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Pablo Laso, el técnico jugón que ha logrado que el Real Madrid vuelva a disfrutar
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EL EQUIPO HA GANADO OCHO TÍTULOS CON ÉL

Pablo Laso, el técnico jugón que ha logrado que el Real Madrid vuelva a disfrutar

Muy pocos imaginaban en el verano de 2011, cuando el Real Madrid fichó a Pablo Laso, que aquel entrenador con pasado madridista como jugador iba a ser el que le devolviera la Copa de Europa

Foto: Pablo Laso en la segunda semifinal de la Final Four (Efe).
Pablo Laso en la segunda semifinal de la Final Four (Efe).

Muy pocos imaginaban en el verano de 2011, cuando el Real Madrid fichó a Pablo Laso para tapar el agujero que había dejado la marcha de Ettore Messina, que aquel entrenador con pasado madridista como jugador, pero con una carrera aún escasa en los banquillos, iba a ser el que devolviera la Copa de Europa al club blanco. De hecho, había dudas hasta en su casa. "Hace poco fui a comer con mi familia y mi hijo me dijo: 'Yo no pensaba que estaríamos tanto tiempo en el Real Madrid'", contó Laso tras la final contra Olympiacos.

Cuatro años después, el balance es difícilmente mejorable. Con él en el banquillo, el Real Madrid ha dejado de ser un equipo mediocre para ser un equipo dominador. Con Laso, el Madrid ha disputado 12 de 15 finales posibles en Supercopa, Copa del Rey, ACB y Euroliga y ha ganado 8 títulos (una liga, tres Copas, tres Supercopas y una Euroliga). Y lo que es más importante, al menos para él, ha vuelto a ser un equipo reconocible con el que los aficionados han vuelto a disfrutar.

"Mi objetivo desde el principio fue dar valor al Real Madrid de baloncesto. Crecí viendo jugar a Clifford Luik, a Corbalán, a Emiliano… He sido jugador del Madrid y sé lo que significa. Para mí lo más importante era que fuéramos un equipo reconocible, más que los títulos. Aunque en el Real Madrid tienes la obligación de luchar por cada título. Llevo cuatro años aquí y estoy contento porque se han cumplido los objetivos que me fijé", explicó en la rueda de prensa. Antes de atender a los periodistas resoplaba apoyado en la barandilla, intentando asimilar lo que acababa de conseguir. A pocos metros, los jugadores, sus estrellas, como los considera él, celebraban en el vestuario.

"Parece que es un alivio ganar. Disfrutemos"

Quizá en ese vestuario Florentino Pérez le dijo lo mismo que en febrero de 2012 en Barcelona, tras ganar la Copa del Rey, su primer título con el Madrid: "Ahora habrá que ganar la Liga". "Y llevábamos 20 años sin ganar la Copa", contaba Laso antes de la final.

En estos casi cuatro años en el banquillo madridista, el entrenador vitoriano se ha movido entre la excelencia y la exigencia. La excelencia del mejor juego del continente y la exigencia de un club en el que sólo ganarlo todo es suficiente. "A veces parece que en este club es un alivio ganar, en vez de disfrutar ganando. Disfrutemos", dijo Laso.

"Hablo mucho del equipo y me considero uno más, para lo bueno y para lo malo. Estoy muy contento y feliz. Ganar este título te da un reconocimiento que valoro tanto como el reconocimiento diario. Me mandaba un mensaje una persona muy cercana a mí y me decía que lo disfrutara, que íbamos a ganar, que sería muy feliz y que no cambiemos", continuaba.

Si por algo ha recibido elogios el Real Madrid, y por extensión a Pablo Laso, estos últimos años, ha sido por su brillante juego ofensivo, rápido, alegre; una forma de jugar que ha enganchado a casi todos y que ha cabreado a unos pocos, que se la echaban en cara cuando llegaban las derrotas, especialmente las de las dos últimas Final Four. "El primero que piensa en el equipo soy yo, no necesito que nadie me lo diga. Yo defiendo a mi equipo a muerte, esa es mi forma de ser. Y no voy a cambiar".

Pero que nadie piense que Laso es un idealista que prefiere morir con su idea antes que cambiarla para poder ganar. Nada de eso. Y esta temporada es un buen ejemplo. Sin cambiar los pilares del juego del equipo (véase el segundo cuarto de la semifinal contra el Fenerbahçe), el Madrid supo fichar las piezas necesarias para jugar también a otra cosa, para bajar al barro cuando las finales se ponen feas y enfrente tienes a un ejército de griegos con más vidas que un gato. Ahí estaba Nocioni para complementar a un grupo que había ganado casi todo y que ya puede presumir de un palmarés completo.

"Los jugadores y los entrenadores cambian, para mí lo importante es tener un equipo", afirmó Laso. Lo que no va a cambiar es el estilo que ha implantado en el Real Madrid, quizá el equipo más reconocible del baloncesto europeo. Y también el de más exigencia, la que se pone el propio Laso: "Hemos ganado la Supercopa, la Liga, la Copa y la Euroliga. ¿Completo? No. Me conozco. Como empecemos perdiendo el miércoles, me cabrearé".

Muy pocos imaginaban en el verano de 2011, cuando el Real Madrid fichó a Pablo Laso para tapar el agujero que había dejado la marcha de Ettore Messina, que aquel entrenador con pasado madridista como jugador, pero con una carrera aún escasa en los banquillos, iba a ser el que devolviera la Copa de Europa al club blanco. De hecho, había dudas hasta en su casa. "Hace poco fui a comer con mi familia y mi hijo me dijo: 'Yo no pensaba que estaríamos tanto tiempo en el Real Madrid'", contó Laso tras la final contra Olympiacos.

Pablo Laso
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