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Caretas fuera: Red Bull y Mercedes quieren ganar el título por lo civil o por lo ‘criminal’
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Caretas fuera: Red Bull y Mercedes quieren ganar el título por lo civil o por lo ‘criminal’

Los dos equipos aspirantes al título han entrado en una escalada de decisiones que buscan retorcer el reglamento y llevar al límite sus opciones, aún a costa del sentido deportivo

Foto: Ni Toto Wolff (izqda.) ni Christian Horner (dcha.) disimulan ya sus 'navajazos'.
Ni Toto Wolff (izqda.) ni Christian Horner (dcha.) disimulan ya sus 'navajazos'.
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A estas alturas de la temporada ya nadie lo oculta. En la lucha por el mundial de pilotos se irá al límite del reglamento y más allá si se permite. Las últimas actuaciones de Mercedes y Red Bull, explorando todas las argucias legales posibles, confirman que la caballerosidad y el espíritu deportivo definitivamente ya no va con ellos. La guerra a carra de perro entre Lewis Hamilton y Max Verstappen en el asfalto tiene su réplica en los despachos, con Toto Wolff en Mercedes y Christian Horner en Red Bull dispuestos a todo con tal de que no se escape el título de 2021.

Desde el primer momento se vio en Sochi que los equipos trabajan con frenesí para retorcer el código técnico y deportivo de la Fórmula 1, tratando de buscar esa ventaja por nimia que parezca. Porque este es campeonato disputado como no se había visto quizás en décadas, y cualquier punto adicional puede inclinar a uno u otro lado la balanza en la última carrera, el 12 de diciembre en Abu Dhabi.

placeholder A diferencia de otras ocasiones, Bottas no pareció demasiado interesado en prestarse al juego de 'frenar a Verstappen'.
A diferencia de otras ocasiones, Bottas no pareció demasiado interesado en prestarse al juego de 'frenar a Verstappen'.

Marcaje al cuerpo

Los primeros en disparar fueron Red Bull, que ante la penalización de tres posiciones que arrastraba Max Verstappen vieron la ocasión ideal para cambiar uno de sus motores aunque supusiera caer al final de la parrilla. El trazado de Sochi no es de los peores para adelantar, y las simulaciones ofrecían un escenario favorable de alta competitividad. Se descartaba una posible victoria, pero, leyendo el reglamento, era la mejor ocasión de penalizar, y ahora es Lewis Hamilton quien tendrá que buscar ese momento.

Pero Mercedes respondió al día siguiente cambiando la unidad de potencia de Valtteri Bottas. En principio por una razón parecida (sustitución de unidad fatigada), pero sin esforzarse en disimular que el verdadero propósito era mandar al piloto finlandés al final de la parrilla para frenar la progresión de Verstappen. El lenguaje directo y sin rodeos típicamente germánicos de Toto Wolff no dejaba lugar a dudas: algo así como un 'nos importa un bledo lo que piensen, nosotros vamos a saco retorciendo el reglamento cuanto nos permitan'. La jugada salió regular porque Verstappen adelantó a Bottas sin despeinarse y logró un valioso segundo puesto en el peor escenario de los posibles. Pero las intenciones sobre lo que nos espera de aquí a final de año quedaron claras como el agua.

Si quedaban dudas, el propio Wolff se encargó de despejarlas después de la carrera: a partir de ahora serán más ‘agresivos para maximizar sus puntos’ (¡como si no lo hubieran sido hasta ahora!), y se despachaba así en la revista británica 'Autosport': "En cierto modo no estamos maximizando nuestra posible obtención de puntos, y eso es lo que pasó hoy (por ayer). Creo que la calidad fue el factor decisivo", declaró el jefe del equipo Mercedes. "Valtteri volvió después de una penalización del motor que sabíamos que era difícil, y terminamos con un primero y un quinto, eso es muy bueno, sin duda alguna. Pero Max se recuperó de una forma espectacular, y eso no es bueno para nosotros en el campeonato". Los zascas a su piloto y a su equipo por no haber sabido frenar la progresión de Verstappen eran evidentes, y si tiene que recriminar y meter presión a su gente en público lo hace sin problemas.

placeholder Mientras toda la 'agresividad' entre Hamilton y Verstappen se quede en el champán, mejor para todos.
Mientras toda la 'agresividad' entre Hamilton y Verstappen se quede en el champán, mejor para todos.

Sin espacio para los caballeros

No vivimos en los finales 50, cuando Peter Collins o Stirling Moss perdían mundiales en actos de caballerosidad frente a Juan Manuel Fangio o Mike Hawthorn. Pero a mayor cantidad de acciones retorciendo el reglamento para buscar ventaja, mayor espacio a la polémica y menos a la épica de una lucha titánica por un título que se recordará en el futuro. Sin embargo, no parece que ni el promotor Liberty ni la FIA estén muy capacitados o tengan autoridad para oponerse a unas prácticas poco edificantes que pueden terminar en algo verdaderamente feo. Ojalá que no veamos a los pilotos de Alpha Tauri haciendo cosas raras para perjudicar a Lewis Hamilton o pilotos de Mercedes como Russell haciendo ‘encargos’ moralmente dudosos para frenar a Max Verstappen.

En Liberty parecen más bien encantados por todo el interés que genera la polémica, haciendo buena la frase de Steve McQueen en la película ‘Le Mans’: "Si la prensa se ocupa de nosotros, eso es dinero". Los canales oficiales de difusión de la Fórmula 1 parecen encontrarse cómodos difundiendo esta situación. Un tema es mantener la neutralidad y otra que el propio Ross Brawn ni se moleste en mencionar una espiral de ‘juego sucio’ que va creciendo. Que Ross Brawn repruebe usos poco edificantes del reglamento sería como poner al zorro al cuidado de las gallinas. Las órdenes de equipo e interpretar torticeramente las normas siempre existió en la Fórmula 1, pero el salto exponencial llegó cuando Brawn y Jean Todt (hoy presidente de la FIA) dirigían Ferrari en los años de dominio de Michael Schumacher. Los menos indicados para hablar son hoy día los responsables de que la deportividad impere, así que es lógico que asalten dudas sobre la autoridad del cuerpo arbitral.

Este escenario podría evitarse si las normas fueran claras y no el galimatías actual creado entre equipos y federativos. Como acertadamente recordaba el legendario ingeniero argentino Enrique Scalabroni es la consecuencia de reglamentos rebuscados que facilitan el espacio a juegos políticos. Aquella frase del gran Luis Aragonés de ganar las finales por lo civil o por lo ‘criminal’ es muy ocurrente y divertida, pero Mercedes, Red Bull y sus pilotos cada vez más se la están tomando al pie de la letra. Así que las victorias, 'por lo civil' siempre.

A estas alturas de la temporada ya nadie lo oculta. En la lucha por el mundial de pilotos se irá al límite del reglamento y más allá si se permite. Las últimas actuaciones de Mercedes y Red Bull, explorando todas las argucias legales posibles, confirman que la caballerosidad y el espíritu deportivo definitivamente ya no va con ellos. La guerra a carra de perro entre Lewis Hamilton y Max Verstappen en el asfalto tiene su réplica en los despachos, con Toto Wolff en Mercedes y Christian Horner en Red Bull dispuestos a todo con tal de que no se escape el título de 2021.

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