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El pionero que enseñó a Checo Pérez el 'cueste lo que cueste' para llegar a la Fórmula 1
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Adrián Fernández

El pionero que enseñó a Checo Pérez el 'cueste lo que cueste' para llegar a la Fórmula 1

México vive días dulces en su automovilismo con pilotos de su país que triunfan en Fórmula 1, Indycar y Nascar. Pero nada habría sido posible sin la labor del pionero que abrió puertas

Foto: Checo Pérez, en una imagen reciente. (EFE/Luis Licona)
Checo Pérez, en una imagen reciente. (EFE/Luis Licona)

Desde los tiempos del legendario Pedro Rodríguez, los mexicanos no tuvieron hasta la llegada de Adrián Fernández un piloto triunfante a nivel internacional. Héctor Rebaque a comienzos de los ochenta demostró ser un piloto de talento, pero no tuvo la continuidad necesaria para consolidarse ni en Fórmula 1 ni en el campeonato Indycar. Pasaban los años y aunque las carreras de coches a nivel local gozaban de buena salud, México no lograba que sus mejores talentos brillaran fuera de sus fronteras. Todo cambió con la aparición de nuestro protagonista de hoy, que además de poner a su país en el mapa del automovilismo mundial, fue esencial en la irrupción posterior de Checo Pérez.

Hoy día, cualquier piloto que quiera llegar a la Fórmula 1, lo va a tener muy difícil si no viene a competir a Europa. Pero hace treinta o cuarenta años, era imposible. Sin emigrar a Inglaterra y concretamente a competir en la Fórmula Ford, nadie iba a tener en cuenta a ningún piloto, por buenos que fueran sus resultados en su país. El principal problema para cualquier piloto mexicano de la época, es que podía tener acceso a buenos patrocinios para competir en casa, pero no había un solo peso disponible para correr en el extranjero. Menos aún, en competiciones que, por esenciales que resultaran en el proceso formativo, eran desconocidas al otro lado del atlántico.

placeholder Adrián Fernández celebra un podio. (GettyImages)
Adrián Fernández celebra un podio. (GettyImages)

Precisamente, en una visita a la gran final de la Fórmula Ford en el circuito de Brands Hatch, fue cuando Adrián Fernández tuvo claro que su futuro pasaba por emigrar, costara lo que costara. Lo que nunca imaginó aquel joven, es que su deseo iba a exigir una determinación fuera de lo común para lograrlo. "Vendí todo lo que tenía para pagar un anticipo para correr la Fórmula Ford en 1987, -explicó el piloto mexicano-, pero le di todo mi dinero a un tal Ken Stanford que era alguien influyente en el medio, pero fue desastroso todo, pues se quedó todos mis ahorros. Por si fuera poco, los apoyos económicos que esperaba de México, se fueron cayendo uno detrás de otro". Era solo el comienzo de una aventura de supervivencia digna de una serie de Netflix.

Situación límite

"Mi familia no era pobre, pero tampoco rica, -prosigue en su relato personal Fernández-, mi situación era tan difícil, que mi padre me habló de enviarme dinero de los ahorros familiares. En principio pensé en aceptarlo, pero luego me di cuenta, que sólo iba a alargar el problema. Tenía que ganarme el dinero por mí mismo o de otro modo poner fin a la aventura. Surgió entonces una oportunidad al otro lado del canal de la Mancha en el campeonato Benelux, pero surgió también otro problema inesperado: No tenía visado para salir del país".

De este modo, aquel jovencito mexicano tuvo que ingeniárselas para que algún camionero le permitiera cruzar la frontera escondido en sus bodegas como inmigrante ilegal y es que su situación, había llegado ya a un punto límite. Ya sólo le quedaban diez libras en el bolsillo después del primer rechazo en la frontera y en el Reino Unido, no tenía ningún sitio donde hospedarse o llevarse algo al estómago. La audacia en esta ocasión si tuvo premio y después de una angustia de cuatro horas escondido, finalmente pudo llegar a Holanda y encontrar una vía para subsistir.

Alternando trabajos de lo más variopinto, pudo retomar su actividad competitiva y de ese modo, año y medio después, pudo regresar al Reino Unido a materializar su sueño de competir en la Fórmula Ford. Allí compitió con la flor y nata mundial procedente del karting y los campeonatos nacionales. Allí se encontraban por ejemplo los españoles Jordi Gené, Álvaro de Arenzana y Victor López, que eran lo mejor del talento patrio en monoplazas, hasta la llegada un año después, en 1990 de Pedro de la Rosa.

