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CAMBIOS RADICALES EN LA F1

"¿Crees que la Fórmula 1 es previsible? ¡Vete a la casa de apuestas y fórrate!"

Las carreras al sprint han recibido todo tipo de valoraciones y críticas. En el fondo late la permanente necesidad y complejo de la Fórmula 1 por captar la atención a toda costa de nuevos públicos y entretener a los ya asiduos

Foto: Azerbaijan formula one grand prix
Azerbaijan formula one grand prix

El siempre elocuente Bernie Ecclestone despachaba así a los 'quejicas crónicos' cuando le pedían cambios para mejorar su show. La realidad es que el magnate inglés artífice en gran medida del espectáculo global que es hoy día, tenía buenas razones para mostrarse tan displicente con los críticos a su deporte. Quien incluso llegó a competir en Grandes Premios a finales de los años cincuenta sabía sobradamente que la Fórmula 1 puede ser igual de previsible o de aburrida que cualquier otro deporte. Ecclestone defendía que el espectáculo es así, con sus ciclos o temporadas buenas y otras no tan buenas. Pero si tan malo era el espectáculo como algunos pretendían ¿Por qué la Formula 1 se había convertido en la especialidad con mayor seguimiento global? Le reciente experimento de las carreras sprint, tan controvertido, es el mejor ejemplo. Y pilotos como Fernando Alonso y Alain Prost han hablado sobre ello

La Fórmula 1, efectivamente es el espectaculo deportivo anual con mayor número de seguidores en el planeta. El fútbol como deporte es muy superior a las carreras de coches, pero cuando la comparativa se desglosa en Ligas locales, Champions League, Copa Libertadores, etc. ninguna competición por separado obtiene los números de la máxima especialidad del automovilismo.

Sorprende por tanto que una especialidad de un éxito tan abrumador esté permanentemente bajo sospecha y viva en la urgencia permantente para mejorar su formato. Precisamente con el fútbol hacía Fernando Alonso una comparativa con la que resulta difícil no estar de acuerdo: “No veo ningún otro deporte tan preocupado por hacer mejoras en el espectáculo, -argumentaba el piloto asturiano-, veo fútbol, que normalmente es el rey de los deportes y hay un montón de partidos que son muy aburridos. A la semana siguiente, no veo que haya ningún drama, no hay ningún cambio, pero tampoco hay sugerencias para cambiar el juego, hacer más grande la portería o hacer que juegues sin porteros para mejorar el espectáculo.

placeholder Fernando Alonso cuestionaba recientemente esta necesidad de hacer cambios en la competición
Fernando Alonso cuestionaba recientemente esta necesidad de hacer cambios en la competición

El tiempo pasado no fue mejor

El problema a menudo está más con los propios aficionados al deporte,que con los ocasionales o quienes rarísima vez han mostrado interés por la Fórmula 1. Muchos de estos aficionados críticos hablan siempre del pasado como si las batallas épicas, la igualdad y la emoción fueran la norma común. Pero nada más lejos de la realidad. Sirva de ejemplo la era de los motores turbo a menudo calificada como 'la edad de oro' del automovilismo. Salvo 1982 y 1985, el resto de temporadas de aquellos espectaculares motores tuvo unas diferencias abismales entre los primeros y los últimos de la parrilla (del orden de diez segundos a veces) y unos dominios abrumadores de los coches de Lauda y Prost en 1984, Piquet y Mansell en 1986 o Senna y Prost en 1988 que eran capaces incluso de doblar al resto de la parrilla.

Es cierto que en la Fórmula 1 se dan ciclos de dominio que hacen la competición previsible y aburrida, pero igual de cierto es que no hay deporte que no sufra en mayor o menor medida este fenómeno. La Liga española de Fútbol desde hace décadas es un absoluto monólogo de Madrid y Barça con alguna rara excepción del Atletico, el golf vivió una época de dominio abrumador de Tiger Woods, pero nadie promovió una manifestación en St.Andrews para cambiar sus centenarias reglas, Tampoco hubo protestas por un Roland Garros que te forzaba a ver partidos de cinco horas aunque siempre acabara ganando Rafa Nadal.

También Alain Prost

Aunque ell campeonato del año pasado y varios anteriores quizás fueran un poco tostón, este año estamos viviendo una temporada de leyenda con la pelea entre Verstappen y Hamilton. Aún así parece haber mas interés en cambiar el deporte que en disfrutarlo cuando nos ofrece el espectáculo que tanto dicen algunos que carece. No sólo Fernando Alonso resalta esa extraña tendencia a autoflagelarse de algunos seguidores de la Fórmula 1. Estos días también Alain Prost arremetía contra esta tendencia de hacer cambios, muy temeroso que acaben desnaturalizando el deporte tal y como lo conocemos.

