Illarramendi retoma en la Selección el desafío que no consiguió con el Real Madrid
El mediocampista pasó dos años con más altos que bajos de blanco, no pudo demostrar que pertenecía a la élite del fútbol europeo. Lopetegui le da una nueva opción de probarlo con España
La llegada de Illarramendi al Real Madrid tuvo una presentación con un punto cómico. Unos días antes, Neymar había llegado a Barcelona rodeado de su séquito, los Toiss, y en el club blanco consideraron conveniente que el mediocampista apareciese en el acto con su 'cuadrilla', una imagen que por sí misma quedó para el recuerdo. Es difícil saber, porque es una de esas cosas que nadie las aclara, si aquello fue una reacción al boato del brasileño o una decisión independiente, pero el contraste, en todo caso, se marcó desde aquellos primeros días.
Porque Illarramendi llegaba al Madrid, pero no era Neymar. Futbolísticamente no tienen nada que ver pero, sobre todo, mediáticamente, no están hechos de la misma pasta. El vasco aparecía en Chamartín con una función específica, muy complicada, que era sustituir a Xabi Alonso y comandar el equipo en los años siguientes, aunque su juego no fuese exactamente el mismo que el del actual jugador del Bayern. El Barcelona, por el contrario, había comprado una estrella, un goleador, un regateador y un jugador para vender camisetas.
En la personalidad de ambos había una distancia sideral también, la que va de un jugador confiado hasta el extremo de sus posibilidades de triunfar allá donde vaya contra la de otro que, como se vio posteriormente, tuvo problemas para pasar de la Real Sociedad a un club que compite siempre con la obsesión de ganar todos los partidos como es el Real Madrid.
La duda de Illarramendi estuvo en el fútbol, en una hoja de labores que le abrumó en su tiempo en Chamartín. Ahora mismo, en la Real Sociedad, está en su ambiente, dominando el juego desde el centro del campo, consiguiendo que el fútbol rote a su alrededor y administrando balones a sus compañeros. Su temporada, como la de su equipo, está siendo sensacional y eso ha hecho que Julen Lopetegui le haya llamado para ir con La Roja en esta ocasión. El lunes por la tarde, a pesar de algunas molestias en el tobillo, completó su primer entrenamiento con la absoluta.
Saludó a Ramos y a Nacho, con quienes coincidió en su tiempo en el Bernabéu. Siempre solícito, no tardó en corretear por los rondos y se exprimió en el partidillo a medio campo que propuso el seleccionado como método para desentumecer las piernas. Esta primera sesión era para eso, para verse las caras y descansar un poco después de una dura jornada de La Liga Santander. De hecho, los jugadores que disputaron partido el domingo se dedicaron a estirar, poco más.
Hay un argumento más que acerca a Illarra a los planes del seleccionador, pero para entenderlo hay que conocer su relación previa. El de Mutriku era una de las claves de sus exitosas selecciones sub-21, y Lopetegui ha demostrado sobradamente en sus convocatorias que eso es algo que valora especialmente. La idea de crear un equipo para el Mundial de Rusia de 2018 pasa también por emular el mismo plan que le llevó al éxito en categorías inferiores. Ahí entra Illarramendi, como Deulofeu, en la idea de rejuvenecer desde lo que ya conoce.
Illarramendi no llegó a debutar con la Selección Absoluta cuando estaba en el Real Madrid. Lo normal es que casi todos los jugadores españoles del club, antes o después, pasen por la rueda, como le ha pasado a futbolistas como Lucas Vázquez o Nacho en tiempos recientes, pero el vasco no dio opción en sus dos temporadas en el Bernabéu. Tuvo repetidas oportunidades de jugar de blanco, pero cuando lo hizo no estuvo a la altura de las expectativas. Su turno llega ahora, a los 27 años.
