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Mikel Landa no puede ser el líder del Sky: tiene piernas, pero le faltan galones
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Mikel Landa no puede ser el líder del Sky: tiene piernas, pero le faltan galones

Un valeroso ataque de Contador y Landa, que dio medio vuelco a la general, con el de Murgia prácticamente líder virtual, una guerra de trincheras y dispares objetivos en la que ganó un francés

Foto: El mejor ataque del Tour, protagonizado por Contador y Landa. (Reuters).
El mejor ataque del Tour, protagonizado por Contador y Landa. (Reuters).

Cuánto se puede concentrar en tan poco. Decía Alberto Contador hace unos días que eran innecesarias las etapas de transición tan largas, que con un kilometraje más corto el espectáculo podía ser mayor si no ya en esas mismas jornadas, sí en las sucesivas. Lo dice el hombre que más y mejor sabe aprovechar los días en los que solo se está sobre la bicicleta unas tres horas o menos. En dos horas y media se creó una de las etapas más atractivas del último lustro en Francia, en un Tour que en estos años pasados no lucía por su belleza, precisamente. Un valeroso ataque de dos españoles, Contador y Landa, que dio medio vuelco a la general, con el de Murgia prácticamente líder virtual, una guerra de trincheras con infinidad de bandos y dispares objetivos en la que ganó un francés, Warren Barguil, para celebrar el día de la Bastilla y en la que la humanización de Chris Froome adquirió otro nivel más, otro imparable camino hacia la descomposición quizás inevitable del 'status quo'.

La presunción de inocencia no se estila en nuestra sociedad. Siempre que hay una persona acusada de un delito de relevancia pública, la masa social inculpará sin miramientos al imputado sin que pese todavía sobre él toda la fuerza de la justicia. Claro que tal forma de actuar viene a estar justificada por las incontables veces que el principal señalado es el que acaba entre rejas, sancionado o multado, dependiendo de la gravedad de la infracción. A Mikel Landa se le acusa de no ser un buen gregario y optar siempre por hacer la guerra por su cuenta, pasándose por donde le plazca las órdenes de su equipo en pos siempre de su propio beneficio personal. Los que así le definen no van desencaminados, pues durante muchos kilómetros, Mikel fue el líder y Froome uno más del pelotón.

Cuando saltó Landa para engancharse a la rueda de Contador se entendía, en ese preciso instante, como el movimiento ya habitual del gregario de Froome eliminando los ataques que le realizaban. No fue tal cosa, pues el vasco se fue con el madrileño y en perfecta armonía y colaboración, despegaron del grupo principal y se marcharon en una aventura impetuosa hacia un lugar que uno entendía como necesario para su mermadísima psicología, la victoria de etapa, y el otro reconocía como su lugar natural de no llevar al cuello la correa de un equipo británico restringiéndole la libertad de movimiento. Probemos, se dijeron el uno al otro. Ayudémonos, seamos felices durante dos horas y auguremos que la moneda muestre cara al caer.

placeholder Así queda la nueva clasificación general.
Así queda la nueva clasificación general.

Cómo era posible que el Sky permitiera a su segundo, Mikel Landa, obtener semejante distancia sobre su líder si, como indica la clasificación general, podrían llegar a ser rivales de no lucir el mismo jersey blanco. Durante muchísimos minutos, el que se supone que debía trabajar como primera baza para su jefe de filas estaba estirando su ventaja hasta incluso colocarse virtualmente por encima en la general y a solo cinco segundos del amarillo de Aru. Una rareza impropia del Sky, que en cierta manera ya nos acostumbra a controlar la carrera con mano de hierro con hasta siete corredores para Froome o, por el contrario, a provocar esguinces mentales en el espectador, que intenta razonar este o aquel movimiento por lo incomprensibles que pueden llegar a resultar.

placeholder Barguil entrando en meta como ganador. (Reuters)
Barguil entrando en meta como ganador. (Reuters)