“Creo que está bien que la Fórmula 1 pruebe cosas nuevas, pero primero hay que preguntar el porqué y sobre todo no alterar la piedra angular de la Fórmula 1, que es que gana el mejor coche y el mejor piloto porque son los mejores”, a la vez avisaba tajantemente: “Odio la idea de las parrilas invertidas, como terminen por introducirlas me marcharé de este deporte. Soy tradicionalista y creo que sería lo peor que puedes hacer a la Fórmula 1.” El mito francés del automovilismo defiende su visión tradicionalista. Quizá no sea una cuestión de ser tradicional versus moderno, sino de concepto: de prevalecer siempre que gane el mejor. Si la Fórmula 1 termina en contra de la propia esencia competitiva podría iniciar una espiral muy peligrosa que a la larga acabe expulsando del deporte a más aficionados de los que quizá ingenuamente creen que van a atraer.

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La temporada actual con la lucha al límite entre Hamilton y Verstappen está siendo un espectáculo apasionante

¿Disruptivos frente a puristas?

Esta moda de cambios para 'mejorar el show',tiene demasiado aroma a reunión de marketinianos que creen reinventar la rueda, mucho mas que de analisis sesudo de la historia del deporte. Si ponemos a la Fórmula 1 en el contexto global del mundo del entretenimiento habría que explicar a algunos de estos pretendidos 'gurús' de la mercadotecnia que ese viaje para captar al público más joven en la Fórmula , es una cantinela recurrente en este deporte como poco desde hace cuatro décadas. El grueso del público de la Fórmula 1, se pongan como se pongan los 'disruptivos', siempre ha sido maduro. No quiere decir que no hubiera aficionados jóvenes en el pasado pero, al igual que ocurre en el presente, el grueso de aficionados siempre ha girando en los últimos cincuenta años mayoritariamente en la franja de los 35-55 años.

John Hogan, durante décadas gran jefe de los patrocinios de Marlboro en la Fórmula 1, siempre respondía vehementemente cuando le pinchaban acerca de la mala influencia del tabaco entre la gente joven y el defendía con datos en la mano que el automovilismo siempre fue, es y será un deporte maduro, y que las encuestas independientes no engañaban. El branding en la Fórmula 1 influye en la capacidad de compra de gente madura no en la de esos jóvenes a los que ahora parece que hay que venderles el alma de una competición con la esperanza que la hagan caso.

Probablemente sería más razonable no poner a esa gente joven barreras de entrada con canales de pago, practica imposibilidad de contacto directo con sus pilotos preferidos, precios de entrada desorbitados, etc. Ante la brutal oferta de entretenimiento gratuito del que dispone la gente joven en la actualidad la solución pasa por facilitar las cosas y, una vez que ya los tienes en tu parque de atracciones, valorar si puedes mejorar la experiencia. La solución no es crear ese mundo maravilloso que supones que va a ser del agrado del público joven y que además va a disfrutarlo pagando un dinero que no tienen. Así que todos los críticos del deporte que sólo ven urgencias para cambiar un formato que ha funcionado razonablemente bien durante setenta años, deberían pensar en esa frase genial de Bernie Ecclestone: SI creeis que es que la Fórmula 1 es aburrida y previsible, ¡directos a la casa de apuestas a forrarse!

El siempre elocuente Bernie Ecclestone despachaba así a los 'quejicas crónicos' cuando le pedían cambios para mejorar su show. La realidad es que el magnate inglés artífice en gran medida del espectáculo global que es hoy día, tenía buenas razones para mostrarse tan displicente con los críticos a su deporte. Quien incluso llegó a competir en Grandes Premios a finales de los años cincuenta sabía sobradamente que la Fórmula 1 puede ser igual de previsible o de aburrida que cualquier otro deporte. Ecclestone defendía que el espectáculo es así, con sus ciclos o temporadas buenas y otras no tan buenas. Pero si tan malo era el espectáculo como algunos pretendían ¿Por qué la Formula 1 se había convertido en la especialidad con mayor seguimiento global? Le reciente experimento de las carreras sprint, tan controvertido, es el mejor ejemplo. Y pilotos como Fernando Alonso y Alain Prost han hablado sobre ello

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