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'Fake Famous': cómo hacerte famoso en Instagram en tres sencillos pasos
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'Fake Famous': cómo hacerte famoso en Instagram en tres sencillos pasos

El periodista tecnológico Nick Bilton expone la burbuja de los 'influencers' en este documental disponible en HBO

Foto: Chris y Dom, los protagonistas del documental 'Fake Famous'. (HBO)
Chris y Dom, los protagonistas del documental 'Fake Famous'. (HBO)

En 2010, Banksy revolucionó el circuito del documental y a la comunidad del arte plástico con su película 'Exit Through the Gift Shop'. Sin dejar muy claro cuánto de realidad y cuánto de pantomima hubo en la realización del mismo, el artista enmascarado lanzó un misil a los cimientos del 'establishment' cultural con la génesis de un artista mundialmente conocido, Mr. Brainwash (el seudónimo del francés Thierry Ghetta), si no desde la nada, casi. Porque una cosa es el arte museístico y otra es el mercado, amigo. Y en el circo de tres pistas que es ese mercado, siempre hay cabida para un payaso. ¿Qué es verdad, qué es mentira? ¿Quién es el autor, quién idea la pieza o quién la ejecuta? ¿Es fácil orquestar una estrategia para hacer que la crítica encumbre un nombre, independientemente de la calidad de su obra? La respuesta era un espejo aberrante en el que nadie reconoce no ya que el emperador está desnudo, sino que lo estamos todos, y nos callamos para que no se destape el marrón.

Más de una década después, aquello que denunciaba Banksy, ya no está circunscrito al mundo del arte, de la moda o de la música. La mercantilización no se limita a los cuadros, las películas o los discos, sino que nosotros mismos nos hemos convertido en la obra a vender. El mercado laboral híper competitivo, la loa al individualismo, el consumismo desnortado y la economía especulativa —el trabajo no hace fortuna— han allanado el camino al pensamiento de que uno debe convertirse en su propia marca —y en su propio producto, yendo más allá—, para triunfar en la vida. Porque con una clase media desaparecida, solo queda el triunfo o la subsistencia.

La democratización de las nuevas tecnologías han revertido el antiguo orden de emisor-receptor de los medios de comunicación de masas y, ahora, cualquiera con acceso a internet puede transmitir al mundo su propio contenido. Por primera vez en la historia, millones de personas se convertían en los directores de su propio periódico, configurando un muro a través de noticias de otros usuarios, pero también generando los suyos propios. Y luego llegó Instagram. La tormenta perfecta. La ventana al fundo definitiva del culto a la imagen, donde cualquiera podemos, como en una fotonovela, retransmitirnos al mundo, fotograma a fotograma. Cuenta Nick Bilton en su documental 'Fake Famous', recién estrenado en HBO, que alrededor de 140 millones de usuarios de Instagram tienen más de 100.000 seguidores. Es decir que, en teoría, hay 140 millones de famosos en dicha red social. Gente a la que otra gente sigue, de manera aspiracional, porque llevan un estilo de vida a imitar.

placeholder Dominique quiere ser famosa. (HBO)
Dominique quiere ser famosa. (HBO)

Retomando la premisa de Banksy, 'Fake Famous' expone la burbuja de las redes sociales, que es como la del arte, pero con menos talento y más morro todavía. Según Bilton, los oficios tradicionales como médico o policía fueron suplantados por carreras futbolísticas y cinematográficas en la lista aspiracional de los alumnos más jóvenes. Pero, desde hace unos años, los niños y niñas estadounidenses ya no quieren ser artistas, sino 'influencers'. Es decir, según la definición del Diccionario Merriam Webster, "una persona que es capaz de generar interés sobre algo (como un producto de consumo) al publicar en redes sociales".

Al parecer, Bilton se ha dedicado durante años al periodismo tecnológico como colaborador de 'The New York Times' y 'Vanity Fair', y si antes era un apóstol de las redes sociales, ahora reniega de ellas. Y lo ha hecho a través de este documental-experimento en el que analiza el fenómeno de los 'influencers', destapa la especulación financiera relacionada con la aplicación y analiza cuánto hay de verdad y cuánto hay de mentira en el universo Instagram. Y de lo segundo hay mucho. En 1787, durante la guerra entre Rusia y Turquía, Catalina II quiso salir de gira por las tierras de Crimea, arrasada por la guerra. Así que el avispado Grigory Potemkin, ministro y amante de la zarina, mandó construir aldeas de mentirijillas —con sus campesinos de pega— para ir poniendo y quitando al paso de la comitiva, una engañifa que hoy se conoce como "pueblo Potemkin". Pues bien, al parecer, muchos de esos 'instagramers' con millones de seguidores, que ganan cientos de miles de euros promocionando, muchas veces, 'crecepelos', no son más que fachadas huecas, pueblos Potemkin vigoréxicos y vacíos, que viven, eso sí, en un eterno bronceado tropical.

