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España no despierta del sueño eterno
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compone otra soporífera nana en rumanía

España no despierta del sueño eterno

Del Bosque volvió a repartir minutos y cambió a 10 de los 11, lo cual imposibilita reencontrar un estilo que se perdió hace más de dos años y que no parece tener una fácil solución

Foto: Hubo muy poca cosa en Cluj. (EFE)
Hubo muy poca cosa en Cluj. (EFE)

Si has visto el partido que ha hecho la Selección en Rumanía, te acompaño en el sentimiento. Es un dolor mutuo que sienten todos a los que les importa al menos un poco el equipo nacional español, no tanto ya por las amargas previsiones que se avecinan en la inminente Eurocopa, sino por haber soportado ese letargo que nos ofreció ese combinado que durante años nos ha tenido embelesados, tanto que no queríamos apreciar el inevitable desgaste natural de la plantilla, condenada de antemano a un final mucho menos brillante que su edad de oro.

A Vicente del Bosque le costó ver, por voluntad propia o confianza ciega, que ese final había llegado antes de Brasil. Tuvo que caer por un precipicio con pinchos en el fondo oscuro para despertar del sueño y empezar a abandonar a la mejor generación del fútbol español. Sin embargo, en casi dos años transcurridos desde el inicio de ese proceso, las señales que desprende el juego de España son cada vez más negativas. De hecho, tan mal ha jugado España en estos dos compromisos amistosos ante Italia y Rumanía, que no queda ni siquiera claro que vaya a superar la primera fase en un grupo formado por Chequia, Turquía y Croacia, cosa fina.

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Seamos justos cuando se debe, y este es un caso: Del Bosque no ha tenido a dos pilares maestros de la Selección, como Busquets e Iniesta, cuya influencia en el juego de España es indiscutible y, por ahora, insustituible. ¿Es esto, no obstante, razón suficiente para que el juego haya sido tan lento, previsible y a ratos desesperante como en Udine y Cluj? No debería. Si lo es, España tiene un grave problema de dependencia. Pero más allá de esas ausencias importantes, España no solo ha sido aburrida en estos dos encuentros, sino que lleva más de un año sin sorprender con un partido a la altura de lo visto cuando levantaba copas como tradición.

Pero tratemos de buscar una explicación a lo visto para no quedarnos en un lamento intrascendente que no lleva a ningún lado. ¿Desde cuándo España no juega bien? Desde antes del Mundial de Brasil. En un proceso natural de regeneración deben sentarse unas bases, unas ideas de juego hacia las que orientar el trabajo preparatorio de la plantilla. El equipo que fue a la Copa del Mundo estaba desfasado y ya había vivido mucho antes su mejor época, pero, aun así, tenía unos automatismos aprehendidos tras años de ensayo y error.

La regeneración perdió el estilo

Sin embargo, ese instinto futbolístico no se ha sabido transmitir a la nueva hornada de jugadores que han ido entrando. Luis Aragonés entendió en su momento que España necesitaba basar su fútbol en un juego de posición radical basado en la escuela del Barça, que formaba mayoritariamente aquella Selección. El resultado fue el conocido por todos. Del Bosque continuó por esa senda con los mismos jugadores, cambiando solo piezas específicas sin romper el esquema preestablecido. Los de siempre jugaban a lo que sabían y los que se iban incorporando se acomodaban a un juego asentado. Pero cuando las piezas han variado mucho, la idea inicial ha ido desapareciendo para pasar a jugar a lo que Guardiola sí llamaría 'tiki-taka'.

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El tiki-taka se acuñó lamentablemente para hablar del juego de España y el Barça, cuando lo que se quería decir era juego de posición. Guardiola, como cuenta Martí Perarnau en el libro 'Herr Pep', les dijo a sus jugadores al poco de llegar que no quería que jugaran al tiki-taka, que eso era mover el balón entre ellos sin ningún tipo de intención definitoria. El ataque posicional siempre tiene como objetivo acabar la jugada, intentar marcar, no tenerla por tenerla. España, contra Italia y Rumanía, ha tenido el balón (en realidad, en Udine perdió hasta la posesión) y ha sido tan irrelevante como el mismo hecho de jugar estos partidos.

Que el mejor jugador de España volviese a ser el portero, esta vez Casillas, es otra vez una noticia pésima. Y no es que Rumanía fuera un ariete golpeando constantemente en la puerta de la Selección, pero con la percusión de Popa y la movilidad de Stanciu siempre dio más sensación de peligro que España, atascada sin soluciones en el borde del área contraria, donde se olvida de cómo se hace eso de encontrar espacios hacia el gol. Silva fue el más vivo, el único con una luz encendida en la cabeza, pero a día de hoy, ni Pedro, ni Nolito, ni Koke ni Isco (ni ningún otro, la verdad) pueden acompañarle con algo de destreza. Y quedan poco más de dos meses para viajar a Francia...

Ficha técnica:

0 - Rumanía: Tatarusanu; Sapunaru, Chiriches, Grigore, Filip; Pintliii (Robotan, m. 90), Hoban; Stanciu (Sammartean, m.84), Popa (Torje, m.59), Stancu (Ivan, m.65); Andone (Rusescu, m.73).

0 - España: Casillas; Mario Gaspar, Piqué (Nacho, m.51), Bartra, Jordi Alba; Sergi Roberto (Cesc, min.59), Koke, Silva (Morata, m. 78); Pedro (Mata, m.66), Nolito (Isco, m.46), Alcácer (Adúriz, m.59).

Árbitro: Ruddy Buquet (FRA). amonestó a Popa (44) de Rumanía; y a Jordi Alba (70) e Isco (73) por España.

Incidencias: partido amistoso disputado en el estadio Cluj Arena ante 30.000 espectadores. Antes de comenzar el partido, se guardó un minuto de silencio en memoria de Johan Cruyff, fallecido el pasado jueves.

Si has visto el partido que ha hecho la Selección en Rumanía, te acompaño en el sentimiento. Es un dolor mutuo que sienten todos a los que les importa al menos un poco el equipo nacional español, no tanto ya por las amargas previsiones que se avecinan en la inminente Eurocopa, sino por haber soportado ese letargo que nos ofreció ese combinado que durante años nos ha tenido embelesados, tanto que no queríamos apreciar el inevitable desgaste natural de la plantilla, condenada de antemano a un final mucho menos brillante que su edad de oro.

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