inició en el Barça B, hizo mítico en el primer equipo y ha trasladado incluso al reducto del juego físico alemán. Pero hay un tema que se le sigue enquistando, resistiendo como el acero inoxidable al paso del tiempo. Pep no ha logrado habituarse a ninguno de los delanteros centros a los que ha entrenado.

De Samuel Eto’o a Mario Mandžukić, pasando por Zlatan Ibrahimović, David Villa, Bojan Krkić y Mario Gómez.Ninguno de ellos ha logrado adaptarse al entrenador, ni viceversa, evidentemente. Hay dos partes implicadas en todos estos casos, como es lógico. Para algunos de esos jugadores, el problema fue su personalidad, contraria a la de Guardiola; en otros, la ausencia de las características necesarias para adaptarse al juego propuesto por Pep; y otros, como es el caso último de Mandžukić, la incomodidad que sentía dentro del sistema del Bayern Múnich actual.

Pero si algo ha dejado claro Guardiola durante todos estos años, es que sigue soñando con encontrar el delantero centro perfecto. A pesar de sus reiterados fracasos tratando de adaptar a su juego a diferentes ‘9’, el de Sampedor no ha dejado de intentarlo. Tras la salida de Mario Mandžukićha llegado a Múnich otro ariete, un punta tradicional como Robert Lewandowski para probar a incorporarse a la maquinaria ya engranada que forman los Müller, Götze, Ribéry, Robben y Schweinsteiger. Sus características son diferentes a las del nuevo delantero del Atlético de Madrid, pero en esencia es eso, un rematador, un hombre boya en la delantera y una perfecta referencia arriba.

Todo empezó nada más aterrizar en el primer equipo del Barcelona. Una de las condiciones que estableció Pep a Laporta para firmar su contrato fue la conseguir sacar del Barça a Ronaldinho, Deco y Eto’o. No quería a ninguno de los tres líderes azulgranas campeones de Europa en 2006, a los que consideraba una mala influencia para un vestuario desgastado tras dos años en blanco. La directiva trató de contentarle desde el primer momento, y Ronaldinho y Deco fueron puestos en el mercado inmediatamente, al igual que Eto’o. Pero la diferencia fue que para los dos primeros sí llegaron ofertas y se marcharon relativamente rápido. Y entre que el camerunés no quería marcharse y ninguna oferta satisfizo al club, Eto’o se quedó un año más en 'Can Barça'.

Y fue, curiosamente, uno de sus mejores años como profesional. Guardiola no lo quería, pero Eto’o, orgulloso como pocos, le hizo ver que era indiscutible en el once del que sería el Barça del Triplete. Es cierto que Guardiola no tenía un recambio de plenas garantías, más allá de Bojan, por lo que la titularidad de Eto’o era algo casi obligado. Comenzó como referencia, en el centro de la delantera formada por él mismo, Messi y Henry, pero conforme avanzó el curso, se tuvo que ir escorando cada vez más para dejar sitio al argentino, que comenzaría a ser el mejor del mundo una vez que se adaptó a jugar por dentro. 37 tantos en todas las competiciones, incluyendo otro en una final de la Liga de Campeones más, como ya hiciera en 2006.

Guardiola se salió con la suya pocos meses después de debutar ganando todo lo que podía ganar. Samuel Eto’o encontró destino, aunque no fue un traspaso como generalmente se conoce como tal. El sustituto del africano era caro, muy caro, y había que abaratarlo de alguna forma. Ibrahimović gustaba a Pep y para convencer al Inter ofreció a Eto’o y Hleb además de 50 millones. Fueron 55 al final porque Hleb no entró, pero Mourinho recibió a Eto’o con los brazos abiertos y disfrutó con él y sin Zlatan, ganando otro triplete. Mientras, el sueco comenzó de maravilla, rodeado de ‘pequeñajos’ que parecían sus hijos. Pero poco a poco empezó a sentirse incómodo ante la superioridad de Messi tanto dentro del campo como fuera y su rendimiento no sólo bajó, sino que acabó siendo suplente de Bojan en las fases finales de la temporada.

En el que fue el peor negocio histórico del Barça, Ibra abandonó al 'Filósofo', como él mismo definió a Guardiola, por apenas 34 millones. Un desastre financiero para un delantero que marcó 21 goles, un número más que aceptable, teniendo en cuenta que Messi hizo 47. Pero ahí no terminan los problemas con los ‘9’ en el Barça, en absoluto. El dorsal lo heredó Bojan Krkićy la maldición de ese número siguió con él. Sin embargo, el gran relevo de Ibra en la punta de ataque fue Villa. Gran referencia en el Valencia y en la Selección, el asturiano prácticamente nunca fue delantero centro de azulgrana y, desde entonces, no lo fue ni siquiera en la ‘Roja’. El ‘Guaje’ sólo cuajó una gran primera temporada, siendo clave en Liga y marcando en la final de la Champions de Wembley. Y después, su gravísima lesión en la tibia le impidió volver a ser importante en la última campaña de Pep en 'Can Barça'.

Y nada más llegar al Bayern Múnich, Guardiola se cargó al que había sido la punta de lanza del equipo de Jupp Heynckes, Mario Gómez. Fue, junto a Luiz Gustavo, la baja más destacada de la primera plantilla de Pep en Alemania. Ni siquiera llegó a hacerlo jugar y desde el inicio eligió a Mandžukićy Claudio Pizarro como su pareja de delanteros. El croata ha sido titular durante casi toda la temporada, relevándose en las rotaciones con Thomas Müller para el puesto de ‘9’. Y en este caso, similar al de Ibrahimovic, Mandžukićno se sintió nunca cómodo con el estilo de juego y ha querido salir del equipo desde que acabara la pasada temporada. La última esperanza de Guardiola es Lewandowski. Al menos, no pagó ni un euro por su traspaso, por lo que no tiene la obligación de amortizar su contratación. Pero se le seguirá mirando con lupa su trato no siempre ideal al delantero centro.

Guardiola ha cambiado el fútbol. Es un hecho irrefutable que el entrenador catalán ha perfeccionado un estilo de juego tradicional hasta el punto de que muchos equipos del planeta toman dicha estética como propia y, el resto, tratan de inculcar a su estilo los matices opuestos para contrarrestar las virtudes del juego de posición que inició en el Barça B, hizo mítico en el primer equipo y ha trasladado incluso al reducto del juego físico alemán. Pero hay un tema que se le sigue enquistando, resistiendo como el acero inoxidable al paso del tiempo. Pep no ha logrado habituarse a ninguno de los delanteros centros a los que ha entrenado.

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