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¿Por qué puede ir público a Riazor o al Conde de Godó y no al Wanda Metropolitano?
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El fútbol profesional protesta

¿Por qué puede ir público a Riazor o al Conde de Godó y no al Wanda Metropolitano?

La falta de explicaciones para justificar la prohibición de que acuda un 25% de público al fútbol de Primera o Segunda mientras sí pueden asistir a partidos de 2ªB (o a conciertos, o al teatro) irrita seriamente a los clubes de la élite

Foto: Público asistente al España-República Checa de fútbol femenino, el pasado 23 de octubre, en el estadio sevillano de La Cartuja (EFE).
Público asistente al España-República Checa de fútbol femenino, el pasado 23 de octubre, en el estadio sevillano de La Cartuja (EFE).

“Nos hemos portado bien, hemos estado callados, hasta mansos. Pero esto es indignante”. Desde que el pasado jueves la ministra de Sanidad, Carolina Darias, descartara la vuelta de público a las gradas de los estadios de Primera y Segunda División en las últimas jornadas del campeonato, el ambiente en los clubes del fútbol profesional (representados por LaLiga) fluctúa entre el hartazgo y la ira.

El cabreo sordo del balompié se ha ido cociendo en general durante meses, alimentado por las noticias sobre el regreso de los espectadores al fútbol modesto (todavía más golpeado por la pandemia que la élite).

Pero ha sido esta semana pasada, mientras LaLiga y el Consejo Superior de Deportes esperaban el visto bueno del Gobierno para aplicar su protocolo de regreso parcial a los graderíos, cuando los clubes se han quedado finalmente sin la pedrea de mayo y elevado el tono de la discusión. Este sábado, Roberto Bermúdez de Castro, adjunto a la presidencia de LaLiga, publicaba una carta abierta en el diario ABC sobre la reapertura de los estadios, con el título ‘Marca España en las gradas’, dos días después de que el ministro de Cultura y Deportes, José Manuel Rodríguez Uribes, confirmase que “por el momento y a corto plazo no va a haber público en los estadios de fútbol ni de baloncesto [...] No se trata de un criterio deportivo, sino sanitario”.

Cine, teatro y tenis

La situación del deporte con espectadores en las postrimerías del estado de alarma es llamativa. El fútbol no profesional permite un porcentaje del aforo (hasta incluso un 50%) desde hace meses, dado que su gestión es competencia de las comunidades autónomas (y escapa, por tanto, a las restricciones del Ejecutivo central). Al igual que un buen número de espectáculos (cine, teatro o música) que han podido salvarse de la ruina económica gracias a la apertura de recintos cerrados –y por tanto menos seguros en términos sanitarios–, en ocasiones con un solo asiento de separación. El recientemente celebrado torneo de tenis Conde de Godó admitió 1.000 personas por día y provocó polémica por algunas imágenes.

placeholder Rafa Nadal, en el reciente Conde de Godó.
Rafa Nadal, en el reciente Conde de Godó.



Esta semana se disputa con un 40% de espectadores el Mutua Madrid Open: podrán entrar 4.800 personas cada día en la Caja Mágica (un recinto semicerrado). En el Nuevo Vivero, estadio del Badajoz, hace dos semanas se llenó la mitad del aforo para el partido Badajoz-Castilla de Segunda B (acudieron 7.000 personas). En Primera y Segunda, sin embargo, el cerrojazo es completo.

La bajada de la incidencia del virus y el ritmo mejorado de vacunación provocaron que tanto el Gobierno como el CSD manifestaran con cautela su intención de reabrir controlada y paulatinamente los graderíos de los estadios de los 42 equipos del fútbol profesional, bajo rigurosas medidas sanitarias y de distancia social. Los clubes habían realizado ya sus planes de gestión. Según ‘El Periódico’, el Fútbol Club Barcelona tenía todo preparado para acoger aficionados en el crucial encuentro del próximo sábado frente al líder, el Atlético de Madrid (y también en su último partido como local, contra el Celta): entre un 10% y un 25% de los asientos.