Hombre de Lopetegui en las inferiores
Queda saber cómo será la digestión de este último salto. Ha demostrado sobradamente su capacidad en un equipo hecho para aspirar a Europa, también en las selecciones inferiores, pero el paso por el Madrid coloca sobre su cabeza un símbolo de interrogación. Porque en aquel tiempo saltaron las alarmas sobre su diligencia ¿es capaz de dirigir a equipos más ambiciosos? No le faltaron oportunidades, en su primer año incluso terminó siendo campeón de Europa, pero su fútbol no convenció ni a la grada ni a la directiva. Se mostró miedoso, encadenando pases cortos, siempre tenso y sin ser capaz en ningún caso de mandar en el centro del campo, que era por lo que el Real Madrid había pagado más de 30 millones en su momento.
Un partido es especialmente recordado por su desgracia en el club blanco, y eso que el Real Madrid consiguió sobrevivir en aquella ocasión. Fue en cuartos de final de Champions, contra el Borussia de Dortmund. Los de Ancelotti llegaban con una ventaja holgada del Bernabéu, un 3-0, pero en el Signal Iduna Park se vivió una película de miedo. Tan superado le vio el técnico que consideró que lo razonable era quitarle en el descanso para poner a Isco, a ver si así encontraba algo de cordura y estabilidad. El Madrid terminó clasificado y campeón de Europa en Lisboa unos meses más tarde. Siguió una temporada más de blanco, pero sobre él ya pesaban mucho más las dudas que las certezas.
En su tiempo con el Real Madrid, donde es recordado con cariño por su buen carácter, tuvo que lidiar con alguna polémica graciosa, casi siempre como consecuencia de las redes sociales y de la ubicuidad de cámaras que hay ahora mismo en todas partes. Pecados de juventud como correr vestido de Batman delante de una vaquilla. Él, al volver a San Sebastián, lo hacía con una experiencia nueva y un año que no hubiese querido dejar de vivir. "En Madrid estaba a gusto, me hice a la ciudad y tenía mi cuadrilla. También hay cosas que te da Mutriku que no te da Madrid, no se puede tener todo en la vida", explicaba al poco tiempo de su retorno.
La vuelta, por 17 millones de euros, la mitad de lo que le había costado al Real Madrid, fue señalada por él mismo como algo prematura. "Ya dije que volvería y, aunque siendo sincero nunca pensé que sería tan pronto, aquí estoy de nuevo", explicaba en su presentación en la Real, esta vez sin cuadrilla de por medio. En la Real se encontró con un pequeño cambio de rol, ya no era el canterano ilusionante, sino el jugador por el que el club había hecho un desembolso importante para sus posibilidades financieras. Eso obligaba al de Mutriku a dar un paso adelante, le otorgaba la titularidad y, como en el Real Madrid, el mando de las operaciones del equipo. La vuelta a casa le ha sentado bien.
📺 ¡Se desata la locura! 😱 ¡Todos quieren el autógrafo de nuestros internacionales! pic.twitter.com/St7t20BgRT
— Selección Española (@SeFutbol) 20 de marzo de 2017
En San Sebastián está su norte futbolístico. Lleva tiempo jugando muy bien al fútbol en un equipo ilusionante y de calidad. Sin miedo, con mucho criterio y rodeado de grandes jugadores, pero no de estrellas universales como le pasaba en el Real Madrid. Si es capaz de trasladar todo eso con la selección su éxito está asegurado. Si, por el contrario, el escenario vuelve a pasar, Lopetegui tendrá que renunciar a uno de los suyos. Esa es hoy la disyuntiva de Illarramendi.
La llegada de Illarramendi al Real Madrid tuvo una presentación con un punto cómico. Unos días antes, Neymar había llegado a Barcelona rodeado de su séquito, los Toiss, y en el club blanco consideraron conveniente que el mediocampista apareciese en el acto con su 'cuadrilla', una imagen que por sí misma quedó para el recuerdo. Es difícil saber, porque es una de esas cosas que nadie las aclara, si aquello fue una reacción al boato del brasileño o una decisión independiente, pero el contraste, en todo caso, se marcó desde aquellos primeros días.