Buffon es el espejo en el que debe mirarse Casillas, aunque tendría que ser al revés
Han pasado 18 años desde que Buffon se asentara como titular en la 'Nazionale', y desde entonces nadie en Italia ha pedido un cambio generacional. Aquí, en España, todo lo contrario
De alguna manera, el otoño de 1997 fue el inicio de una relación a distancia que los ha juntado en numerosas ocasiones, que los ha hecho amigos y que los ha enfrentado tanto dentro como fuera del campo, que ha dividido al planeta del fútbol en dos: los que creían que Casillas era el mejor portero del mundo y los que creían que Buffon era el mejor portero del mundo. Había que elegir un lado, no se podía estar en los dos a la vez, ni por supuesto en ninguno. Dos cancerberos que han defendido con bravura la puerta de cuatro gigantes del fútbol como Real Madrid y Juventus, y como España e Italia, pero cuyo final de trayecto está siendo completamente opuesto.
Cuando Buffon se vistió por primera vez con la camiseta de la selección absoluta de Italia, nevaba en Moscú. Hoy en día diríamos que eso era un patatal, que el fútbol sobre esa inestable superficie es absolutamente impracticable y que las piernas de los jugadores podrían sufrir cualquier tipo de lesión de gravedad. Por entonces no existían tantas preocupaciones, tantas medidas preventivas, y pasaba mucho menos de lo que podía pasar. Ni siquiera estaba previsto que entrase a jugar, sino que iba a estar en el banquillo abrigándose con todo lo que pudiese y más, dándose calor con los compañeros. Sin embargo, Pagliuca se lesionó y tuvo que debutar así, de improviso. Sin querer, sin tenerlo previsto, Buffon empezó a ser el mejor portero de la historia de Italia y uno de los más grandes de siempre. La grandeza aparece en cualquier lugar inesperado.
Por entonces, en 1997, Casillas no era más que un niño en plena pubertad. Algunos que sabían en el Real Madrid ya le habían dicho que era muy bueno, que se tomase en serio esto de jugar al fútbol de portero, porque podía llegar a jugar en el primer equipo. Un mes después de que Buffon debutase con la 'Nazionale', lo que le habían avisado a Iker se hizo realidad: Jupp Heynckes lo convocó para un partido de Champions League contra el Rosenborg en Noruega. Ahí estaba él, con los Raúl, Suker, Mijatovic, Hierro, Sanchís... y Cañizares. No estaba Illgner, que era al que fue a reemplazar. Ni Buffon ni Casillas olvidarán jamás el otoño del 97.
Han pasado 18 años y medio desde aquella época tan aparentemente lejana. Durante este periodo, ambos han alcanzado el cénit de su carrera y encaran ambos juntos pero por separado el último empujón antes de dejar los guantes guardados en la taquilla para no volver a endosárselos nunca más. "No es algo normal que nos hayamos enfrentado tantas veces. Hemos tenido suerte y hemos sido listos en elegir el rol correcto para jugar más tiempo. Significa además que no hemos sido jugadores normales, hemos hecho algo más para seguir jugando hasta ahora", dijo este miércoles Buffon.
Pero en una trayectoria fantástica, como la de los dos, siempre hay algún altibajo, un pequeño bache que hay que esquivar para poder continuar el camino hasta alcanzar la meta. A Buffon le ocurrió en la temporada 2010-11. Tuvo que ser operado de una hernia discal, no pudo jugar más que un partido en el Mundial de Sudáfrica y se perdió más de la mitad de los partidos de la Juventus. La Juve acabó séptima, fuera de Europa otra vez. Y, aun así, nadie dudó de él. Primero se le añoró, luego se le esperó y posteriormente se le recibió con los honores que se había ganado, y hasta hoy.
A Iker le sucedió algo similar dos años después. Poco antes de tomarse las uvas del año 2013, Mourinho decidió que ya no le gustaba Iker Casillas, que le gustaba más Diego López, "es simples", decía. Pero antes de esa famosa frase, ya lo había sentado por Antonio Adán. ¿Habría fichado a Diego López si Arbeloa involuntariamente no hubiera lesionado a Casillas? Probablemente no. En definitiva, Iker estaba de baja y no volvió a jugar con Mourinho como comandante en plaza. Y a partir de entonces perdió la confianza de sus entrenadores, de la prensa, de la afición y en sí mismo. Cuando se recuperó, nadie le esperaba con los brazos abiertos. Ya volvió como si fuera un elemento extraño que nunca hubiera merecido más que los pitos. Qué poca memoria tiene el fútbol.
A Casillas lo echaron incluso del Madrid, del equipo de su vida, en el que estuvo 25 años. Vive la penúltima etapa de su vida deportiva en el Porto, un equipo que le era extraño ya de por sí, pero donde Lopetegui le hizo sentirse importante desde el primer día... hasta el día en que fue destituido. Ahora Casillas empieza a vivir parte (sólo una pequeña porción) de lo que vivía en Madrid: críticas por sus actuaciones, con el foco siempre encima para destacar sólo los fallos (¿o acaso han visto por nuestro país algún vídeo hablando de las grandes paradas de Casillas en Portugal?). Mientras, Buffon sigue disfrutando del estatus de leyenda, el cual nadie ha sido capaz de borrar, ni nadie lo hará, previsiblemente, hasta que el día que acabe la participación de Italia en el Mundial de Rusia sea él mismo el que diga adiós.
Los números no engañan
Gigi es el espejo en el que se debería mirar Iker: está viviendo el final deseado por cualquier deportista que ha completado una vida de ingente éxito, siendo respetado y admirado. Incluso en la Selección, Casillas está ante el que será su último gran torneo (y ya veremos si lo juega), porque se ha encontrado por detrás a un animal que desea su puesto en el Madrid y en España, David de Gea. Buffon, sin embargo, no tiene a nadie que le haga siquiera sombra y, de hecho, se plantea un importante vacío de poder una vez deje de jugar para Italia.
Mucho tiene que cambiar la trayectoria de la Juventus, de Italia y del propio Buffon, a pesar de todo, para que su palmarés y sus números se acerquen a los de Iker Casillas. El excapitán del Real Madrid ha sido indispensable para que su club ganase tres Copas de Europa con él de portero, habría que recordarlo más a menudo. Buffon, sin embargo, no ha ganado nunca la Champions. Y a nivel de selecciones, el capitán de España ha jugado once partidos más que Buffon (165 a 154, números de superhéroes, la verdad sea dicha) y se ha quedado imbatido en cien de ellos, como recuerda una infografía del diario 'Marca'. 72,7% de victorias, contra el 48% de Buffon. 102 veces capitán (este dato se valora cuando se piensa que Raúl jugó 102 partidos en total con España), por 58 del italiano. Y lo más importante: dos Eurocopas y un Mundial (consecutivos) contra una Copa del Mundo. Qué caprichoso es el mundo del fútbol, que sea Iker el que tenga que mirarse en el espejo de Buffon, y no al revés...
De alguna manera, el otoño de 1997 fue el inicio de una relación a distancia que los ha juntado en numerosas ocasiones, que los ha hecho amigos y que los ha enfrentado tanto dentro como fuera del campo, que ha dividido al planeta del fútbol en dos: los que creían que Casillas era el mejor portero del mundo y los que creían que Buffon era el mejor portero del mundo. Había que elegir un lado, no se podía estar en los dos a la vez, ni por supuesto en ninguno. Dos cancerberos que han defendido con bravura la puerta de cuatro gigantes del fútbol como Real Madrid y Juventus, y como España e Italia, pero cuyo final de trayecto está siendo completamente opuesto.