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Manzaneda, el oasis para los esquiadores gallegos... cuando la nieve no lo impide
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atrae a aficionados portugueses hasta ourense

Manzaneda, el oasis para los esquiadores gallegos... cuando la nieve no lo impide

Pequeña y coqueta; familiar y divertida; la única estación de Galicia sufre (y mucho) la ausencia de nieve, pero nada tiene que envidiar a la hora de lanzarse por sus pistas entre pinos.

Foto: Manzaneda, una preciosa estación en el corazón de Galicia
Manzaneda, una preciosa estación en el corazón de Galicia

Pequeña y coqueta; familiar y divertida; así es Manzaneda, la única estación de esquí de Galicia que ha sufrido (y mucho) la ausencia de nieve en las últimas temporadas, pero que nada tiene que envidiar a otras a la hora de lanzarse por sus preciosas pistas entre pinos.

Renovarse o morir: ese leit motiv se lo aplican en Manzaneda a rajatabla en los últimos años, tras un cambio en la gestión de una estación que parecía destinada a morir entre deudas millonarias y políticos que miraban hacia otro lado. El único destino gallego de esquí, que da cobijo también a los aficionados a la nieve del norte de Portugal, ha decidido afrontar la crisis con inversiones que le permitan dar el salto de calidad que necesita en pleno siglo XXI.

Primero, con un telesilla desembragable de seis plazas que te traslada desde la base a 1500 metros hasta la cota más alta. Lo siguiente será instalar un sistema de innivación que permita no depender en exclusiva del clima, algo primordial en una estación que cada año sufre más la ausencia de la nieve. En ese momento se podrá decir que Manzaneda, por fin, juega en la primera división de las estaciones de esquí.

Pero no por esas carencias estamos hablando de una mala estación, sino todo lo contrario. Este destino gallego, con 17 kilómetros esquiables repartidos entre 23 pistas, es todo lo que el aficionado que comienza o quiere perfeccionar su estilo necesita: tiene pistas muy anchas en la zona alta que se van estrechando según llegas a la base y preciosos trazados entre pinos que te ponen en contacto directo con la naturaleza.

No hay que dejar de bajar por Manolo, Refugio y Bello, pistas azules todas ellas en las que estarás rodeado de árboles. Los que buscan trazados más complicados tienen a su disposición la zona de Os corzos, la más occidental de la estación, con cuatro pistas rojas y la única negra del mapa. También hay un pequeño snow-park y un camino para practicar esquí de fondo.

Uno de los problemas de Manzaneda es la nieve, habitualmente polvo-dura, debido a la falta de nieve artificial que la obliga a sobrevivir exclusivamente con las nevadas. Sin embargo, los operarios trabajan sin descanso para pisar las pistas siempre que el tiempo lo permite y que los bloques de hielo que antes poblaban los trazados no sean ahora más que un recuerdo. Las familias, los grupos de escolares y los aficionados portugueses son mayoría entre la clientela, aunque cada vez son más los aficionados asturianos y castellanos que se acercan a Manzaneda cuando la nieve ha hecho su aparición.

Mucho más que una estación de esquí

En Manzaneda son conscientes de sus limitaciones al depender tan directamente de la nieve, por lo que han preparado un resort para que aquéllos que les visiten tengan siempre algo que hacer. A pie de pistas, además de apartamentos y restaurantes, hay un polideportivo, piscina climatizada, spa, campos de fútbol y rutas de senderismo destinadas a los aficionados que les visitan en invierno, aunque en verano la actividad no para y ofrecen un parque multiaventura, equitación, rocódromo, tiro con arco, karts y hasta un campo de golf rural.

Además, las pistas de la estación de esquí se convierten durante el verano en siete pistas marcadas para los amantes de la bicicleta de montaña, que también pueden disfrutar de su deporte favorito trazando recorridos entre pinos y con un bike-park en el que demostrar sus habiliadades.


Comer y dormir, en plena Galicia, siempre es un placer

Manzaneda ofrece alojamiento a pie de pistas, aunque como suele suceder, no es barato. El apartamento con salón y una habitación cuesta cien euros por noche en temporada alta, aunque también hay un albergue a unos 500 metros que suele ser utilizado por los niños de los colegios. Estos apartamentos, que tienen casi tantos años como la estación, se van remodelando paulatinamente, aunque tienen el problema de que parte de ellos fueron vendidos en su día a propietarios particulares y ahora es complicado poner de acuerdo a todas las partes para invertir en su modernización.

Otra opción es quedarse en los pueblos más cercanos: As Maceiras es una opción económica a sólo 10 kilómetros de las pistas (60 euros la habitación doble), aunque la mejor es el Pazo a Freiria, a las afueras de A Pobra de Trives, un bonito hotel de montaña situado a 15 kilómetros de la estación, aunque tampoco es barato, ya que la habitación doble sale por 90 euros, desayuno aparte. Nota importante a la hora de subir a Manzaneda: aunque en la carretera desde Ourense hay un desvío a mitad de camino, es infinitamente mejor hacer 10 kilómetros de más y subir por Trives, evitando así 20 kilómetros de una carretera infernal.

A la hora de comer, Manzaneda nos ofrece dos opciones en la base a 1500 metros: un buffet libre al precio de 12 euros y un restaurante a la carta donde saldremos más que satisfechos por unos 25. Sin embargo, una visita a esta zona sin pasar por Casa Agenor no sería lo mismo: un pequeño restaurante rural a ocho kilómetros de las pistas en las que se come un solo menú: tabla de embutidos, carne en aceite con guindillas y trucha. Si quieres repetir no pagarás más de los 12 euros que cuesta el cubierto, aunque si te llenas antes de tiempo, tampoco te quitarán nada si renuncias a parte del menú. El chupito de los enamorados cierra una comida que pondrá el broche de oro a un fantástico día de esquí.

Pequeña y coqueta; familiar y divertida; así es Manzaneda, la única estación de esquí de Galicia que ha sufrido (y mucho) la ausencia de nieve en las últimas temporadas, pero que nada tiene que envidiar a otras a la hora de lanzarse por sus preciosas pistas entre pinos.

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