Ni Celades ni la nueva hornada consiguen levantar el ánimo a una sub-21 desubicada
La sub-21 arranca su año sabático con una dolorosa derrota ante. Una señal de que poco ha cambiado en un grupo que ha vivido en constante idilio con la victoria
La incesante lluvia que caía sobre el césped del Estadio de A Malata no hacía presagiar una plácida noche para la selección española sub-21. Y no lo fue. A pesar de ser un amistoso, la cara de Albert Celades dejaba entrever la preocupación y la ansiedad por agradar después de caer ante Serbia el pasado 15 de octubre y no lograr clasificarse para la siguiente Eurocopa. Un descalabro que por el mismo precio dinamitó también las opciones de estar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016. El miércoles, en la primera cita después de aquel fatídico gol de Filip Kostic en el minuto 93 en el Ramón de Carranza, la muchachada no dio síntomas de mejoría en un partido donde Bélgica pasó por encima del combinado nacional sin piedad (1-4).
Aquella dolorosa decepción sirvió para poner punto y final a la fértil generación de jugadores nacidos en los años 1992 y 1993. Sin los Isco, Morata, Muniain, Koke o Bernat, es el turno de la camada del ’94. Y así lo puso de manifiesto la convocatoria para la primera prueba. Una lista en la que se introdujeron hasta nueve caras nuevas, si bien todos ya venían de despuntar en las categorías inferiores: Óscar Whalley (Zaragoza), David Costas (Celta de Vigo), Jaime Sánchez y Álvaro Medrán (Real Madrid), Sergi Samper (Barcelona), Moi Gómez (Villarreal), Víctor Camarasa (Levante) y Carlos Castro (Sporting de Gijón), que entró en la lista a última hora por la baja de Samu Castillejo (Málaga), un prometedor talento que Celades y Del Bosque han reconocido venir siguiendo de cerca en los últimos tiempos.
De la generación anterior continúan en el equipo, además de Denis Suárez y Jonny, los barcelonistas Munir El Haddadi y Sandro, el valencianista Gayá, los jugadores del Athletic de Bilbao Unai López y el portero Kepa Arrizabalaga, el centrocampista del Atlético de Madrid Saúl Ñíguez y el atacante del Sevilla Gerard Deulofeu. Antes de que el próximo mes de septiembre arranque la fase de clasificación para el Campeonato de Europa de 2017, la sub-21 dispondrá de casi un ‘año sabático’ en lo que a partidos oficiales respecta. Así, el pasado miércoles llegaba una cita sin tensión competitiva pero que tenía el claro objetivo de ser una inyección de moral para reparar el frustrante papel desempeñado en Cádiz.
Sobre el césped, los belgas, dirigidos por Johan Walem y que también presentaron un grupo de reciente creación, dieron un repaso. Un conjunto más hecho y, sobre todo, con una ambición muy superior, inabordable para unos jugadores despistados y desubicados sobre el terreno de juego. Nathan Kabasele abrió el marcador en los primeros compases de partido. Luego llegó el soberbio zapatazo de Youri Tielemans. A sus 17 años, el centrocampista del Anderlecht, cuenta con cuatro apariciones en la Liga de Campeones y está en la agenda de grandes clubes del fútbol europeo. Tras la reanudación, Munir conectó un zurdazo colosal tras una elegante maniobra en la frontal que dio vida a España. Puro espejismo. Kayembe-Ditu (David Costas todavía intenta adivinar cómo le rompió con esa solvencia), primero, y Benito Raman, con otro superlativo golpeo con el empeine rubricaron un meneo incontestable.
“Vamos a ver si podemos maquillar el resultado”. El intento frustrado de consuelo de Ramón Fuentes durante la retransmisión de Cuatro daba una idea del aguacero futbolístico orquestado por la selección belga. Un hecho que choca de bruces con que cada vez veamos más rostros bisoños inundando las convocatorias de la absoluta. Nadie duda de que el caladero de la sub-21 es frondoso y prolífico aunque atraviese por momentos de apatía y búsqueda de una identidad que les había llevado a ganar dos Europeos (Dinamarca en 2011 e Israel en 2013) de forma consecutiva.
Tras el choque, el seleccionador, Albert Celades, lamentaba las dudas que dejaron sin respuesta a sus pupilos. Tocaron más, pero una vez más el dominio de la posesión fue infructuoso. La verticalidad, el desborde y el desequilibrio cayeron de mano de los visitantes. "Físicamente, Bélgica fue superior a nosotros, nos han penalizado mucho nuestros errores y, sin duda, tenemos mucho trabajo por delante", comentaba en rueda de prensa. "Hay que ponerse desde ya (a trabajar). No puede ser que en algunos determinados momentos jugáramos de la manera que lo hicimos. Empezamos con demasiadas dudas, sin intensidad, perdiendo todas las disputas. Compitiendo a este nivel, difícilmente tendremos éxitos", pronosticó.
Desde que Julen Lopetegui anunciara que cerraba su etapa al frente de las categorías inferiores de La Roja para fichar por el Oporto, la sub-21 ha disputado cinco partidos que arrojan un triste balance: una victoria (Hungría 0-1), dos empates (Austria, 1-1, y Serbia, 0-0) y dos derrotas (Serbia, 1-2 y Bélgica, 1-4). Una trayectoria descendente que emborrona el pasado esplendoroso y siembra de dudas el horizonte. Hasta el mencionado partido ante Serbia, la ‘Rojita’ acumulaba 35 partidos sin conocer la derrota. De haber ganado, los mirlos hubieran acumulado 1300 días sin conocer la derrota. Un registro que les colocaba a la altura de los mitos del fútbol español. Mientras el debate sobre la idoneidad del seleccionador sigue candente, toca seguir remando para recuperar la esencia que les hizo grandes.
La incesante lluvia que caía sobre el césped del Estadio de A Malata no hacía presagiar una plácida noche para la selección española sub-21. Y no lo fue. A pesar de ser un amistoso, la cara de Albert Celades dejaba entrever la preocupación y la ansiedad por agradar después de caer ante Serbia el pasado 15 de octubre y no lograr clasificarse para la siguiente Eurocopa. Un descalabro que por el mismo precio dinamitó también las opciones de estar en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016. El miércoles, en la primera cita después de aquel fatídico gol de Filip Kostic en el minuto 93 en el Ramón de Carranza, la muchachada no dio síntomas de mejoría en un partido donde Bélgica pasó por encima del combinado nacional sin piedad (1-4).