Luis Enrique da con la tecla y España entra en combustión: histórico 6-0 a Alemania

Luis Enrique ha dado con la tecla. Después de meses de probaturas, convocatorias dispares y experimentos posicionales, España se convirtió la noche del martes en un vendaval de fútbol que arrasó a Alemania. Liderados por Morata, Fabián y Ferran Torres, los españoles se impusieron por seis a cero a su rival directo y le arrebataron así no solo la clasificación para las semifinales de la Liga de Naciones, sino también parte de su dignidad profesional. Es la primera vez que España gana con esta contundencia a Alemania, que por su parte llevaba casi 90 años sin encajar un marcador así.

Y eso que las cosas pintaban feas desde el arranque, con Luis Enrique vestido como para bajar un momento a por tabaco y Sergio Ramos robándole primero un disparo de falta claro para un zurdo, como Canales, y después olvidando la marca de Timo Werner, que estuvo a punto marcar el primero a los 10 minutos. Para colmo, ambos se rompieron a la media hora y tuvieron que dejar el campo.

De repente, el milagro. Por Canales, salió Fabián Ruiz, un volante del Nápoles que quizá no tenga muy ubicado, pero que anoche recordó a Maradona. Nada más salir, pateó un córner con rosca que fue derecho a la frente de Morata, astutamente situado en el segundo palo, a la espalda de las huestes alemanas. Neuer no pudo hacer nada ante un remate perfecto que, por cuestiones geométricas, tenía mucha pinta de pegar en el palo.

Morata es el soplo de aire fresco que necesitaba España, la pieza que hace clic y asienta toda la estructura. El delantero madrileño, que parece otro desde que volvió a Italia, llevó peligro cada vez que tocó el balón y fue clave en la construcción del juego ofensivo, actuando como mediapunta cuando los alemanes estaban más replegados. A los 20, marcó un segundo gol injustamente anulado porque en esta competición no hay VAR.

Pero uno no se acuerda de los goles anulados cuando genera peligro en cada llegada. Ferran Torres y Fabián desnortaron a los alemanes, siempre superados por las combinaciones de los de Luis Enrique, y a los 33 minutos Ferran marcó el segundo. Cinco después, Rodri, de cabeza, el tercero.

Varios jugadores de la Selección se han convertido en promesas de gloria en solo 90 minutos

Los alemanes volvieron del descanso con el cuchillo entre los dientes, heridos en su orgullo de tetracampeones del mundo, para encontrarse con otra versión de España, diseñada en el vestuario para armarse en el centro y montar el contraataque. Ferran golpeó dos veces más, en una segunda parte donde incluso mejoró la actuación de la primera, y redondeó la goleada Oyarzábal en el 89. Del partido de Alemania poco se puede decir más allá de que no dispararon una sola vez a puerta: una superioridad apabullante.

Esta victoria histórica es un punto de inflexión para la España de Luis Enrique. Donde antes había malos presagios y hasta resignación, ahora hay un equipo con un esplendoroso futuro por delante. Jugadores como Unai Simón, Ferran Torres, Morata, Gayá o Fabián Ruiz han pasado, en solo 90 minutos, de caerse de las convocatorias a indiscutibles promesas del combinado nacional. Es lo que tienen los equipos jóvenes, que nadie se los espera.

Esta era una jornada complicada para Luis Enrique. España llegaba después de generar muchas dudas por la intensiva rotación del seleccionador, que parecía atascado a la hora de encontrar el once de mayor rendimiento. Unos días el equipo controlaba el juego, pero no creaba ocasiones, y otros se ganaba por una acción aislada sin darle mucho lustre al balón. Esta noche, como en una conjunción astral del sistema de Luis Enrique, engranaron las piezas y la máquina se puso a funcionar con una velocidad endiablada. Lo volvió a sufrir el pobre Joachin Löw, siempre tan caballeroso con España, que ya acumula tres eliminaciones contra la Roja. Su cargo queda en duda después de la goleada.

Poco importan los experimentos del pasado: el día importante era este martes, y la España de Luis Enrique no solo ha dado la talla, sino que ha alcanzado un pico de excelencia difícil de recordar en sus 100 años de historia.