Es noticia
Al fútbol venezolano también le pasa factura el 'corralito' de Maduro
  1. Deportes
  2. Fútbol
El colapso del régimen bolivariano amenaza su viabilidad

Al fútbol venezolano también le pasa factura el 'corralito' de Maduro

La crisis política, la falta de alimentos y de divisas provocan una diáspora de futbolistas locales y extranjeros en busca de un salario digno y estabilidad social

Foto: Estadio Pachencho Romero de Maracaibo, hasta la bandera. FOTO: DANIEL LÓPEZ
Estadio Pachencho Romero de Maracaibo, hasta la bandera. FOTO: DANIEL LÓPEZ

Con el régimen bolivariano al borde del colapso y la economía del país con las mayores reservas de crudo sumida en la bancarrota, el fútbol venezolano sobrevive a duras penas atrapado en mitad de un fuego cruzado que amenaza seriamente su viabilidad. El lastimoso presente del equipo nacional, colista en las eliminatorias mundialistas con cuatro derrotas en otros tantos partidos, es un fiel reflejo del triste panorama por el que atraviesa el balompié profesional desde que la galopante crisis pusiera en el entredicho al gobierno de Nicolás Maduro.

La inflación del 720% y la interminable devaluación del bolívar (su valor ha caído un 93% en los dos últimos años) han conseguido que los graves problemas instituciones surgidos a raíz de la detención en Suiza del presidente de la Federación, Rafael Esquivel, por el escándalo de la FIFA, sean apenas una anécdota ante el clima de inestabilidad financiera reinante en el segundo deporte más popular del país caribeño (por detrás del béisbol, cuya situación es idéntica).

La total falta de liquidez en las arcas de los clubes profesionales, muchos de ellos dependientes de capital estatal a través de empresas públicas que han cerrado o están en quiebra técnica, y la imposibilidad de conseguir dólares u otra moneda fuerte en el mercado de divisas impide a los equipos desde hace más de un año la contratación de futbolistas extranjeros para reforzar sus plantillas. La situación llega a ser delicadísima para algunas de las escuadras de la máxima categoría que podrían llegar a desaparecer si el viento político y económico del país no cambia pronto de dirección.

Los movimientos de jugadores han sido ciertamente escasos durante el último mercado de fichajes y, como en el torneo precedente, han tenido a Táchira, Mineros y La Guaira, todos ellos respaldados por inversión privada, como protagonistas. Aun así, las únicas salidas que les quedan a los clubes locales para hacer caja a día de hoy pasa por vender a sus mejores activos a equipos foráneos o dar la talla en las competiciones internacionales: ganar partidos tanto en la Copa Libertadores como en la Sudamericana, que se traduzcan en dólares contantes y sonantes que les permitan hacer frente a sus cuantiosas deudas y al pago de los salarios de sus jugadores, que en algunos casos superan ya los nueve meses sin percibir sus emolumentos.

Deportivo Táchira, Trujillanos y Deportivo La Guaira son los tres afortunados que buscarán esta temporada El Dorado allende las fronteras venezolanas (el primero ya lo hizo este martes batiendo al Olimpia paraguayo) y con ello evitar la sangría generalizada de profesionales del balón que están optando por hacer las maletas y buscar acomodo en cualquier rincón del planeta donde les garanticen un salario digno para vivir y a sus familias eludir el mal trago de tener que madrugar todos los días para hacer filas interminables y conseguir un barra de pan o un cartón de leche ante la escasez de productos básicos que existe en el terruño donde nació Simón Bolívar.

El éxodo de jugadores locales se ha disparado en los tres últimos meses y aunque en algunos casos ha sido para mejorar tanto a nivel deportivo como en el económico, en otros, los más, ha sido un ejercicio de pura y dura supervivencia, a tenor de sus destinos: países centroamericanos o del Caribe con campeonatos poco competitivos, muy por debajo del nivel de la Liga criolla. Valga como ejemplo los casos del veterano Javier Toyo (Barcelona de República Dominicana); Leonardo Terán (Limón de Costa Rica); José Peraza (Tauro de Panamá); o los de Cristian Cásseres, Anderson Arias, Jean Carlos Neto y Enson Rodríguez, que como otros compatriotas han dado con sus huesos en lugares como Guatemala, El Salvador, Aruba, Nicaragua u Honduras en busca de una estabilidad económica imposible de lograr en la madre patria. “Este año nos van a comprar hasta el calzado y la ropa deportiva. Nos pagan la comida, el transporte y el hospedaje, además que todo aquí es bastante barato”, relata uno de estos futbolistas que ha antepuesto el bienestar de su gente a su carrera profesional.

