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Espargaró, Masiá... o cuando en las motos se está a un paso del puño de gas a las navajas
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COMPORTAMIENTOS INACEPTABLES

Espargaró, Masiá... o cuando en las motos se está a un paso del puño de gas a las navajas

Dorna tiene un serio problema si no controla de inmediato las cada vez más graves actitudes de los pilotos del campeonato del mundo dentro de la pista y fuera de ella

Foto: Aleix Espargaró en el pasado Gran Premio de Qatar.  (Studio Milagro / DPPIAFP7)
Aleix Espargaró en el pasado Gran Premio de Qatar. (Studio Milagro / DPPIAFP7)

"Les joda o no ha ganado un español y es lo que hay". De forma tan poco elegante celebró Jaume Masiá un merecido título de Moto 3 en Losail, en Qatar. El piloto valenciano tenía motivos para estar furioso en última carrera tras un año de luchas a cuchillo. La adrenalina juega malas pasadas, pero hay que pedir perdón ante comportamientos inaceptables cuando se bajan los ánimos. Y si no se sanciona, el precedente que se sienta es más que peligroso.

"Mi intención era seguir dándole caña (a su rival)", explicaba el de Algemesí: "Tenía unas ganas increíbles. Al final, me han calmado, aunque él también seguía haciendo el guarro, así que me parece muy injusto. Ya desde Malasia teníamos una estrategia con Adrián y me parece vergonzoso, inaceptable, que la Dirección de Carrera se rebaje al nivel de decirnos que Adrián no podía seguir a Sasaki, diciéndonos que no podía molestarle, que era injusto, que no podía estorbarle, cuando simplemente le seguía. No sé qué pensar". Si los comisarios deportivos del mundial de motociclismo quieren hacerse respetar, hay material en estas declaraciones para sancionar y no parar.

En el mismo fin de semana junto a un cúmulo de situaciones inadmisibles en Moto 3, hubo otras escenas poco edificantes en la categoría reina de MotoGP a cargo de Aleix Espargaró. El catalán protagonizó un incidente con Franco Morbidelli sin justificación alguna, con golpes de carenado y manotazos al casco incluidos. Aquí sí hubo sanción inmediata. 10.000 euros y cinco posiciones de retraso en la parrilla de salida. Espargaró posteriormente se disculpó, pero dejando caer que le parecía excesiva la sanción.

Espargaró y la reincidencia

El piloto de Aprilia tiene qu entender que no caben matices al disculparse ante una actuación inaceptable. Las alegaciones se hacen en privado a los comisarios deportivos y si estos ponen una sanción se acata, se hace una disculpa clara pública y punto. Lo mismo exactamente aplica para Jaume Masiá. ¿No hay unos padres, un manager, un jefe de equipo, que les haga ver lo evidente?

La reincidencia de Espargaró demuestra que necesita de un severo correctivo para lograr el autocontrol. De lo contrario, por mucho talento que atesore no tiene sitio en la absoluta élite del motociclismo. Si las estrellas no son sancionadas, no hay autoridad moral para dar ejemplo a los niños de las categorías. Esa es la gravedad del asunto.

El debate de las sanciones por antideportividad es recurrente en el mundial de motociclismo. El mito norteamericano Freddie Spencer fue incorporado al panel de comisarios para aportar el criterio de piloto. Y quizá por la presión de las redes sociales, por cuestiones comerciales o por razones extradeportivas, se ha desautorizado el criterio de Fast Freddie en ocasiones por tacharlo de ser muy estricto. Y aquí radica el problema de fondo: Cuando hay intereses que se contraponen a la aplicación estricta del reglamento.

Por ejemplo, la controversia surgida cuando se le comunicaba a Miguel Oliveira, su sanción para la temporada que viene. Pese a que el piloto portugués no participará en la última carrera de la temporada por lesión, la sanción -de momento- se mantiene. Parece justo que las sanciones no vayan de un campeonato al siguiente cuando se trate de infracciones técnicas que afecten a la temporada en curso.

Pero si la sanción tiene su origen en un comportamiento antideportivo del piloto, este debe cumplirla a la primera ocasión que pueda volver a competir. El principio de la sanción personal es la reeducación y no hay motivo que valga para que el castigo no se cumpla si este es merecido.

Aleix Espargaró tuvo hace pocas carreras un comportamiento lamentable ante sus mecánicos. Sus disculpas fueron claras e inmediatas, aunque no fue a mayores al considerarse un asunto interno de Aprilia. Pero a pesar de las disculpas, una sanción dura en ese momento, -por menosprecio público para trabajadores del campeonato-, hubiera sido apropiada. Se castiga una falta de autocontrol.

En una conversación personal con Max Rivola, el jefe de equipo de Aleix Espargaró no escatimaba elogios a su pupilo. El piloto de automovilismo Andy Soucek en otra conversación con quien les escribe estas líneas también habló maravillas del catalán como persona. Marc Marquez es otro tipo sensacional fuera de la moto, pero no hay que olvidar que cuando los pilotos se bajan la visera, son animales competitivos cuyas ansias por ganar pueden hacerles cometer todo tipo de disparates.

Esto no es un juego. Aquí la posibilidad de matarse tristemente es muy real y a las bestias o las atas en corto o un día te buscan un disgusto.

Comportamientos en pista inadmisibles

En la carrera de Moto3 la línea que separa los navajazos de los puños de gas es muy fina. Si lamentable fue el comportamiento del equipo Leopard con sus pilotos Adrián Fernández y Jaume Masiá, no menos condenables son otras acciones del japonés Sasaki y el holandés Veijer. Dorna como promotor y la FIM (Federación Internacional de Motociclismo) tienen que cuestionarse cómo se ha podido llegar a este nivel. En el pasado hemos visto sanciones duras a pilotos como Romano Fenati, pero de nada sirve un castigo ejemplarizante si después la mano dura brilla por su ausencia.

Nadie va a discutir el asunto del mal ejemplo para las nuevas generaciones. Sin minusvalorar la importancia que lo anterior, la obligación de poner coto a ciertas actitudes de los pilotos va mucho más allá. Los patrocinadores llegan cada vez con mayor dificultad al motociclismo y peor será la situación si los valores que como deporte transmite son rechazados por una opinión pública cada día más sensible. El dinero tampoco es lo importante, sino que la escalada de antideportividad no nos acabe llevando un día a un cementerio a llorar y lamentar algo que jamás debió de haber ocurrido.

"Les joda o no ha ganado un español y es lo que hay". De forma tan poco elegante celebró Jaume Masiá un merecido título de Moto 3 en Losail, en Qatar. El piloto valenciano tenía motivos para estar furioso en última carrera tras un año de luchas a cuchillo. La adrenalina juega malas pasadas, pero hay que pedir perdón ante comportamientos inaceptables cuando se bajan los ánimos. Y si no se sanciona, el precedente que se sienta es más que peligroso.

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