Es noticia
'Shirley': el insólito 'biopic' de la escritora de terror más polémica
  1. Cultura
  2. Cine
estrenos de cine

'Shirley': el insólito 'biopic' de la escritora de terror más polémica

La película de Josephine Decker se aproxima a la autora de 'La maldición de Hill House' difuminando las fronteras entre experiencia real y universo de ficción

Foto: 'Shirley'.
'Shirley'.

Ninguna pieza de ficción publicada en 'The New Yorker' ha generado tanta correspondencia por parte de los lectores como el cuento 'La lotería', de Shirley Jackson. Así lo recuerda la biógrafa de la escritora, Ruth Franklyn, en un artículo en la misma revista en que desgrana algunas de los centenares de misivas enviadas ese verano de 1948 a la redacción. Cartas que recogían reacciones mayoritariamente negativas (de perplejidad, indignación, requerimiento o incluso odio) ante un relato que desembocaba en el horror sin moverse de un realismo costumbrista con el que todos los lectores podían identificarse.

En 'Shirley', se nos presenta a la protagonista, Rose (Odessa Young), también a través de su respuesta a la lectura de 'La lotería'. En el arranque de la película, Rose y su esposo Fred (Logan Lerman) se dirigen a la casa en Bennington de Shirley Jackson (Elisabeth Moss) y su marido, el profesor universitario Stanley Edgar Hyman (Michael Stuhlbarg). Fred se dispone a iniciar su carrera académica de la mano de Stanley, y Rose le acompaña. Durante el viaje en tren, la joven devora el famoso cuento de Jackson en el 'New Yorker'. El final también la deja pasmada. “Es terrorífico”, comenta Fred certificando la impresión general al respecto. “¡Es espléndido!”, replica ella, alborozada. Y seguidamente posa la mano en la entrepierna de su marido.

Rara vez se reivindica el impacto de un escritor (no especializado en literatura erótica) desde la excitación sexual que provoca el goce de su obra. La reacción atípica de Rose anticipa la aproximación inusual del filme a Shirley Jackson, uno de los nombres clave de la literatura de terror del siglo XX. La directora Josephine Decker parte de la adaptación de Sarah Gubbins de la novela 'Shirley', de Susan Scarf Merrell, y mantiene el recurso narrativo de adentrarse en la vida y el universo literario de Jackson desde la mirada de un personaje femenino inventado, Rose.

Rara vez se reivindica el impacto de un escritor desde la excitación sexual que causa

La protagonista aterriza en la residencia de Jackson y su esposo, una mansión de aires góticos que bien podría ser el escenario de alguna obra de la autora de 'La maldición de Hill House' (1959), henchida aún de admiración y entusiasmo. Pero no tarda en pasar de esa fascinación inicial ejercida desde la distancia a un primer rechazo tras un período de convivencia con la escritora. Desde la perspectiva inicial de Rose, Shirley se nos presenta como una mujer arisca: dice lo que piensa sin tapujos, no ofrece grandes muestras de cariño y apenas socializa con su entorno. La escritora pasa largo tiempo en la cama y a veces ni tan siquiera tiene ánimo para levantarse a comer, mucho menos a trabajar. Su marido, principal acicate de su carrera, la marca de cerca. Por orden de Stanley, Rose asume esa responsabilidad de cuidarla que él no ejerce.

'Shirley' se sitúa en el periodo en que Jackson empezó a escribir su segunda novela, 'Hangsaman' (1951), que supuestamente se inspira en la desaparición nunca aclarada de una estudiante de la misma universidad donde trabajaba su marido. El vínculo entre Rose y Shirley se estrecha a medida que la escritora se siente en condiciones de trabajar. El núcleo de la película, su tramo más potente, se centra en el proceso creativo del libro en cuestión a través del progresivo acercamiento de las dos protagonistas. Decker difumina las fronteras entre el mundo real y el de la ficción, de forma que por un lado, los personajes de Rose y la chica desaparecida se confunden. Y por el otro, la relación entre la escritora y Rose, marcada por la dependencia, la admiración y un pellizco de química erótica, parece reflejar la que mantienen las protagonistas de 'Hangsaman'. Las dos mujeres (tres si contamos a la estudiante de la que se ha perdido el rastro) comparten además el hecho de sentirse desplazadas e invisibles en un entorno de dinámicas androcéntricas como el universitario de entonces, donde las féminas solo podían ejercer de alumnas o de esposas.

La directora transmite una sensación de inestabilidad en los momentos más íntimos

Como en su anterior filme 'Madeline's Madeline' (2018), Josephine Decker se distancia de la puesta en escena más convencional a partir de trabajar con una cámara en mano que se mantiene siempre cerca, a veces a tocar de piel, de los intérpretes. La directora transmite así una sensación de inestabilidad pareja al propio sentir de sus personajes, que le funciona mejor en los momentos más íntimos, pero que por momentos también resulta redundante. Queda claro que 'Shirley' no pretende ofrecer una imagen fija de su protagonista, ni mostrarla a través de una evolución al uso. La escritora tanto parece una mujer vulnerable y a contracorriente como una artista incapaz de interesarse por nada ni nadie más allá de su propia obra. Rose ejerce de desencadenante de un factor empático en Shirley que solo podía surgir de un vínculo entre mujeres. Pero la autora y su marido también se muestran como la típica pareja de intelectuales de mediana edad un tanto narcisistas incapaces de concebir la relación con una pareja más joven más allá de una óptica depredadora.

Resulta innegable el parecido de Elizabeth Moss, gran dama de la ficción serial gracias a sus trabajos en 'Mad Men' y 'El cuento de la criada', con Shirley Jackson. Pero su registro, como también sucede con el del igualmente admirado Michael Stuhlbarg, se acerca peligrosamente en algunos momentos a una exhibición de manierismos de Escuela de Interpretación de Prestigio. Liberada de la obligación de mimetizar a un personaje histórico idiosincrásico, Odessa Young, en cambio, consigue insuflar vida y complejidad a un personaje, el de Rose, que corría el riesgo de quedar reducido a mero recurso narrativo al servicio del retrato de Shirley.

Ninguna pieza de ficción publicada en 'The New Yorker' ha generado tanta correspondencia por parte de los lectores como el cuento 'La lotería', de Shirley Jackson. Así lo recuerda la biógrafa de la escritora, Ruth Franklyn, en un artículo en la misma revista en que desgrana algunas de los centenares de misivas enviadas ese verano de 1948 a la redacción. Cartas que recogían reacciones mayoritariamente negativas (de perplejidad, indignación, requerimiento o incluso odio) ante un relato que desembocaba en el horror sin moverse de un realismo costumbrista con el que todos los lectores podían identificarse.

Cartelera y estrenos de cine Críticas de cine Literatura Novela
El redactor recomienda