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El vía crucis del campeón del mundo de ajedrez: desaparición, derrotas y el título en juego
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se acumulan las derrotas

El vía crucis del campeón del mundo de ajedrez: desaparición, derrotas y el título en juego

Ding Liren no levanta cabeza desde que se hiciera con el título. Problemas psicológicos, personales y la fuerte presión están detrás de su hundimiento en los últimos meses.

Foto: Ding Liren, en una de las partidas del Mundial. (FIDE/Stev Bonhage)
Ding Liren, en una de las partidas del Mundial. (FIDE/Stev Bonhage)

La gloria puede ser una carga muy pesada, y no todos los hombros están hechos para sostenerla. Cuando hace 10 meses el chino Ding Liren se convirtió en campeón del mundo de ajedrez, el primero no llamado Magnus Carlsen en una década, pocos podrían haber pronosticado que los suyos iban a ser especialmente débiles.

La cuesta abajo de Ding tiene a todo el mundo del ajedrez preocupado. Tras unos meses desaparecido no solo de los tableros, sino también de la vida pública, el jugador chino ha vuelto a la competición con un nivel muy pobre, lejos de lo que se presupone de un campeón del mundo, pero también a kilómetros de lo que había ofrecido desde que iniciara su carrera en el año 2004. ¿Qué está pasando con Ding Liren?

Foto: Ding Liren. (FIDE/Stev Bonhage)

Nadie tiene la respuesta a esa pregunta. Quizás ni él mismo, ni su propia madre, que le acompaña desde la victoria en el mundial como una presencia que trata de ser tranquilizadora. Ya fue su soporte en Astana, donde se convirtió en campeón mundial, tras un viaje de urgencia con el permiso del gobierno chino cuando Ding parecía perdido tras huir del hotel de la organización por considerarlo demasiado lujoso. Reconocía entonces estar "deprimido".

Ding, un jugador que siempre ha destacado por su solidez, provoca ahora una sensación de tristeza y de compasión entre rivales y periodistas que cubren la actualidad del ajedrez. Desde que acabó el mundial, ha jugado 30 partidas, con un balance de cuatro victorias, 18 empates y ocho derrotas. Es un triste resultado para un jugador que tiene apenas un 16% de derrotas en sus 1.473 partidas.

El título, una maldición

La cuesta abajo del genio chino, número cuatro del ranking mundial de clásicas, comenzó justo cuando terminó la partida en la que se proclamó campeón del mundo, el 30 de abril de 2023. Sus lágrimas sobre el tablero cuando Ian Nepomniachtchi se rindió eran más de alivio que de alegría. Acabó así un mundial agotador (fueron 14 partidas más los desempates) en el que en muchos momentos parecía estar muy cerca de romperse psicológicamente.

placeholder Ding Liren, recibiendo su trofeo de campeón del mundo. (Reuters)
Ding Liren, recibiendo su trofeo de campeón del mundo. (Reuters)

En vez de marcharse a una playa desierta a descansar, Ding viajó a Bucarest seis días después. De las 9 partidas que disputó en el Superbet Classic, solo ganó una, la última, ante el jugador con menos ELO (el número objetivo que mide la fortaleza de un jugador de ajedrez) de todo el torneo. Más allá de los resultados, malos, con derrotas ante Alireza Firouzja y Anish Giri, sorprende el desarrollo de sus partidas.

Solo empleó 21 movimientos para firmar tablas con Caruana, 38 para empatar con Duda, 34 para hacer lo propio ante Vachier Lagrave y 30 para firmar tregua con Rapport, el que fue su segundo en el Mundial. Traducción: Ding quería irse a su casa.

Y vaya si lo hizo. A su casa, por decir algo, porque en los siguientes cinco meses no supimos nada de él. Hasta que, por sorpresa, apareció en la televisión nacional china como comentarista de un campeonato de su país en Hefei. Por el medio quedaban sus renuncias a jugar torneos muy importantes, como su ausencia del mundial de rápidas (es el segundo del mundo a este ritmo) o blitz, además de las citas online habituales del circuito.

A sus 31 años, Ding, en la cima de sus capacidades, renunció a jugar en lo que quedaba de 2023. En un email enviado a Chess.com justificaba sus meses de ausencia aludiendo a una enfermedad de la que no dio más explicaciones. Más tarde se ha sabido que ha tenido unos enormes problemas psicológicos, provocados por la presión tras ganar el título (es el primer chino que lo consigue) y sumados a muchos problemas para dormir. Es un cóctel complicado de gestionar para un jugador que ya tenía una personalidad tendente a quebrarse.

Eso lo vimos durante la disputa del mundial. Su marcha del hotel oficial, al que no tardó en volver una vez que su madre aterrizó en Astana, se sumaba a sus problemas de confianza, su extraordinaria timidez y sus grandes problemas para comunicarse en inglés. A todo ello había que añadirle la ruptura con su pareja, que se produjo poco antes de la disputa del título. De nuevo, un panorama complicado.

