La campeona del mundo sigue teniendo hambre y ambición

España sufrió y padeció, pera ha vuelto a demostrar que no se le ha olvidado competir. Sin el juego ni la solvencia de otras ocasiones, la selección de Del Bosque derrotó a la República Checa por dos goles a uno, remontando el tanto de Plasil, el que hizo recordar los episodios de Argentina y Portugal, pero a diferencia de esos días, ante los centroeuropeos había puntos en juego, había competición y ahí España no perdona, se muestra insaciable.

En el día del centenario de Xavi, aunque terminó siendo la noche de Villa, la Roja logró una nueva victoria, tres puntos más que acerca su presencia en la Euro 2012. Y es que en Granada, España ha recuperado eso que algunos decían que había perdido, el carácter y el hambre de ganar, la ambición. La remontada deja buenas sensaciones tras unos minutos de dudas, de zozobra, pero España dio la vuelta al marcador fiel a su estilo, tocando y buscando el gol con buen gusto, nada de patadones o balones colagados.

España dominó de arranque. Salió mandando, mostrándose autoritaria sobre una República Checa que durante la primera media hora se dedicó a defender, a esperar las llegadas de una más que previsible campeona del mundo. Salvo en los cinco primeros minutos, en los que Xavi, Capdevila y Villa pudieron poner por delante a los de Del Bosque, la Roja no sorprendía. Excesivo toque, poca velocidad y menos desborde. La rapidez de Navas y poco más. El partido pintaba del gusto checo, que transmitía la sensación de saber dónde parar la creación española.

Otra vez un resultado adverso

Lo que nadie esperaba, tampoco los quinientos checos que estaban en Los Cármenes era que en el primer tiro a puerta de su selección iba a terminar dentro de la portería de un sorprendido Casillas. Y es que así se quedó el portero madridista cuando comprobó que Plasil le batió desde su casa con un lanzamiento raso y pegado al poste.  Pleno en efectividad. Los jugadores españoles se miraron unos a otros como buscando explicación a la aparición del ex de Osasuna y a su efectividad. Sin respuesta, pero otra vez la campeona del mundo se tenía que enfrentar a un resultado adverso, algo que empieza a ser común desde la noche de Soccer City.

El gol de la República Checa sirvió para que Torres saltara como un resorte desde el banquillo. A Del Bosque  no le gustaba el panorama. Sabía que tenía que meter mano al equipo. No funcionaba. Necesitaba un revulsivo, un cambio. Ni el empujón del final de la primera parte en la que Cech recordó que sigue siendo de los mejores porteros del mundo, fue suficiente para convencer al seleccionador. Villa tuvo dos ocasiones, pero entre el gafe que parecía perseguirle con eso de batir a Raúl y las apariciones del portero checo bastaron para que todo siguiera igual. Fueron diez minutos en los que Xavi e Iniesta conectaron.

El seleccionador sorprendió a todos. Al exceso de mediocentros reaccionó quitando a Xabi Alonso, el menos esperado, lo que sirvió para dar todos los galones a Busquets, auténtica referencia para Del Bosque. Xavi dio un paso atrás, mientras que Villa se fue a la banda izquierda, la posición en la que mejor ha rendido en los últimos tiempos con la selección y en la que juega en el Barcelona. El nueve del Chelsea fijó aún más a una poblada y excesiva defensa checa. Su presencia, sin estar efectivo ni acertado con el balón en los pies, sirvió para que el siete de España se sintiera más cómodo, con más espacio.

El dominio sin efectividad dio paso a los goles

La Repúbica Checa si ya se había mostrada rácana al máximo con el empate a cero, renunció a todo tras el descanso. Nueve se colgaron del larguero de Cech y el otro, Baros, se dedicaba a estar en el campo sin más. El dominio era aplastante, total, pero sin efectividad. A la selección le falaba algo, más desborde, capacidad de sorpresa y Del Bosque decidió tirar de de Cazorla en lugar de Capdevila, que no supo aprovechar la autopista que le dejaba Hubschman. Cazorla transmitió esa chispa que le faltaba a la Roja, pero lo cierto es que el dibujo había cambiado notablemente.

El tiempo avanzaba, pero España no variaba su apuesta futbolística. Buscaba el empate y lo hacía a su manera, tocando, formando sociedades tan del gusto de la mejor selección del mundo. Las oportunidades se repetían y lo hacían con Villa como protagonista. El azulgrana se liberó con la presencia de Torres y aparecía por todos lados, pero una y otra vez se encontraba con el portero del casco. Tal era la insistencia española que antes o después tenía que llegar el empate, más por insistencia que por buen juego.

Los goles y las celebraciones estaban reservadas para Villa. En su doble pelea, una con Raúl y la otra con Cech, el asturiano derribó todos los fantasmas de un golpe. Y lo hizo cuando más lo necesitaba España, cuando los aficionados empezaban a mirar el reloj. El azulgrana marcó y se liberó. Primero en un tiro raso que hizo doblar el espinazo a Cech y después tras un penalti cometido sobtre Iniesta. La historia es de Villa, y lo dicen los 46 goles que lleva con la Roja, lo que le convierten en el máximo goleador de la centenaria histroria de la campeona del mundo.

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