De la publicidad del tabaco al 'bluff' de Moneytron: las criptos buscan su sitio en la F1

Estamos ante una industria absolutamente nueva, donde su primera experiencia de patrocinio en la Fórmula 1, apenas data de dos años cuando la compañía Futurocoin suscribió un acuerdo de patrocinio con el equipo RedBull. En apenas dos temporadas se ha mostrado el sector más pujante en los nuevos acuerdos de patrocinio, pues a día de hoy, nada menos siete equipos cuentan ahora con patrocinios del sector de las criptomonedas.

Tiene todo el sentido que este sector invierta con fuerza en la Fórmula 1, pues si se trata de algo de absoluta vanguardia en ningún otro deporte va a poder canalizar mejor el mensaje tecnológico y futurista que predican. Sin embargo, hay muchas incógnitas por despejar, no sólo por el lógico desconocimiento que existe alrededor de las monedas y activos virtuales, sino porque también se ciernen muchos interrogantes acerca de la solidez y reputación de estas empresas.

Sería muy injusto generalizar y meter en el mismo saco a todas las empresas del ramo, pero el fiasco el año pasado de la empresa IQONIQ, debe servir para recapacitar a cerca de la conveniencia de aceptar algunos de estos patrocinios o incluso de una posible regulación. Esta empresa basada en Mónaco contaba con acuerdos de patrocinio nada menos que con tres equipos de la especialidad (McLaren, Alfa Romeo y Williams). El hecho que en menos de un año se haya ido al garete debe servir para alertar de los peligros de aceptar cantidades ingentes de dinero de origen no siempre claro y, lo que es peor, meter en problemas financieros a los aficionados. Es un efecto del todo indeseado que, al calor del entusiasmo que produce la asociación de una empresa con su deporte, equipo o piloto favorito, se haya llevado a los seguidores a arriesgar su dinero en cuestiones complejas que encierran mucho riesgo.

El precedente de la prohibición del tabaco

La principal razón que prohibió en su día la publicidad del tabaco en la Fórmula 1 tuvo su origen en un estudio del departamento nacional de salud británico (NHS), que demostraba la correlación entre la publicidad y el aumento del consumo de cigarrillos, de repetirse casos de fraude o menoscabos financieros serios a los aficionados, va a ser cuestión de tiempo que llegue una normativa al sector. Ojo porque los patrocinadores vinculados a las transacciones económicas vía blockchain han movido la nada despreciable cifra de 720 millones de euros en patrocinios deportivos la pasada temporada, según un estudio de Global Data. Poca broma.

Es un terreno cuando menos peligroso. En el caso concreto de IQONIQ (una plataforma de implicación emocional de fans) el golpe de reputación para McLaren cuando ve que seguidores de su equipo han perdido dinero es tremendo. No es la mejor forma de ganar el cariño y confianza de tus seguidores. Cuando a ello le unes el acuerdo con la empresa turca de transacción de criptomonedas turca Bitci, que apenas ha durado un año, todo empeora. La razón oficial (aunque no muy creíble) es que han sido cambiados por otra empresa del sector llamada Tezos supuestamente porque es ‘más respetuosa con el medioambiente’ en sus procesos.

Porque la cuestión medioambiental genera controversia alrededor de la conveniencia de este tipo de patrocinios en la Fórmula 1. En unos momentos que el deporte está tratando de defender la sostenibilidad como uno de sus principales valores, chirría un poco abrazar de una forma tan evidente todo el dinero procedente de un sector, que consume recursos energéticos de forma masiva a través de lo que se conoce como minería en las transacciones.

Un reciente estudio de la Universidad de Cambridge estimó que solamente BitCoin que es la más conocida de las criptomonedas consume en sus operaciones alrededor de 121 teravatios hora al año, la energía equivalente a un país desarrollado de tamaño medio, superando a los Países Bajos, Emiratos Árabes Unidos o Argentina. Es cierto también que lo que es una aparente tara como ocurre con los derivados petrolíferos, la investigación y desarrollo inherente a la Fórmula 1, puede contribuir a que todos estos procesos se realicen en el futuro de forma más eficiente. No es, por tanto, una barrera insalvable la asociación, pero necesitará de resultados tangibles para que el discurso sea creíble.

La Fórmula 1 como herramienta de impacto global

En la Fórmula 1 no es la primera vez que llegan en tromba compañías de un sector con cantidades ingentes de dinero, con el afán de promocionarse rápidamente. Esta necesidad es lo que realmente une a todas las compañías de este tipo, pues en un área que prevé un desarrollo exponencial en estos próximos años, la máxima de que ‘el que golpea primero, golpea dos veces’ resulta evidente. Ningún deporte ofrece quizá la posibilidad de alcance global con una única inversión que ofrece la Fórmula 1 y de ahí que resulte un caramelo tan apetecible para empresas ‘con prisas’ por darse a conocer.

Podemos recordar como con la explosión de las ‘punto com’ hace dos décadas se gastó dinero a espuertas por parte de compañías en las que en muchas ocasiones detrás no había más que humo. También fueron llamativos fraudes financieros como el protagonizado por la empresa Moneytron que llegó a tener su propio equipo en la categoría o el más reciente 'title sponsor' del Gran premio de Austria, conocido por Eyetime. Dos estafas piramidales de manual en ambos casos.

El tiempo dirá si las criptomonedas será algo verdaderamente común en nuestras sociedades. El perfil de aficionado a la Fórmula 1 es receptivo a las innovaciones tecnológicas y podemos esperar que estos patrocinios hayan venido para quedarse y no ser flor de un día. Algunos desaparecerán, pero los más sólidos financiera y reputacionalmente hablando seguirán presentes. No descarten de aquí a poco tiempo un equipo renombrado con una criptodivisa o una empresa de activos digitales no fungibles (NFT).

A lo largo de esta misma temporada vamos a ir viendo seguro una criba del sector, viendo como sobreviven las más fuertes y las más débiles acaban absorbidas o directamente desaparecen. También se verá si estamos ante un ‘bluff’ o ante la creciente realidad de un sector que reclama su espacio en la sociedad actual.