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La pegada de Griezmann en el ridículo del Barcelona en Ibiza
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Victoria y espanto (1-2)

La pegada de Griezmann en el ridículo del Barcelona en Ibiza

El francés salvó a los culés con dos goles en las dos únicas ocasiones claras para los de Quique Setién. El Ibiza nadó para morir en la orilla, cerca de la prórroga. Error grosero de Riqui Puig en defensa

Foto: Griezmann celebra el tanto que dio al Barça el pase a octavos de Copa. (EFE)
Griezmann celebra el tanto que dio al Barça el pase a octavos de Copa. (EFE)

Al Barcelona de Quique Setién, su visita a Ibiza casi le cuesta un naufragio. Griezmann rescató al equipo en el último suspiro, instantes antes de que el encuentro se fuera a la prórroga. El Ibiza de Pablo Alfaro, valiente y bien posicionado durante los 90 minutos, murió en la orilla (1-2). Los culés no consumaron el desastre, pero hicieron el ridículo. En este nuevo formato de la Copa del Rey, sin margen para el error, el Barça los cometió todos. Sin actitud, sin carisma, sin juego ni ideas, el conjunto blaugrana estuvo 72 minutos atascado y fuera de su competición fetiche, esa en la que ostenta más títulos que nadie y en la que lleva seis cursos seguidos plantándose en la final.

Los de Setién bordearon el abismo, desbordados durante gran parte del enfrentamiento. Ya sin Ernesto Valverde, casi vuelven a escribir otro capítulo negro en su reciente historia. Caer en Copa no duele tanto como en Champions, pero que te pinte la cara un Segunda B no es plato de buen gusto para el aficionado. Se puede tropezar de muchas maneras, nunca así. Los culés, con Riqui Puig y un solo central en el once (Lenglet), fueron incapaces de generar una ocasión de gol a los isleños hasta bien entrada la segunda parte. Rakitic fue el primero en animarse, blandito, hasta que Griezmann recibió una magnífica asistencia de De Jong y abrió la lata. Con el conjunto balear tocado, el galo los apuntilló sobre la bocina. Puro maquillaje, pues la victoria no borra el mal partido que realizó el Barcelona en líneas generales. Nadie se puede ir satisfecho a casa, ni siquiera el francés. El Ibiza abochornaba a la defensa culé cada vez que pisaba el área, pero ninguna línea del campo anduvo fina. "No hemos estado lo inspirados y clarividentes que me hubiera gustado. Algunos jugadores han estado un poco precipitados. Eso nos genera desconfianza", explicó Setién, muy serio, en rueda de prensa.

placeholder Los jugadores del Ibiza celebran el primer gol del partido, obra de Javi Pérez. (EFE)
Los jugadores del Ibiza celebran el primer gol del partido, obra de Javi Pérez. (EFE)

Los isleños perdonaron

Mucho toque, mucha posesión, pero el Barça no fue capaz de inquietar. El balón rara vez cruzaba la línea divisoria del centro del campo, no había entendimiento, tampoco movilidad. Al Ibiza le bastó un 15% de posesión para cerrar la primera parte por delante en el marcador. Javi Pérez llevó el delirio a la grada tras un despiste tremendo de Riqui Puig. El canterano, clave en el último triunfo ante el Granada, se confió de manera grosera en su área, no protegió bien la pelota y el jugador ibicenco le comió la tostada llegando como un bólido por detrás. Cuando Puig miró a su espalda, Pérez ya le había sobrepasado para conectar con su pierna izquierda y, con algo de fortuna, enviar el esférico al fondo de la portería de Neto. La empanada llegaba pronto, en el minuto 9. Lejos de reaccionar, el Barça siguió dormido, como si la cosa no le importara lo más mínimo. Hasta tres ocasiones más dejó escapar el Ibiza para abofetear fuerte a los de Setién: una falta botada por Javi Lara y un disparo al palo de Raí, que sentó a De Jong con un extraordinario amago. El rechace posterior lo despejó como pudo a córner Neto. La tragedia se mascaba. El descanso, la mejor noticia. "No me ha gustado la primera parte (...). Nos hemos encontrado a un rival que se ha encerrado bien. He visto alguno de sus partidos y no les he visto jugar con esta intensidad. Pero siempre les advierto a mis jugadores de que esto será así", analizó el técnico cántabro.

La segunda mitad empezó como terminó la primera: con el Barça completamente desaparecido, de vacaciones. Los de Alfaro trataron de jugar con la ansiedad de su rival, conscientes de que el tiempo corría a su favor. Bien colocados en todo momento, los jugadores del Ibiza protegían los espacios con comodidad. Setién, al borde de un ataque de nervios en su segundo partido, decidió agitar el avispero. Quitó a Puig en el día más gris de la promesa con el primer equipo y sacó a Arthur. Carles Pérez tampoco estuvo a la altura, así que fuera por Jordi Alba para salpimentar aquello con algo más de velocidad y desmarque. Tanto dio, al cuadro catalán no había por dónde cogerlo y el Ibiza, algo más desconectado ofensivamente, seguía insistiendo a la contra. Junior y Sergi Roberto sufrían, al igual que Lenglet, que se tuvo que desdoblar para evitar males mayores. El centro del campo blaugrana cayó en la maraña tejida por los locales y fue incapaz de hilvanar con sentido.

El gol del empate llegó, de hecho, en una jugada aislada, porque no se puede decir que el Barcelona lo buscara con ahínco y criterio. De Jong, invisible hasta ese momento, vio el hueco y Griezmann le ganó lo justo la partida a su defensor para dar una oportunidad a los suyos. Primer acercamiento, gol. 72 minutos para probar suerte. Germán, guardameta del Ibiza, era un espectador más. Sin Messi no hay paraíso, el Barça se desinfla por completo sin su estrella. No encuentra el camino y se desespera. Da igual el oponente que haya enfrente y, por lo visto, incluso la categoría. Ansu Fati, un chaval de 17 años, asumió la responsabilidad al final del encuentro. De nuevo, se echó el equipo a la espalda. Tarde, eso sí, pero no paró de pedirla. Todo el peligro del Barça llegó en los instantes finales de sus botas. A dos minutos para la prórroga, la diosa fortuna se les apareció a los azulgranas. Griezmann no perdonó y le sacó al Barça el billete a octavos en una noche para olvidar en Can Misses.

Al Barcelona de Quique Setién, su visita a Ibiza casi le cuesta un naufragio. Griezmann rescató al equipo en el último suspiro, instantes antes de que el encuentro se fuera a la prórroga. El Ibiza de Pablo Alfaro, valiente y bien posicionado durante los 90 minutos, murió en la orilla (1-2). Los culés no consumaron el desastre, pero hicieron el ridículo. En este nuevo formato de la Copa del Rey, sin margen para el error, el Barça los cometió todos. Sin actitud, sin carisma, sin juego ni ideas, el conjunto blaugrana estuvo 72 minutos atascado y fuera de su competición fetiche, esa en la que ostenta más títulos que nadie y en la que lleva seis cursos seguidos plantándose en la final.

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