Una gris Brasil derrota a Italia en su objetivo por evitar en semifinales a España

Objetivo cumplido. La Brasil de Luiz Felipe Scolari acaba primera de grupo y, si todo va según lo previsto, evita a España en el cruce de semifinales. Dos partes diametralmente opuestas y una efectividad fabulosa por parte de los brasileños sirvieron para que el cuadro local diera una alegría a su afición en unos momentos tan delicados del país sudamericano. Volvió a marcar Neymar ante una Italia que dio demasiadas concesiones y apunta a rival de los de Vicente del Bosque en la semifinal de la próxima semana.

No es esta Brasil un prodigio futbolístico. El 'jogo bonito', el fútbol samba y esa infinidad de calificativos que han acompañado siempre a la canarinha han pasado a mejor vida de un tiempo a esta parte. Brasil se ha europeizado en el peor de los sentidos. Excesivo rigor táctico, mayor proliferación de lo físico y tan sólo algunas pinceladas de talento en Neymar y Oscar. Atrás quedaron los Bebeto, Romario, Ronaldo, Ronaldinho… Ya no hablamos de un equipo de ensueño, aunque sí de un conjunto bien armado con una capacidad para presionar la salida de balón del contrario que Italia pudo comprobar en los primeros compases del partido. Los 'azzurri', con una empanada impresionante, concedieron a Brasil demasiadas facilidades hasta que Buffon tuvo que realizar un paradón a tiro de Oscar, lo que propició la gran bronca del capitán italiano. La subcampeona de Europa no se estaba enterando de qué iba la película.

Queda claro que la selección dirigida por Cesare Prandelli depende en exceso de un hombre, Andrea Pirlo, ausente en este partido por lesión. El jugador de la Juve es el termómetro y la brújela en cada partido de la Azzurra. Sin él, jugaron Aquilani y Montolivo, y eso es dar demasiada ventaja al rival. Pero el empuje del inicio fue un mero espejismo. Brasil se desinfló como un globo e Italia, tras la reprimenda de su guardameta, pareció espabilar y empezó a tener algo más la posesión del balón. Eso sí, de oportunidades ni hablamos. Los dos porteros fueron meros espectadores durante gran parte del primer período (en el caso de Julio César los 45 minutos).

El duelo entre campeones del mundo presagiaba un partido de postín. Nada de nada. A eso hubo que añadir hasta tres lesionados (Montolivo, Abbate y David Luiz), lo cual ralentizó aún más el ritmo del encuentro. Los espectadores del Arena Fonte Nova de Salvador de Bahía hacían la ola, quizá para entretenerse, porque lo que se estaba viendo sobre el césped era absolutamente decepcionante. Cualquier comparación con el juego desplegado por España ante Uruguay resultaría un insulto. No parecía el mismo deporte. Fue Dante, el defensor del Bayern de Múnich, el que sacó del sopor a todos. Un centro lateral de Neymar, al saque de una falta, fue rematado en primera instancia por Fred y despejado por Buffon en una gran intervención. El rechace, con la defensa italiana nuevamente en su mundo paralelo, lo aprovechó el central brasileño para anotar el primer gol al borde del descanso. Lo único que llevarse a la boca en 45 minutos para olvidar.

Se acordaron de jugar al fútbol

Pero cualquier coincidencia con la primera parte fue pura casualidad en la segunda. Los entrenadores debieron recordar a sus jugadores en el vestuario en qué consiste este deporte. Y lo entendieron. El ritmo se convirtió en frenético. Ambos equipos buscaron la portería contraria y al partido le cambió la cara. Además, la salsa del fútbol, los goles, aparecieron por doquier. Golpeó primero Giacherini en la jugada más básica desde que se inventó esto del fútbol. Saque en largo de Buffon prolongación de Balotelli (taconazo magistral) y el centrocampista de la Juve fusilaba a Julio César.

Esto picó a Brasil, que gracias a un gran lanzamiento de falta de Neymar y a una fantástica acción individual de Fred parecía dejar sentenciado el partido. El encuentro estaba absolutamente loco, no se ajustaba a ningún guión, y eso, quieras que no, favorecía el espectáculo. La gente en el estadio y quienes lo seguían a través de la televisión disfrutaban por fin de un partido digno de sus contendientes. El público brasileño volvía a hacer la ola, pero ahora con un motivo deportivo. Su selección estaba ofreciendo el espectáculo que no había puesto en la primera mitad.

Lejos de rendirse, Italia se volcó en busca de su premio. Desde el buen trato de balón, quién lo hubiera dicho de Italia hace unos años, los de Prandelli empezaron a dominar el encuentro. Así, Chielini anotó el 2-3 en una jugada absolutamente estrambótica. A la salida de un córner, Balotelli era derribado por Thiago Silva, el uzbeco Ravshan Irmatov señalaba la pena máxima al mismo tiempo que el balón le llegaba al central de la Juventus, quien conseguía marcar. El colegiado se pasó el reglamento por el 'arco del triunfo', concedió la ley de la ventaja (que jamás la hay en un penalti) y el tanto subió el marcador para desesperación brasileña.

Los de Scolari se echaron la siesta, ya con Neymar en el banquillo, y le pudo costar el partido. El larguero evitó el empate de Maggio, y Mario Ballotelli dispuso de un par de acciones más para marcar. Brasil jugaba con el marcador, especulaba, lo que nunca ha hecho esta selección. Les valía el empate para ser primeros y, teóricamente, evitar a España. Finalmente consiguieron su objetivo, y hasta aumentaron la diferencia con otro tanto de Fred, pero esta 'canarinha' no enamora, está muy lejos de las grandes selecciones brasileñas, y si quieren ganar esta Confederaciones o más aún, ‘su’ Mundial, deben mejorar muchísimo.