Messi se basta y se sobra para derrotar a un buen Real Madrid
Messi es repudiado en Argentina, pero por el Camp Nou le veneran, idolatran y admiran. Y en la pasada madrugada volvió a demostrar que cuando se
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Messi es repudiado en Argentina, pero por el Camp Nou le veneran, idolatran y admiran. Y en la pasada madrugada volvió a demostrar que cuando se viste de azulgrana es otro. No hay color. Se disfraza de mejor jugador del mundo y marca las diferencias con el Real Madrid y con el resto de equipos, pero en especial con el eterno rival. Algunos le intentan comparar con Ronaldo, pero no hay comparación alguna. El argentino fue decisivo para que su equipo derrotara al Real Madrid por tres goles a dos en la vuelta de la Supercopa. Uno colecciona títulos y el otro distinciones individuales. Esa es la diferencia. El argentino ha sido en esta Supercopa el factor determinante para que el Barcelona sumara un nuevo título, tras dos clásicos intensos y de buen fútbol, oscurecidos por el número final, iniciado por Marcelo y secundado por unos y otros. El lateral saltó al terreno de juego con la intención de calentar el partido y lo único que hizo fue perjudicar a su equipo. Casillas justificó lo sucedido, insinuando que los azulgrana siguen buscando plaza en el teatro, pero tanto Marcelo como Pepe parecen haber perdido el norte, tal y como hizo Mourinho al meter el dedo en el ojo al segundo de Guardiola, Tito Vilanova (o "Pito Vilanova", como dijo en rueda de prensa el portugués) el esperpento final. Lástima. (Vea las mejores imágenes de la Supercopa).
Messi es repudiado en Argentina, pero por el Camp Nou le veneran, idolatran y admiran. Y en la pasada madrugada volvió a demostrar que cuando se viste de azulgrana es otro. No hay color. Se disfraza de mejor jugador del mundo y marca las diferencias con el Real Madrid y con el resto de equipos, pero en especial con el eterno rival. Algunos le intentan comparar con Ronaldo, pero no hay comparación alguna. El argentino fue decisivo para que su equipo derrotara al Real Madrid por tres goles a dos en la vuelta de la Supercopa. Uno colecciona títulos y el otro distinciones individuales. Esa es la diferencia. El argentino ha sido en esta Supercopa el factor determinante para que el Barcelona sumara un nuevo título, tras dos clásicos intensos y de buen fútbol, oscurecidos por el número final, iniciado por Marcelo y secundado por unos y otros. El lateral saltó al terreno de juego con la intención de calentar el partido y lo único que hizo fue perjudicar a su equipo. Casillas justificó lo sucedido, insinuando que los azulgrana siguen buscando plaza en el teatro, pero tanto Marcelo como Pepe parecen haber perdido el norte, tal y como hizo Mourinho al meter el dedo en el ojo al segundo de Guardiola, Tito Vilanova (o "Pito Vilanova", como dijo en rueda de prensa el portugués) el esperpento final. Lástima. (Vea las mejores imágenes de la Supercopa).