¿Para qué sirve la presentación de un coche de Fórmula 1?

El monoplaza que se descubre el día de la presentación de un equipo de Fórmula 1 tiende a variar considerablemente con respecto al que participa en la Q1 de la primera carrera del año. Lo que más les asemejan es el color. Técnicamente, no se pueden obtener un análisis concluyente y sólo una apreciación estética de por dónde van a ir los 'tiros'. Nada más. El objetivo real de la presentación es puramente comercial. Ese día se pintan las caras y los patrocinadores con el color  del equipo al que acompañarán durante la temporada. El diseño del coche es lo de menos.

Puede que la emoción generada al destapar un monoplaza desaparezca nada más pensar que ese no será el coche que esté en la línea de salida en Australia. Sin embargo, el mero hecho de que se produzca algún ligero cambio en el perfil o de algún patrocinador ya resulta novedoso y llamativo. Pero todo se queda ahí, en una fina capa superficial que viste y destaca de cara a las cámaras.

La época aerodinámica en la que está sumergida la actual Fórmula 1 provoca un juego en el que resulta de vital importancia ocultar las cartas al rival. Existe obsesión por no dar ninguna pista y menos antes de comenzar. Sería de locos mostrar en público parte de las armas que un equipo ha ‘fabricado’ durante la pretemporada.

Del 'invadir' una ciudad a 'Youtube'

Dejando de un lado la prácticamente nula aportación técnica y deportiva de una presentación, el aspecto comercial acapara la atención del acto. Como si se tratara de una 'quedada' en el paddock durante un Gran Premio, todas las marcas presentes en el proyecto acuden para ver cómo reluce su ‘pegatina’ mientras decenas de periodistas y cámaras se pelean por obtener una porción del equipo… siempre y cuando dicho evento se desarrolle en la factoría del equipo o similar.

La espectacularidad en una presentación alcanzó su punto álgido en el invierno de 2007, cuando McLaren presentó en Valencia por todo lo alto a su flamante fichaje, Fernando Alonso. Telecinco emitió aquel día la presentación en directo y dispuso 120 personas, 25 cámaras y 8 grúas para cubrir la totalidad del recorrido. El equipo de Woking contó con un trazado en torno a la Ciudad de las Artes y las Ciencias y para el despliegue se prepararon pantallas gigantes. La ‘construcción’ de este circuito costó a la Generalitat y patrocinadores 1,2 millones de euros, además de cortar diferentes calles, comercios, etc. Una parte de la ciudad se paralizó para tal ocasión.

Hoy en día esa presentación parece del Pleistoceno. A otra época que raramente se volverá a vivir. Ese despliegue se ha reducido a la emisión por internet -en directo- del evento y desde la propia factoría, en el mejor de los casos. Sin tanta parafernalia, es más directo, más mediático y llega a más periodistas y aficionados. Hay otros que se evitan ese montaje enfocado a Internet y apuntan a la simplicidad, practicidad y el ahorro de cualquier coste: presentan el monoplaza unas horas antes de que arranque en los primeros test.