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La familia De Villota: nacidos para correr
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MARÍA CRECIÓ EN UN AMBIENTE DONDE SE RESPIRABA GOMA QUEMADA Y GASOLINA

La familia De Villota: nacidos para correr

“Esa familia vive por y para las carreras de coches. Es tremendo”. Así veía un periodista que ha cubierto la actualidad del motor durante décadas a

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La familia De Villota: nacidos para correr

“Esa familia vive por y para las carreras de coches. Es tremendo”. Así veía un periodista que ha cubierto la actualidad del motor durante décadas a los De Villota, cuando en marzo se enteró que María había fichado como piloto probador de un equipo de Fórmula 1. Al ‘plumilla’ no le faltaba razón puesto que la parentela ha formado un organigrama perfecto en el que cada miembro desempeña una función relacionada con la competición. Una empresa familiar liderada por el padre, Emilio, que cabalgó entre la locura y la valentía al ser el pionero de la F1 moderna en España, allá por los años 70, explicando a sus paisanos que “un Fórmula 1 es un coche con las ruedas por fuera”. Supuso una lucha por alcanzar un sueño impensable, un coraje que, por lo visto en los últimos meses, ha heredado una María que el martes pasado, tristemente, puso fin a su carrera como piloto.

Hay quien nace en su casa rodeado de una raqueta y una pista de tenis, un balón y una canasta o una portería y una pelota de fútbol. Algunos tienen fácil la posibilidad de deslizarse por la ladera de una montaña cubierta de nieve y otros de desarrollar su psicomotricidad con los deportes náuticos. Isabel, María y Emilio de Villota Junior, los hijos de Emilio, crecieron con la facilidad de tener un kart entre las manos.

Muy al principio, Emilio enfocó su atención en las aptitudes del pequeño Emilio. En los 80, a nadie se le ocurría pensar que una chica pudiese participar en una carrera de coches. Pero María demostró desde pequeña que también le gustaba la velocidad. Ante tal interés, Emilio, como padre, no tuvo elección y dejó que ambos se embarcasen en el mundo del automovilismo.

Dos hermanos con carreras paralelas

María y Emilio Jr. llevaron carreras paralelas hasta que en 2008, el pequeño de los hermanos, decidió dar un paso para un lado y comenzó a interesarse por la ingeniería del coche y la dirección de equipo. Todo el esfuerzo económico se centró en María, que continuó ‘volando’ por los circuitos mientras su hermana Isabel contaba sus alegrías y decepciones como responsable de prensa de ella y de su familia.

Gasolina, aceite y rueda quemada. Aromas con los que la familia De Villota ha crecido gracias a la vocación de Emilio. Bajo este ambiente es natural el desenfrenado deseo y pasión que María siente por el automovilismo y la Fórmula 1 en particular. Su camino hasta llegar al equipo Marussia fue de todo menos sencillo por la competencia que en la actualidad existe y por los prejuicios contra los que ha tenido que luchar al tratarse de una mujer.

En este sentido, María de Villota se ha formado bajo la educación de una persona que ya tuvo que pelear lo suyo para que creyeran en sus posibilidades. Emilio, exdirector de una sucursal del Banco Ibérico, fue criticado al principio por sus osados intentos de alcanzar la Fórmula 1. Circunstancia similar con la que ha lidiado María.

La herencia que María recibió de su padre

La constancia del padre guió a la hija. Emilio llamó hasta la última puerta -dentro de nuestro país- en busca de una financiación que le posibilitara correr, aunque fuera en unas condiciones impensables hoy en día: traslado a los circuitos en un Ford Fiesta (con kilométricos desplazamientos por Europa) y un equipo compuesto por su mujer (encargada del cronómetro), un motorista, un aerodinamista, el jefe de equipo y el camionero. Se embarcó en catorce grandes premios aunque sólo disputó dos de ellos (en doce no llegó a clasificarse).

Ese disparate inicial se transformó posteriormente en heroicidad y puso la primera piedra del automovilismo español en la Fórmula 1 que conocemos hoy en día. Con la experiencia que estaba adquiriendo, los contactos realizados durante estas aventuras -y que comenzó a adquirir cierta fama-, Emilio decidió apostar todo por las carreras de coches y fundar su propia escudería en 1980, justo cuando nació María. Emilio de Villota Motorsport pretendía ser la mayor cantera de pilotos españoles, algo que facilitaría la aparición de talento español.

Y su granito de arena ha aportado en tres décadas de existencia porque por las manos de la familia De Villota (de algún modo o de otro), donde actualmente Emilio dirige a un grupo entre los que están su hermano Nacho, Emilio Jr e Isabel, han pasado pilotos como Fernando Alonso, Carlos Sainz, Pedro de la Rosa, Marc Gené, Antonio García, Jordi Gené, Carlos Sainz Jr… Quizás la locura de aquel aventurero en los 70, haya sido una de las mejores ideas en el automovilismo español.

“Esa familia vive por y para las carreras de coches. Es tremendo”. Así veía un periodista que ha cubierto la actualidad del motor durante décadas a los De Villota, cuando en marzo se enteró que María había fichado como piloto probador de un equipo de Fórmula 1. Al ‘plumilla’ no le faltaba razón puesto que la parentela ha formado un organigrama perfecto en el que cada miembro desempeña una función relacionada con la competición. Una empresa familiar liderada por el padre, Emilio, que cabalgó entre la locura y la valentía al ser el pionero de la F1 moderna en España, allá por los años 70, explicando a sus paisanos que “un Fórmula 1 es un coche con las ruedas por fuera”. Supuso una lucha por alcanzar un sueño impensable, un coraje que, por lo visto en los últimos meses, ha heredado una María que el martes pasado, tristemente, puso fin a su carrera como piloto.

María de Villota