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De veterano de guerra en Afganistán a debutar en MMA como luchadora
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Venció en su estreno en Combate Global

De veterano de guerra en Afganistán a debutar en MMA como luchadora

El Confidencial habla con Alana McLaughlin, ex Fuerzas Especiales de EEUU que acudió a la guerra para "hacerse un hombre". Es la segunda trans en participar en una prueba oficial

Foto: Alana McLaughlin muestra una imagen de su pasado como soldado. (Getty)
Alana McLaughlin muestra una imagen de su pasado como soldado. (Getty)

Alana McLaughlin tenía 20 años cuando vivió el rechazo de sus padres por la vía más cruda. Ellos no aceptaban que su hijo, nacido Ryan, se sintiera mujer. Procedente de Rock Hill, población de 70.000 habitantes del estado de Carolina del Sur, Alana no supo lidiar con el dolor familiar y con su situación personal. Tomó la decisión de alistarse en el ejército de los Estados Unidos para “hacerse un hombre o morir”. “Sobre todo recuerdo la desesperación. Me criaron para creer que todo en mí estaba mal y que debería odiar lo que soy… mirando hacia atrás siento una gran lástima y compasión por quien era entonces”, cuenta a El Confidencial. 18 años después, McLaughlin hace historia como la segunda luchadora trans que pelea en un evento oficial MMA. Lo hizo enfrentándose a la francesa Celine Provost durante la velada de este viernes de Combate Global, logrando la victoria por sumisión en el minuto 3:32 del segundo round.

placeholder Alana McLaughlin siempre fue una seguidora de las artes marciales mixtas. (Scott Hirano/Combate Global)
Alana McLaughlin siempre fue una seguidora de las artes marciales mixtas. (Scott Hirano/Combate Global)

La tragedia se cruzó demasiado pronto en la vida de Alana, sufriendo abusos sexuales durante su niñez por parte del círculo cercano de sus padres. Pasarían largos años hasta que sus progenitores aceptaron su versión de los hechos, optando por olvidar el asunto como fórmula para enterrarlo. No había problema porque no se hablaba de ello. Cuando les confesó que sentía que era una mujer, ellos lo achacaron a una confusión fruto de dichos abusos. “Si pudiera hablar con mi yo de 15 años le diría que alcanzar la felicidad no es fácil, pero es posible. Esa niña quería morir porque pensaba que no tenía futuro. Le diría que siga poniendo un pie delante del otro y que luche con más fuerza, que aunque nunca será más fácil, ella se volverá más fuerte”, relata McLaughlin, en una conversación mantenida antes de la pelea.

"Era una niña que quería morir porque pensaba que no tenía futuro"

En el 2003 se alistó al ejército de los Estados Unidos y acabaría por entrar en combate en Afganistán. Allí hizo todo lo posible por integrarse en lo que define como un ambiente de máxima masculinidad. Con barba poblada y tatuajes tribales por su cuerpo ultramusculado, Alana formó parte de los Cuerpos Especiales durante seis años. “'Luché, disparé, levanté pesó, me dejé barba y monté una Harley y nada cambió. Seguía llorando hasta dormirme por la noche”, contaría tiempo después al ‘DailyMail’.

Alana McLaughlin se sometió a una cirugía de pecho, de feminización facial y de reasignación de sexo. No volvió a ver a sus padres y comenzó una nueva vida, aunque afectada por episodios de estrés postraumático debido tanto a los abusos que sufrió durante su niñez como a su experiencia bélica. Su caso dio el salto a la prensa cuando en el 2016, el expresidente de los Estados Unidos Barack Obama, levantó la prohibición que impedía a personas transgénero servir en el ejército. Una medida que Donald Trump congelaría y que, a principios de este 2021, Joe Biden revirtió. Pero Alana descubrió que la manera de encontrarse así misma estaba en el gimnasio. Aficionada de las artes marciales mixtas, decidió probarse. Ahora, con 39 años, debuta de manera oficial.

