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La vida de dos genios sobre ruedas: nada ha parado a Frank Williams y Stephen Hawking
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la ela y un accidente de tráfico en 1986

La vida de dos genios sobre ruedas: nada ha parado a Frank Williams y Stephen Hawking

Inmovilizados por la enfermedad y un accidente, ambos han explotado al máximo sus vidas gracias a una gran potencia intelectual y emocional y a pesar de sus enormes limitaciones

Foto: Frank Williams junto a Stephen Hawking en Grove. (Foto: Twitter de @WilliamsRacing)
Frank Williams junto a Stephen Hawking en Grove. (Foto: Twitter de @WilliamsRacing)

“Hemos tenido un invitado muy especial en Grove ayer. Gracias por visitarnos, profesor Stephen Hawking, ha sido un placer para nosotros poder mostrarte todo”. Frank Williams y el famoso físico británico aparecía ambos juntos en sus correspondientes sillas de ruedas. Dos personalidades únicas por su capacidad para trascender sus graves limitaciones y cosechar logros increíbles en sus respectivos campos de actuación.

¿Qué fuerza emocional y psicológica han necesitado Hawking y Williams para superar sus respectivas circunstancias? El primero, por culpa del mal de Lou Gehring, un tipo de esclerosis lateral amiotrófica que comenzó a afectarle cuando empezaba la veintena. El segundo, por un accidente automovilístico cuando vivía el punto álgido de una difícil y azarosa trayectoria profesional.

Esa fotografía compartida personificaba los grandes desafíos de dos seres humanos excepcionales. Cuando el físico británico recibió su diagnóstico, iba acompañado con una expectativa de vida que no superaba los dos años. Como él mismo ha reconocido en su libro “Mi breve historia”, la perspectiva de una muerte temprana imprimió la urgencia de afrontar todos los desafíos intelectuales posibles. Vaya si lo hizo. Que le pregunten a los agujeros negros. Por su parte, Williams se sumergió más si cabe en su equipo de Fórmula 1 desde el momento en que salió del hospital tras su grave accidente. Que le pregunten a sus rivales.

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Williams no tuvo tanta suerte

Williams vivía una frenética vida profesional con su equipo de Fórmula 1. Prácticamente desde la miseria económica, fue poco a poco cumpliendo su sueño iniciado en 1970 a través de multitud de peripecias. Después de años de penurias y una lenta pero progresiva ascensión a la cima, su equipo dominaba la Fórmula 1 en 1986, asociado con Honda. Y llegó aquel 8 de marzo.

El equipo había completado unas jornadas de entrenamientos privados en el circuito francés de Paul Ricard. Nervioso porque pensaba que perdía el avión, Williams cogió apresuradamente su Ford Sierra de alquiler, acompañado de Peter Windsor, entonces del manager de patrocinio de equipo y hoy periodista. El británico reconoció que habitualmente solía conducir como “un holigan”. Las carreteras de la zona, estrechas, sinuosas y bacheadas eran caldo de cultivo para el accidente. Las suspensiones del coche de alquiler no soportaron el trato de Williams y el Sierra se salió fuera de la carretera.

Tras varias vueltas de campana, el coche se detuvo boca abajo. El techo de la parte del conductor estaba casi aplastada. Windsor sufrió algunos rasguños, pero milagrosamente había quedado indemne. Pronto comprendió que la suerte de Williams era muy distinta: no podía moverse. Le sacó como pudo del coche y llamó al equipo.

Una línea telefónica directa con el equipo

Nigel Mansell y otros miembros del equipo salieron desde el circuito para encontrarse con el escena: Williams se quejaba de los dolores pero, sobre todo, no podía ponerse de pie. La ambulancia tardó casi una hora. Williams fue trasladado al hospital de Marsella, donde pronto se comprendió la realidad. Las lesiones en la espina dorsal prácticamente habían dejado paralizado al británico hasta la altura de la cabeza. Una compleja operación estabilizó sus constantes vitales ante el peligro constante de colapso de su sistema respiratorio. Tuvo que se trasladado a Londres en un avión especial.

En el London Hospital, Williams pasó semanas, en la unidad de cuidados intensivos, y en algunos momentos se temió seriamente por su vida. Su familia y todos los miembros del equipo eran conscientes de que la única parte activa de su cuerpo sería únicamente su cerebro. Casi, como Stephen Hawking. Los doctores propusieron en un par de ocasiones a Ginny, su mujer, desconectar las máquinas que le asistían vitalmente. Se negó.

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Sid Watkins, el responsable médico de la Fórmula 1, también se incorporó a su cuidado. “Cuando abrió los ojos por primera vez y me vio, me dijo “gracias por venir a ayudar”. Fue un paciente maravilloso, siempre decía gracias y por favor por todo y no se quejó ni una sola vez de su mala fortuna” recordaba en su autobiografía el doctor. Bernie Ecclestone estuvo siempre cerca de Williams, tanto personal como materialmente, y desde entonces se estableció una especial relación entre ambos. Poco a poco, Williams se fue recuperando. Le pusieron una línea telefónica directa para estar en contacto con el equipo. Cinco meses después del accidente, Ecclestone organizó un vuelo especial para Frank, Ginny y una enfermera, en el que viajó a Brands Hatch para la primera jornada de entrenamientos del Gran Premio.

Ya no viajará más a los grandes premios

Como Hawking, aunque en otras circunstancias, la mente de Williams se hizo cada vez más activa como consecuencia de su falta total de movilidad. Paralizado en sus extremidades, lógicamente se movía en silla de ruedas, acompañado las veinticuatro horas del día por asistentes que le atendían y movilizaban. Esa fue la tónica de su existencia desde entonces. “Pero la vida tenía que seguir, y seguí en el negocio en el que ya estaba, la Fórmula 1” explicaba el propio Williams en un reportaje.

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“Frank no pierde el tiempo con cosas con las que no puede hacer nada”, explicaba Peter Windsor sobre el británico, “es totalmente pragmático y positivo sobre cómo superar el próximo desafío. Afronta sus problemas de una manera muy tranquila”. Y exactamente así fue como afrontó las consecuencias de su accidente. Nunca se le escuchó una queja. “Pero hablando genéricamente, fue un hándicap, en el verdadero sentido de la palabra”, se permitió confesar en el mencionado reportaje, no sin antes hacer una expresiva pausa.

Sir Frank Williams cuenta con nueve campeonatos de Constructores y siete de Pilotos. Recientemente superó una grave enfermedad, y en septiembre su hija Claire anunció que, desgraciadamente, ya no podría viajar más a la Fórmula 1. Lo que ha hecho hasta los 75 años. “Está obsesionado con las carreras, toda su vida ha sido y es la Fórmula 1. Es una pena que no pueda viajar más, pero todavía la ama tanto como el primer día”. Sobre cuatro, o sobre dos ruedas. Daba igual.

“Hemos tenido un invitado muy especial en Grove ayer. Gracias por visitarnos, profesor Stephen Hawking, ha sido un placer para nosotros poder mostrarte todo”. Frank Williams y el famoso físico británico aparecía ambos juntos en sus correspondientes sillas de ruedas. Dos personalidades únicas por su capacidad para trascender sus graves limitaciones y cosechar logros increíbles en sus respectivos campos de actuación.

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