El sueño americano

Fernández, a pesar de no estar en un equipo puntero logró varios podios y pole positions. A pesar de ello, no fue suficiente para que desde México surgieran los fundamentales patrocinios. El sueño de la escalada hacia la Fórmula 1 en Europa tocaba a su fin. No hubo más remedio entonces que hacer las maletas y regresar a América, pero el esfuerzo no había sido en balde. El campeonato Indycar, que en aquella época rivalizaba abiertamente con la Fórmula 1, empezó a prestar atención a ese chaval que lo estaba haciendo tan bien en el campeonato ‘Indy Lights’, que es el equivalente americano a la actual Fórmula 2. De ese modo, a finales de 1993 consiguió debutar con éxito en la máxima categoría del automovilismo norteamericano. México soñaba de nuevo.

Adrián ya si empezó a atraer muy en serio el interés de empresas de su país en patrocinarle y gracias a su talento, consiguió consolidarse como uno de los mejores pilotos de Indycar. Nunca ganó el campeonato, pero se mantuvo muchos años entre los mejores, logrando multitud de podios, victorias y pole positions. Sus éxitos deportivos le convirtieron en un ídolo de masas en su país natal, así como en la numerosa colonia mexicana residente en Estados Unidos.

Una relación fraternal

Crucialmente, uno de los artífices del éxito a nivel mediático de Fernández, fue Antonio Pérez Garibay, más conocido hoy día por ser el padre de Checo Pérez. 'Toño', durante muchos años, ejerció como mano derecha de Adrián en todos los asuntos de marketing y comunicación. El hecho de tener a un padre de colaborador directo del gran ídolo del automovilismo mexicano, hizo que desde muy niño, 'Chequito' tuviera ya inoculado el virus de las carreras. La relación entre ambos era tan estrecha, que sin tener lazos de sangre, se trataban entre ellos como tío y sobrino. La figura de Adrián fue clave para que Checo fuera progresando y que su llegada a Europa, esta vez sí permitiera el sueño de tener un mexicano triunfador en la Fórmula 1.

Ya retirado de las carreras. Adrián Fernandez ejerció como manager de Checo durante sus primeros años en Fórmula 1, pero la relación entre ambos se rompió a raíz de la abrupta salida de Pérez de McLaren a finales de 2013. El distanciamiento se prolongó hasta finales de 2020, hasta que el fallecimiento de la madre de Adrián volvió a reencontrarles. "Le escribí una carta a Checo y su padre diciendo que había que olvidar lo pasado, que nunca existió ninguna mala intención y que era bueno olvidar las diferencias", explicó Adrián por aquel entonces.

placeholder Imagen de archivo de Adrián Fernandez. (Pascal Rondeau /Allsport/Getty Images))
Imagen de archivo de Adrián Fernandez. (Pascal Rondeau /Allsport/Getty Images))

Afortunadamente, la situación pudo reconducirse y en el propio Gran Premio de México de hace dos años, Adrián y Checo sellaron con un abrazo público su reconciliación. "Con Adrián yo creo que el cariño siempre estuvo ahí, -admitió el actual piloto de Red Bull-. Al final fueron situaciones complicadas que pasaron, que ya se arreglaron y no queda ningún rencor. Fue simplemente un punto muy sensible en mi carrera, donde me estaba jugando el asiento y lo que se dijo me afectó bastante, me afectó bastante. Pero la vida es demasiado corta como para guardar rencor”.

Checo tiene enormes virtudes como piloto que seguro muchas de ellas se deban a la influencia de tener como mentor desde niño a Adrián. Pero quizá la mayor cualidad a nivel personal que une a ambos es la determinación en perseguir sus sueños. El espíritu de aquel joven Fernández capaz de jugársela como inmigrante ilegal en Holanda, está claro que pervive en el indómito Pérez del presente.

Desde los tiempos del legendario Pedro Rodríguez, los mexicanos no tuvieron hasta la llegada de Adrián Fernández un piloto triunfante a nivel internacional. Héctor Rebaque a comienzos de los ochenta demostró ser un piloto de talento, pero no tuvo la continuidad necesaria para consolidarse ni en Fórmula 1 ni en el campeonato Indycar. Pasaban los años y aunque las carreras de coches a nivel local gozaban de buena salud, México no lograba que sus mejores talentos brillaran fuera de sus fronteras. Todo cambió con la aparición de nuestro protagonista de hoy, que además de poner a su país en el mapa del automovilismo mundial, fue esencial en la irrupción posterior de Checo Pérez.

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