Un terrible 2024

En el mismo email en el que renunciaba a jugar en 2023, Ding explicaba que con el inicio de este año retomaría su actividad ajedrecística habitual. Y su primera cita no tardaría en llegar: el prestigioso Tata Steel en Wijk aan Zee, un costero pueblo de Países Bajos que acoge cada año el torneo más importante con permiso del mundial y el Candidatos.

Con todos los ojos puestos en él, y con la revancha contra Ian Nepomniachtchi servida, Ding firmó un torneo catastrófico. En sus 13 partidas, ganó dos (una de ellas ante el rival con menos ELO del torneo), empató ocho y perdió tres, una de ellas contra el propio jugador ruso. De nuevo, sorprende la corta duración de las partidas, muchas de ellas con rápidas tablas para dejar que las rondas vayan pasando.

placeholder Ding Liren, a la izquierda, en una partida de Tata Steel. (EFE)
Ding Liren, a la izquierda, en una partida de Tata Steel. (EFE)

De nuevo, hay que mirar más allá de lo que estaba sucediendo sobre los escaques. Ding mostró un rictus más serio de lo habitual y buscó siempre el refugio de su habitación en el hotel. No es que el pueblo de Wijk aan Zee, una localidad costera en el mar del Norte cuyo plato estrella es la sopa de guisantes y que está dominado por una acerería que contamina que da gusto, sea especialmente paseable, pero los jugadores tienden a dejarse llevar por el festival de ajedrez que esos días atrae a más de 2.000 jugadores, duplicando la población residente.

Tras un muy mal Tata Steel, Ding se tomó unas pocas semanas de descanso, antes de viajar a un complejo de lujo en Weissenhaus, un pueblito cerca de Hamburgo en el que Magnus Carlsen se ha montado un torneo de ajedrez 960. Esta modalidad, que trata de impulsar el número uno del mundo, tiene la particularidad de que la disposición de las piezas, exceptuando los peones, se sortea antes de la partida, y ese 960 del título alude precisamente al número de variantes que pueden darse en dicho sorteo.

Así, Carlsen, junto al mecenas alemán Jan Henric Buettner, que ha puesto de su bolsillo los 200.000 dólares de la bolsa de premios y que además corre con los gastos del torneo, ha juntado a la élite del ajedrez, y no podía faltar el campeón del mundo. Esta modalidad iguala a todos, porque es imposible preparar las partidas, no cuenta para el ránking mundial, se celebra en un complejo de lujo y, básicamente, no hay nada que perder. Es decir, no hay presión. Parecía un escenario perfecto para recuperar confianza en un ambiente relajado.

Pero no lo fue. Tras las siete primeras partidas, que ni siquiera eran eliminatorias, Ding era último, además de ser el único jugador que no había sumado ni un triunfo. Seis derrotas y un pírrico empate. No mejoró la cosa cuando tuvo que enfrentarse a Firouzja en la primera eliminatoria, que perdió, ni a ante Nodirbek Absuattorov, en la que volvió a peder para, esta vez sí, quedar eliminado. Ding deja Weissenhaus con 13 partidas disputadas, cero victorias, tres empates y 10 derrotas, último clasificado. Demoledor.

Y lo peor está por venir

En el ajedrez, como en la vida, las cosas tienden a ir a peor. Y si el 2024 de Ding Liren parece catastrófico, lo peor está por venir. Porque este año tendrá que defender su título ante el ganador del Torneo de Candidatos. Todavía no hay fecha y lugar, pero todo apunta a que será en el último tercio de 2024.

placeholder Ding Liren, en Tata Steel. (EFE)
Ding Liren, en Tata Steel. (EFE)

A Ding le quedan pocos motivos para la esperanza, más allá de tratar de conectar de nuevo con el jugador que era, ganar confianza y volver a demostrar que puede volver a ser el fenómeno que una vez estuvo invicto en 100 partidas consecutivas, lo que entonces fue un récord histórico.

Mientras, tendrá que ver como los mejores jugadores del mundo se destrozan en el Candidatos, que se jugará en abril en Toronto. Carlsen está voluntariamente fuera de juego, pero hay nombres temibles que, según está ahora mismo, pueden hacer trizas a Ding en la partida por el título. ¿Le queda tiempo para evitar el jaque mate?

La gloria puede ser una carga muy pesada, y no todos los hombros están hechos para sostenerla. Cuando hace 10 meses el chino Ding Liren se convirtió en campeón del mundo de ajedrez, el primero no llamado Magnus Carlsen en una década, pocos podrían haber pronosticado que los suyos iban a ser especialmente débiles.

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