Lewis Hamilton y el gran dilema al que se enfrenta ante su peor momento en la Fórmula 1

Había que frotarse los ojos cuando en la vuelta 40 Max Verstappen dobló a Lewis Hamilton. Resulta increíble que quienes cinco carreras antes batallaban de poder a poder por el Campeonato del Mundo, ahora vivan en dos mundos tan diferentes: pelear por un Mundial uno, luchar para que no te saquen vuelta el otro.

A la humillación de ser doblado o quedarse fuera de los puntos, se unió el verdadero agitador de todos los fantasmas del británico, George Russell, el otro piloto de Mercedes que con una meritoria cuarta plaza restó excusas al mediocre rendimiento de Hamilton en el Gran Premio de la Emilia-Romaña. Al acabar la carrera, el británico se descartó del título en 2022. Tras solo cuatro carreras. El sábado dijo lo contrario: "Estoy 100 por 100 comprometido con este equipo y, pese a una mala racha, no está en mi ADN abandonar". En Imola, se vio claramente que Hamilton es una sombra de sí mismo. Sin sitio, sin garra y, lo que es peor, sin magia en las condiciones difíciles, su gran especialidad.

Un dilema vital inesperado

Este es el principal dilema para Hamilton: ¿está preparado para imponerse sobre Russell o para luchar por una décima plaza con la misma motivación que luchar por la victoria? No es fácil navegar a contracorriente en una Zodiac, cuando llevas años instalado en la comodidad de un yate. Frente a esta situación, Hamilton tendrá que decidir si está dispuesto a emplearse en este desafío, o no tiene sentido alguno hacer un sobre esfuerzo descomunal por magros resultados tras haber ganado todo lo que se puede ganar.

Russell ha superado a Hamilton bajo circunstancias similares tras solo cuatro carreras, lo que insinúa que el joven británico se enfrenta a la adversidad con más determinación que Hamilton. Si a lo anterior se suma la notoria falta de competitividad y el 'shock' que supone para Mercedes, era cuestión de tiempo que la tensión estallara. Así ocurrió con el enfrentamiento dialéctico del británico y Toto Wolff al término de la Q2 (la segunda fase de la clasificación), donde ambos coches quedaron eliminados. Al parecer, Wolff le reprochó a Hamilton la falta de consideración con los miembros de su equipo. No era la primera vez.

Las salidas de tono con los miembros del equipo no son desconocidas en Lewis. Las tuvo cuando peleaban por la victoria y no iba a ser menos cuando las cañas se han tornado en lanzas. Sin embargo, en el pasado los triunfos aliviaban todos los resquemores y el propio Hamilton sabía tener las palabras y gestos de agradecimiento y cariño una vez atemperada la adrenalina. Pero todo esto se ha acabado porque se siente engañado. Fundamentalmente, por Toto Wolff.

Promesas incumplidas

Cuando desconectó en invierno para lamerse las heridas de un título mundial que consideraba injustamente 'robado', se planteó la posibilidad de abandonar, reconocida por los propios interesados. La motivación para regresar se alimentó en vengar una dolorosa derrota con el ansiado octavo título mundial. Entonces, Wolff ofreció a Hamilton todo tipo de garantías de tener un coche y un motor a un nivel estratosférico para la nueva reglamentación. Promesas que, por lo visto ahora, no eran ciertas.

Toto Wolff no mintió deliberadamente a Lewis, pero quizá pecara de euforia ante los revolucionarios conceptos que desarrollaban sus ingenieros. Lo cierto es que el austríaco nunca imaginó verse en una situación tan decepcionante como la actual. Esos pontones laterales reducidos a la mínima expresión, que prometían ser la gran innovación de la nueva era aerodinámica, han demostrado ser un enorme fiasco. Y por lo que se ve, de difícil solución.

Wolff se apresuró a desmentir que realmente la discusión tuviera importancia, pero allí debía latir el reproche mutuo de un piloto que se siente engañado y utilizado ante unas promesas incumplidas y un jefe de equipo no dispuesto a tolerar más desaires a su organización. Conscientes del impacto de esa discusión ante las cámaras y de cómo se iban a seguir con lupa sus conversaciones por radio, ambos pactaron que en sus comunicaciones se percibiera un mensaje nítido de unidad.

Un mensaje de unidad

A pesar de que Hamilton finalizó nueve plazas por detrás de Russell, Wolff lanzó un sorprendente discurso por la radio al terminar la carrera: "Lo siento por el coche que tuviste que conducir hoy. Sé que era inmanejable. Esta fue una carrera terrible". Hamilton se mostró escueto: "No te preocupes, Toto. Solo seguid trabajando duro". "Saldremos de esto", contestó el jefe.

Para Hamilton, ha llegado el momento crítico de decidir si su mente está ya en Hollywood, con sus nuevos proyectos vitales, o, por el contrario, sigue en la sede de Brackley. para confirmar su extraordinaria clase como piloto y devolver la gloria a su equipo. Solo su mente sabe la respuesta al dilema.