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La ciclista motorizada decide retirarse antes de ser sancionada de por vida
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es el primer caso de dopaje tecnológico

La ciclista motorizada decide retirarse antes de ser sancionada de por vida

El único caso conocido de dopaje con motor se ha resuelto sin necesidad de ir a los tribunales. Van den Driessche anuncia su retirada y declina la opción de defenderse

Foto: Femke van den Driessche, la ciclista motorizada (EFE).
Femke van den Driessche, la ciclista motorizada (EFE).

Femke Van den Driessche pasará a la historia del ciclismo sin haber ganado nada importante. Su nombre estará siempre asociado al deshonor en el deporte. Ella fue la primera, y por el momento la única, en ser cazada con un motor en la bicicleta en competición oficial. El dopaje médico ha sido una lacra duradera para las bicis, pero la entrada del factor mecánico abre el abanico de opciones en lo que a trampas se refiere en una disciplina acostumbrada a convivir con trileros. Son pocos los que creen que tiene futuro, es demasiado fácil de detectar, pero en todo caso ella abrió el camino. Además, el dopaje tecnológico no es barato, se calcula que desarrollar una bicicleta así puede costar unos 900.000 euros para terminar pareciéndose más a Valentino Rossi que a Eddie Mercx.

Van den Driessche llegó al mundial de ciclocross, que se celebraba en su país, Bélgica, con un artilugio ilegal que fue detectado por la UCI. Rápidamente se la suspendió y se pidió para ella una sanción de por vida: no estaban dispuestos a aceptar una vía de agua más en un deporte ya suficientemente castigado por las ilegalidades. Ella, como es lógico, tenía la opción de recurrir y pelear por su inocencia, pero no debe estar muy convencida de la misma, pues ha declinado la opción de declarar ante el tribunal deportivo que iba a juzgarla.

Ni siquiera ha querido alegar la historia que contó como excusa, que la bicicleta no era suya sino de un amigo y apareció entre su material por un descuido. Quizá porque, desde el principio, casi nadie vio verosimilitud en la historia contada por Van den Driessche. La bicicleta fraudulenta estaba allí y era suya. No contribuía a la credibilidad de su relato que en la carrera se hubiese retirado a una vuelta del final... por un problema mecánico.

En nada quedaron las frases en las que entre llantos decía "me ha explotado una bomba en las manos, pueden venir y controlar todas mis bicicletas, que no van a encontrar nada, no tengo nada que ver con todo esto". Ni tampoco ese grito al cielo que defendía que todo era "una enorme equivocación" y señalaba que se sentía muy mal con todo lo ocurrido y lo que se estaba haciendo con ella.

Se retira, se marcha minutos antes de que la echen, como el que dimite cuando ya se sabe destituido, en parte porque sabe que el desenlace probable era su descalificación de por vida. La petición de la UCI era esa y 50.000 euros de multa. "Después de haberlo meditado junto a mi abogado y mi familia, he decidido detener mi implicación en el proceso que contra mí hay abierto en Aigle (Suiza) -donde está la sede de la UCI- ya que he tomado la decisión de poner fin a mi carrera deportiva en el ciclocross", comentó la deportista de 19 años.

Los costes de la estancia en Suiza

No quiere reconocer abiertamente la trampa, así que se hace con una excusa económica para justificar su espantada del tribunal. "Los costes de la estancia en Suiza son demasiado altos para mí y ya he sido juzgada por todos", alega la belga. Mejor que todos te consideren culpable a que llegue un tribunal y lo confirme, ha debido pensar. "Quiero rehacer mi vida de la forma más normal y serena posible, y espero que todo el mundo comprenda y respete eso", dice la ciclista más como una súplica que como una realidad. Hoy tendría que haber testificado, pero ha preferido bajarse a perpetuidad de la bici que defenderse.

Podrá rehacer su vida lejos del deporte, aunque siempre estará ligada al ciclismo. En las páginas de sucesos del deporte de la bicicletas, con el añadido de ser una pionera. Si en algún otro momento se vuelve a encontrar una bicicleta motorizada nadie dudará en recordar la dudosa hazaña de Van den Driessche, la primera en ser pillada cuando intentaba descansar las piernas con un motor de varios vatios.

Su caso era difícil de defender, porque las circunstancias llevaban a pensar que el entorno de Van den Driesche no era el más severo contra la trampa. Su hermano, que también era ciclista, fue suspendido por dopaje convencional y su padre, que se dedica a la colombicultura, está procesado por robar aves en su país.

Su carrera ha sido corta, accidentada e histórica por los momentos equivocados. La belga no disfrutará de fama ni será vitoreada en la victoria, porque nunca llegará. Su leyenda siempre será la de una tramposa. Y ella misma ha decidido no hacer nada por defender su buen nombre.

Femke Van den Driessche pasará a la historia del ciclismo sin haber ganado nada importante. Su nombre estará siempre asociado al deshonor en el deporte. Ella fue la primera, y por el momento la única, en ser cazada con un motor en la bicicleta en competición oficial. El dopaje médico ha sido una lacra duradera para las bicis, pero la entrada del factor mecánico abre el abanico de opciones en lo que a trampas se refiere en una disciplina acostumbrada a convivir con trileros. Son pocos los que creen que tiene futuro, es demasiado fácil de detectar, pero en todo caso ella abrió el camino. Además, el dopaje tecnológico no es barato, se calcula que desarrollar una bicicleta así puede costar unos 900.000 euros para terminar pareciéndose más a Valentino Rossi que a Eddie Mercx.

Femke Van den Driessche Bélgica
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