placeholder Fotos muy 'casual' para conseguir 'likes' en Instagram. (HBO)
Fotos muy 'casual' para conseguir 'likes' en Instagram. (HBO)

En Los Ángeles, hay una pared rosa —un muro, sí, pintado de rosa— que se ha hecho un hueco entre las atracciones turísticas más visitadas de la ciudad. Todos los días, cientos de viajeros hacen cola para retratarse delante de UN TROZO DE PARED PINTADO DE ROSA. Porque el fondo es ideal para los selfis de Instagram. 'Fake Famous' muestra una juventud obsesionada con la fama y esclavizada por la apariencia. Pero también una industria tecnológica que alimenta dichas disfunciones para asegurarse de que sus ingresos siguen aumentando a cualquier precio. Bilton, que actúa como director y guionista, elige a tres jóvenes —porque los 'instagramers' más influyentes tienen entre 17 y 25 años— desconocidos para convertirlos en estrellas de Instagram. Dominique, una actriz que trabaja como dependienta en una tienda de ropa, Chris, amante de la música y de la moda que siente que la vida le debe la fama y Wylie, un asistente inmobiliario que quiere que le quieran.

Y para ello utilizará todos los ardides a disposición de cualquiera que esté dispuesto a invertir una cantidad de dinero —bastante asequible— para lograrlo: miles de seguidores, comentarios y likes falsos por poco más de 141 dólares, alquiler de casas de lujo para sesiones de fotos e, incluso, decorados que imitan el interior de un avión privado para que cualquiera pueda presumir de una vida al estilo Hollywood. Pero si en 'Exit Through The Gift Shop' las estafa era colarle a un galerista una obra de calidad cuestionable, aquí nadie exhibe ningún talento más allá del ingenio para —aparentemente— la buena vida: viajes, moda, comidas, fiestas... no hay alarde del trabajo, que no es fotogénico, solo de la frivolidad. El objetivo: regalos y viajes gratis solo por aparecer en un par de publicaciones. Kim Kardashian, por ejemplo, ha llegado a cobrar 500.000 dólares por un 'post' promocional. Y Bilton apunta: muchas de estos usuarios cuentan con más de un 50% de seguidores falsos, un fraude que las tecnológicas no quieren destapar porque ayudan a inflar sus propios números y sus propias cuentas.

placeholder Chris, en un decorado que imita el interior de un avión. (HBO)
Chris, en un decorado que imita el interior de un avión. (HBO)

Sin el ingenio de Banksy y con una tesis apriorista que no permite que el documental llegue a cotas más profundas, 'Fake Famous' es una caricatura que, de vez en cuando, arroja algún destello analítico en el que se entrevé un negocio basado en la impostura y el maquillaje, tanto frente a la cámara como en las cuentas. Un apunte interesante, pero que apenas llega a un esbozo y que se limita a una narrativa de bustos parlantes y secuencias preproducidas, pero que a veces es difícil de soportar por la irracionalidad del mundo de cartón piedra que se ha impuesto a aquello que una vez se llamó la realidad.

Foto: 'Malcolm  & Marie'.
Foto: 'Confinados'.

En 2010, Banksy revolucionó el circuito del documental y a la comunidad del arte plástico con su película 'Exit Through the Gift Shop'. Sin dejar muy claro cuánto de realidad y cuánto de pantomima hubo en la realización del mismo, el artista enmascarado lanzó un misil a los cimientos del 'establishment' cultural con la génesis de un artista mundialmente conocido, Mr. Brainwash (el seudónimo del francés Thierry Ghetta), si no desde la nada, casi. Porque una cosa es el arte museístico y otra es el mercado, amigo. Y en el circo de tres pistas que es ese mercado, siempre hay cabida para un payaso. ¿Qué es verdad, qué es mentira? ¿Quién es el autor, quién idea la pieza o quién la ejecuta? ¿Es fácil orquestar una estrategia para hacer que la crítica encumbre un nombre, independientemente de la calidad de su obra? La respuesta era un espejo aberrante en el que nadie reconoce no ya que el emperador está desnudo, sino que lo estamos todos, y nos callamos para que no se destape el marrón.

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