Lo que esconde el cierre de boca de Bellingham para vergüenza de los árbitros españoles

El Real Madrid y Jude Bellingham dicen mucho con poco en la victoria contra el Athletic (2-0) que le sirve para conservar la distancia de ocho puntos con respecto al Barcelona. Al equipo de Ancelotti le tocaba responder tras la victoria del de Xavi y la del Girona. No falló en el día que Rodrygo se lució en el puesto que ocupa Vinícius. La banda izquierda es patrimonio del segundo, más agresivo y constante en su juego, pero queda demostrado que el mejor Rodrygo, con todo su potencial, fluye mejor y es más eficaz partiendo por la izquierda.

El Real Madrid mantiene a raya al Barcelona, confirma que tiene pulso de campeón en la Liga, juegue quien juegue, y se centra ya en la Champions. Tiene nueve días para preparar el partido de ida contra el Manchester City. Una ventaja, de la que se queja Pep Guardiola y celebra Ancelotti. Al primer partido de los cuartos del final, el equipo que jugó de morado en su casa por razones de marketing llega con una racha de tres partidos seguidos ganados, diez goles marcados y dos porterías a cero: cuatro le hizo al Celta, otros cuatro a Osasuna y dos al Athletic.

Hay motivos para ser optimista y mostrarse felices con la dinámica de un equipo que, además, celebra el regreso de Eder Militao. Contra el Athletic, sucedieron muchas cosas buenas, pero dejaron otras preocupantes. El gesto de Bellingham dice mucho de su enfado con los árbitros españoles. Al inglés todavía le dura el cabreo del escándalo de Mestalla. El gol que le anuló Gil Manzano en la última jugada del partido y la posterior expulsión por decirle "es un p*** gol" en inglés.

Le cayeron dos partidos de sanción y el Comité Técnico de Árbitros (CTA) metió en la nevera a Gil Manzano, un claro reconocimiento a la nefasta gestión que hizo el colegiado extremeño en esa última jugada en la que el principal perjudicado fue Bellingham. El inglés sintió la injusticia, pagó las consecuencias y en su regreso contra el Athletic volvió a ser protagonista tras recibir un empujón que el árbitro Alberola Rojas dejó sin señalizar.

Su reacción fue llevarse la mano a la boca y, con un gesto de mímica, hacer la cremallera. El lenguaje gestual del inglés deja en evidencia al arbitraje español. El gesto de Bellingham está por todas partes (televisiones y redes sociales), disconforme y frustrado con los árbitros de la Liga. Y es solo su primera temporada en España.

Que tome nota Vinícius

Es un gesto inteligente, que es lo que destacó Carlo Ancelotti en la rueda de prensa para decir que "no sé lo que piensa Bellingham de los árbitros. Pero ha aprendido lo que tiene que hacer: callarse". La reflexión del entrenador esconde lo fácil que le ha sido convencer al inglés del cuidado y el autocontrol que tiene que tener con los árbitros españoles para no perjudicarse a sí mismo ni al equipo.

Esto que ha sucedido con Bellingham es más complicado que lo veamos en Vinícius. Al brasileño no hay manera de hacerle ver que tiene que estar más focalizado en el juego y menos en las protestas. Esto no tiene nada que ver con el racismo que sufre. Lo que persiguen Ancelotti y sus compañeros es hacerle ver que no saca nada en claro cuando se enreda en los rifirrafes que le sacan del partido. Lo ideal es que aprenda de Bellingham, que con un simple gesto de cerrarse la boca deja en evidencia los errores arbitrales.