Otros, en cambio, han tenido más suerte y su talento o el mejor manejo de sus representantes les han llevado a los Estados Unidos (Robert Hernández, Juan Guerra…) o a cruzar el Atlántico rumbo a Europa, como ha sucedido con John Murillo (Benfica); ‘Sema’ Velásquez (Arouca); Breitner Da Silva, Eder Farías y Johander Cádiz (Uniao Madeira); o el prometedor goleador Manuel Arteaga (Palermo).

Para el resto toca resignarse y rezar para que el panorama social, ya de por sí desolador, no empeore. Incluso para las pocas estrellas que continúan fieles a sus equipos, a quienes recomiendan reprimirse a la hora de exhibir sus posesiones (coches de lujo, joyas) en público para evitar robos o secuestros por parte de las bandas de crimen organizado que han proliferado en medio de la crisis y el descontrol. No en vano, esa inseguridad a pie de calle es el motivo de que los clubes más importantes del país mantengan en el más estricto secreto las cifras de los salarios de sus mejores jugadores, entre los que figuran Yohandry Orozco, César ‘Maestrico’ González (Táchira) o Richard Blanco (Mineros).

El reciente inicio del campeonato en Primera división deparó, como cabía esperar, unos números sonrojantes a tenor de las dificultades padecidas en los últimos tiempos: estadios vacíos, paupérrimo nivel de juego y escasez de goles. Un cúmulo de malas noticias que vienen a enturbiar aún más el futuro de la popular Vinotinto, hasta no hace mucho el orgullo del régimen a causa de su meteórica progresión en la última década, pero que actualmente atraviesa por una alarmante crisis de resultados que la sitúa en el pozo de la clasificación de las eliminatorias sudamericanas para el Mundial de Rusia 2018 tras cuatro jornadas disputadas y ni un solo punto en su casillero.

Para colmo, el nuevo presidente de la Federación, Laureano González, hizo públicas las diferencias entre el cuerpo técnico de la selección, con Noel ‘Chita’ Sanvicente al frente, y buena parte de los internacionales, lo que derivó en un explosivo escrito, publicado a fines de noviembre por Tomás Rincón en una red social, por el que catorce jugadores renunciaban a volver a lucir la zamarra vinotinto mientras González no abandone su cargo por considerar “falsas y violatorias” sus declaraciones a un medio local y atentar contra “nuestro honor y reputación”.

El volante creativo del Genoa, a la sazón instigador de la misiva también firmada por Oswaldo Vizcarrondo, Salomón Rondón, Roberto Rosales, César González, Luis Manuel Seijas, Franklin Lucena, Grenddy Perozo, Josef Martinez, Juan Falcón, Nicolás Fedor ‘Miku’, Gabriel Cichero, Ronald Vargas, Alejandro Guerra y Christian Santos, argumentó en la misma los motivos de su postura. “Durante nuestra carrera hemos aprendido códigos éticos deportivos, en los que las situaciones y diferencias las hemos manifestado y solucionado dentro del vestuario, y no a la luz pública como ha venido haciendo la Federación. Los jugadores no estamos de acuerdo con que la actual directiva de la FVF continúe dirigiendo. Pensamos, como equipo, que se necesita este importante cambio dirigencial para que no se pierda el trabajo realizado desde hace más de 8 años”.

Curiosamente, la posición adoptada por el grueso de la armada extranjera de la Vinotinto secundó con apenas una semana de retraso la decisión del español Fernando Amorebieta de no volver a defender los colores del país de sus ancestros mientras González y Sanvicente siguiesen en sus respectivos cargos.

Con el régimen bolivariano al borde del colapso y la economía del país con las mayores reservas de crudo sumida en la bancarrota, el fútbol venezolano sobrevive a duras penas atrapado en mitad de un fuego cruzado que amenaza seriamente su viabilidad. El lastimoso presente del equipo nacional, colista en las eliminatorias mundialistas con cuatro derrotas en otros tantos partidos, es un fiel reflejo del triste panorama por el que atraviesa el balompié profesional desde que la galopante crisis pusiera en el entredicho al gobierno de Nicolás Maduro.

Nicolás Maduro Inflación
El redactor recomienda