El protocolo de LaLiga contemplaba que cada club decidía su sistema de adjudicación de entradas. Las entradas incluirían el nombre del aficionado, su DNI, la hora de acceso al estadio, la puerta de acceso, el número de localidad, el plano del estadio, la obligatoriedad de llevar la mascarilla y de tomarse la temperatura, además del código de conducta obligatorio. No habría entradas en ningún caso –ni aunque sobrasen– para la afición del equipo visitante.

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Imagen del reciente FC Barcelona-Granada, ante las gradas vacías del Camp Nou. (EFE)

El aforo oscilaría entre el 10% y el 25% de los asientos disponibles. Se mantendría la distancia mínima de seguridad oficial entre los espectadores, que se colocarían de dos en dos, en lugares alternos. LaLiga avanzó que debían garantizarse en todo momento las distancias de seguridad en la organización de las colas de entrada y el diseño de pasillos, fomentando que los espectadores acudan directamente a su puerta de acceso y a su localidad. Existiría un primer anillo de verificación básica a una distancia adecuada de acceso al estadio.

Los aficionados se repartirían en cinco grupos, el último las personas más vulnerables, a las que se les asignaría una franja horaria de acceso al estadio (dos horas), hasta los 15 minutos del grupo 5 (personas menos vulnerables). La entrada se entregará únicamente por vía telemática o correo certificada, pero nunca en puntos físicos; se prohíbe tanto la venta como el consumo de alimentos en las gradas, así como fumar. Fútbol pandémico.

La dualidad de La Fonteta

La negativa de Sanidad ha vaciado la botella de paciencia de los clubes, como ha podido comprobar este periódico por diversas vías (incluyendo la Liga ACB, muy debilitada económicamente, que padece las mismas restricciones). Dicen estar “hartos” de que en el resto de categorías y modalidades se admitan aficionados en paralelo. (Este fin de semana, en el pabellón de La Fonteta de Valencia, el Valencia Basket de la Liga Femenina estuvo a punto de conquistar la Liga frente a 1.500 aficionados a las 12:30 del mediodía. Cinco horas después, el equipo masculino jugó frente a Estudiantes un partido de la ACB en el mismo pabellón, totalmente vacío).

“Caen las hojas del calendario y sigue sin haber una razón objetiva para explicar por qué los asientos de LaLiga siguen vacíos, pero sí se puede asistir al teatro, a un concierto o a un partido de fútbol sala”, escribe Bermúdez de Castro en el citado artículo (donde habla directamente de “arbirariedad”): “Entendemos que esta vuelta del público no se dé a la vez en todos los territorios, pero eso es algo que los equipos han aceptado ya y votado de manera unánime en comisión delegada y que no supondría para ellos un golpe a la integridad del campeonato”.

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VALENCIA, 02 05 2021.- La jugadora del Tiffany Hayes (Valencia Basket) y Laura Juskaite (Perfumerías Avenida), durante el partido de la Liga Femenina de baloncesto disputado este domingo en la Fonteta. (EFE)

Fuentes del Ministerio de Cultura y Deportes reconocen una posible contradicción explicable por la necesidad de seguir reduciendo la incidencia del virus; se preguntan además “si tenía sentido montar todo esto ahora para cuatro partidos”. La patronal de los clubes lamenta que llevan solicitando una apertura progresiva durante meses, que unos pocos ingresos son muy bienvenidos después de 15 meses de clausura y, en especial, que sería “un excelente campo de pruebas para el protocolo, averiguar cómo funciona” con vistas al comienzo (en agosto) de la temporada 2021-22.

También estaría el factor “emocional, sentimental, intangible” (en palabras de un directivo de un club de Primera): “Tenemos la Liga más interesante de los últimos tiempos, y la experiencia de algo de público sería un acicate impresionante para los jugadores y una señal de esperanza para todos los aficionados… De que lo peor ha pasado”.

“Nos hemos portado bien, hemos estado callados, hasta mansos. Pero esto es indignante”. Desde que el pasado jueves la ministra de Sanidad, Carolina Darias, descartara la vuelta de público a las gradas de los estadios de Primera y Segunda División en las últimas jornadas del campeonato, el ambiente en los clubes del fútbol profesional (representados por LaLiga) fluctúa entre el hartazgo y la ira.

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