placeholder Alana McLaughlin se entrena para el combate. (Scott Hirano/Combate Global)
Alana McLaughlin se entrena para el combate. (Scott Hirano/Combate Global)

“En cierto modo, lo siento como una vía de escape. Es un refugio. En el gimnasio, mis compañeros de entrenamiento están trabajando conmigo para que todos mejoremos. En la jaula, sé que estoy a salvo. Hay reglas, todos los involucrados han dado su consentimiento para estar allí, y hay árbitros y médicos. Es un deporte peligroso, pero a veces es más seguro que navegar por este mundo”, resalta sobre su decisión de adentrarse en la modalidad: “Cuando subo al ring siento que he encontrado mi propósito. Me siento completa. Sé que cuando entro lo hago en mis términos y desafío a cualquiera que se interponga en mi camino para intentarlo”.

Atletas trans, la polémica que no cesa

Este mismo verano, Laurel Hubbard fue la primera atleta transgénero en competir en unos Juegos Olímpicos. La neozelandesa, que competía en halterofilia en Tokio, se despidió de la prueba a las primeras de cambio con tres nulos consecutivos. Con el COI (Comité Olímpico Internacional) pendiente de realizar un profundo proceso de reflexión y cambio en su política trans, se desconoce si los criterios médicos para la participación de Hubbard se repetirán en París 2024. En el mundo del MMA, la polémica ya surgió con el caso de Fallon Fox, primera luchadora trans. En el 2013, Dana White, presidente de la UFC, la mayor empresa de artes marciales mixtas del mercado, mostró su desacuerdo con dejar que pelease con mujeres.

Foto: Laurel Hubbard fue subcampeona del mundo en 2017 (Reuters/Paul Childs)

Alana se sometió a las condiciones marcadas por el estado de Florida -la pelea fue en Miami- para poder pelear. Esto incluye el cumplimiento de un tratamiento hormonal. “Sé que hay mucha gente que cree que no debería pelear. Algunos piensan, incorrectamente, que tengo una ventaja injusta. Miembros de la comunidad trans temen que les esté dando munición a nuestros detractores. Sin embargo, me he encontrado con un apoyo abrumador por parte de mis amigos y aquellos que han entrenado conmigo. Todos apoyan mi decisión y creen en lo que estoy tratando de conseguir”, expone McLaughlin. Su rival, Celine Provost, piensa que el combate demostrará que el MMA está preparado para dar un paso más en materia de inclusión y lo afrontó "como un nuevo reto".

“¡Diría que soy más aburrida de lo que la gente piensa! Cuando no estoy entrenando o haciendo activismo, paso mucho tiempo horneando pasteles y acurrucándome con mi gato. Intento que mi pasado no me defina”, responde Alana cuando se le pregunta qué más hay detrás de su historia. Su intención pasa por normalizar la situación de los atletas trans en las artes marciales y que su combate aporte un granito de arena. Fallon Fox, pionera en la materia, declaró su alegría por dejar de ser la única luchadora trans que se sube a un ring de MMA.

Alana McLaughlin tenía 20 años cuando vivió el rechazo de sus padres por la vía más cruda. Ellos no aceptaban que su hijo, nacido Ryan, se sintiera mujer. Procedente de Rock Hill, población de 70.000 habitantes del estado de Carolina del Sur, Alana no supo lidiar con el dolor familiar y con su situación personal. Tomó la decisión de alistarse en el ejército de los Estados Unidos para “hacerse un hombre o morir”. “Sobre todo recuerdo la desesperación. Me criaron para creer que todo en mí estaba mal y que debería odiar lo que soy… mirando hacia atrás siento una gran lástima y compasión por quien era entonces”, cuenta a El Confidencial. 18 años después, McLaughlin hace historia como la segunda luchadora trans que pelea en un evento oficial MMA. Lo hizo enfrentándose a la francesa Celine Provost durante la velada de este viernes de Combate Global, logrando la victoria por sumisión en el minuto 3:32 del segundo round.

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