No hay más explicación razonable que las dudas existentes en el seno del Sky sobre el estado de Froome. Hay un silencio sepulcral incluso en lo más profundo del pelotón sobre qué es lo que le está sucediendo al tricampeón del Tour, al mejor vueltómano del mundo. No tiene nada que ver este Froome con el que ganó autoritariamente en estos años pasados, no va cómodo sobre la bicicleta, duda sobre qué hacer, ni una labor de conjunto exagerada le está permitiendo sentirse liberado de la presión. No está acostumbrado a atacar, a venir desde atrás para ponerse delante y, de probar a hacerlo, nunca le costaba tantísimo eliminar rivales como ahora. Ya en el primer puerto, La Planche des Belles Filles, en la quinta etapa, perdió unos segundos que ahora mismo le cuestan el primer puesto. Desde entonces no ha recobrado esa punta de confianza ni esa fuerza de piernas que a través del molinillo resultaba invencible.

"Tengo piernas, no tengo galones"

Nicolas Portal, director del Sky, no tiene un pelo de tonto y es plenamente consciente de que a Froome le pasa algo y no se la va a jugar a perder el Tour, por mucho que uno se llame Froome y el distintivo número '1' de su dorsal obligue teóricamente a sangrar por él si hiciera falta. A Mikel Landa no le dejaron probar a ganar el Giro del 2015. Beppe Martinelli le dijo que no, que si tenía que intentarlo alguien debía ser Fabio Aru y le mandó parar. Si Portal le dijo a Landa que se detuviese, no le hizo caso. "Tengo piernas, pero no tengo galones. Hemos venido con Chris, que ya ha ganado tres Tours. Yo sé cuál es mi rol. Claro que me encantaría ganar, ser el jefe, pero el líder es Chris", dijo el de Murgia en la línea de meta.

"Hoy Alberto me ha motivado mucho. Me dijo que estábamos haciendo algo grande, que me iba a ayudar en todo lo que pudiese. Cuando te ves ahí, quieres ponerte el amarillo, pero hay que ir día a día", es a la vez ambicioso y cauto, lanzado y parado. Qué disyuntiva encontrarse ahí, en la situación propicia para dar un giro de 180 grados al Tour en beneficio propio y tener que trabajar para tu equipo de alguna manera, aunque sea generándole dos posibilidades de victoria final. "Tenerme a mí por delante obligaba a Bardet y a Aru a cerrar ese hueco, y queríamos aprovechar que Chris fuera a rueda y, en caso de tener opciones, remacharles. Luego no sabíamos si ir a por la etapa o buscar el mayor tiempo posible, pero yo he decidido buscar el máximo tiempo. Es muy bueno tener dos bazas como la de Froome y la mía". La etapa fue para Barguil, la gloria le espera a él. Quizás no en 2017. Probablemente no en el Sky. Pero está ahí, paciente hasta que le llegue el día en que le permitan mandar.

Cuánto se puede concentrar en tan poco. Decía Alberto Contador hace unos días que eran innecesarias las etapas de transición tan largas, que con un kilometraje más corto el espectáculo podía ser mayor si no ya en esas mismas jornadas, sí en las sucesivas. Lo dice el hombre que más y mejor sabe aprovechar los días en los que solo se está sobre la bicicleta unas tres horas o menos. En dos horas y media se creó una de las etapas más atractivas del último lustro en Francia, en un Tour que en estos años pasados no lucía por su belleza, precisamente. Un valeroso ataque de dos españoles, Contador y Landa, que dio medio vuelco a la general, con el de Murgia prácticamente líder virtual, una guerra de trincheras con infinidad de bandos y dispares objetivos en la que ganó un francés, Warren Barguil, para celebrar el día de la Bastilla y en la que la humanización de Chris Froome adquirió otro nivel más, otro imparable camino hacia la descomposición quizás inevitable del 'status quo'.

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