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Titiriteros, carcas y nuevo Gobierno progre
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LA FIESTA DEL CINE ESPAÑOL

Titiriteros, carcas y nuevo Gobierno progre

Empezó como una gala a la que nadie hacía caso y ha acabado siendo el acontecimiento cultural del año. No diga Goya, diga morbo. ¿Por qué? Husmeando el secreto del éxito entre bastidores

Foto: Iglesias, Rivera y Resines. (EFE)
Iglesias, Rivera y Resines. (EFE)

Flashback: “Pedir a las televisiones que dieran la ceremonia de los Goya era como exigir el impuesto revolucionario. Pensaban que la gala era un coñazo, que lo era, y no tenía el tirón popular que tiene ahora”. Se lo contó hace años a este periodista Antonio Giménez Rico, cineasta y ex presidente de la Academia en los años heroicos de la institución (1988-1992). Fin del flashback.

Hola. Son las cinco de la tarde y estamos haciendo cola para que nos den la acreditación de la 30 edición de los Goya. Este año toca, por tanto, balance de aniversario. Dato número uno: Los periodistas tienen que llegar cinco horas antes de que empiece la gala; cinco, sí, ni para entrevistar a Fidel Castro en Sierra Maestra había que llegar tan pronto. Dato número dos: en mi parte de la cola no se habla de cine, sino de cómo los titiriteros están rompiendo España y destruyendo la civilización occidental con sus locas performances (y no nos referimos a Javier Bardem, sino al psicodrama de los carnavales madrileños).

Sumen ahora el dato uno (turbamulta periodística) y el dato dos (titiriteros rojos) y tendrán el significado profundo de la tremenda repercusión de los Goya en los últimos años...

Lo político y todo lo demás

Hola otra vez. Son las 22:22 y estamos merodeando entre bastidores mientras Dani Rovira suelta un chiste sobre el escenario. Por los pasillos te cruzas con policías con perros. Nominados e invitados están dentro disfrutando del show; y entre ellos: Manuela Carmena,Cristina Cifuentes, Pablo Iglesias, Pedro Sánchez, Alberto Garzón y Albert Rivera. Ojo al dato: a Sánchez e Iglesias les vieron estos ojitos charlando en tono jiji-jaja antes de entrar al sarao; si se emborracharan en la fiesta de después, podríamos hasta salir de aquí con nuevo Gobierno. Moraleja: No diga Premios Goya, diga acto de Estado. Dani Rovira bromeó incluso con la posibilidad de que Rivera, Iglesias, Sánchez y Garzón pactaran allí mismo el Gobierno: "¿Por qué no firman ustedes aquí el Pacto de los Goya?".

A Sánchez e Iglesias les vieron estos ojitos charlando en tono jiji-jaja antes de entrar al sarao

¿Cuándo, cómo y por qué se transformaron los Goya en el acontecimiento cultural del año? Significado de acontecimiento: objeto cultural que ha alcanzado tal velocidad y tamaño que no lo frena ni Bruce Willis con los marines. Ni siquiera importa que la gala siga siendo un coñazo sideral: es arrancar los Goya y volverse España tarumba.

Demostración de que esto ya va solo: la ceremonia de 2016 era una de las menos morbosas de los últimos años. No había ni morbo político ni morbo cinematográfico. Las aguas políticas no bajaban tan tranquilas desde que empezaron los recortes (de subvenciones) y las subidas (de IVA); José Ignacio Wert, ex ministro de Cultura y malvado oficial de las últimas ediciones, está en su loco exilio francés; y los actores están a la espera de tener nuevo Gobierno a quién poder (o no) atizar. Por otro lado, los directores con más tirón mediático (Almodóvar, Amenábar, De la Iglesia) no estaban nominados en las categorías principales y tampoco había películas fenómeno. Eran, a priori, unos Goya de perfil bajo. Pero aquí estamos: rodeados de una avalancha de periodistas, con la nueva política luciendo sus mejores galas de boda en la alfombra roja, con Twitter echando humo y con media España bramando a favor y en contra de la farándula celtibérica.

Tesis: todos somos responsables de que los Goya sean ahora un monstruo fuera de control y de que paguemos gustosos el impuesto revolucionario que no queríamos pagar en 1990.

Todos somos responsables de que los Goya sean ahora un monstruo fuera de control

Todos, sí: los periodistas que los cubrimos como si fueran la final del Mundial, los cineastas con sus películas estupendas y horribles (y con sus rajadas políticas) y los espectadores que no pueden dejar de mirar la pantalla.

No obstante, sería injusto no hacer mención especial a los que lo han hecho posible sin querer: muchas felicidades a los que llevan desde 2003 (gala del No a la guerra) linchando a los “pancarteros y titiriteros del cine español”. Cuanta más bilis, más 'share’, con el rojerío dando palmas y criticando a la derecha, en perfecta retroalimentación. ¿Carcas y progres conchabados para hacer de los Goya el acontecimiento cultural del año? ¿No sería el colmo progre que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sellaran un nuevo Gobierno de izquierdas en los bastidores de los Goya? Larga vida a la guerra cultural. Show must go on. Titiritilandia o muerte, venceremos (o no).

Flashback: “Pedir a las televisiones que dieran la ceremonia de los Goya era como exigir el impuesto revolucionario. Pensaban que la gala era un coñazo, que lo era, y no tenía el tirón popular que tiene ahora”. Se lo contó hace años a este periodista Antonio Giménez Rico, cineasta y ex presidente de la Academia en los años heroicos de la institución (1988-1992). Fin del flashback.

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