'Malcolm & Marie': Zendaya se ha hecho mayor sin euforia
El creador de 'Euphoria' firma una película confinada sobre un matrimonio discutiendo a corazón abierto con calculada intensidad
En la secuencia de arranque de 'Malcolm & Marie', la pareja del título llega a su residencia tras el exitoso estreno de la última película de Malcolm (John David Washington). Mientras él empieza a desatar su entusiasmo, al ritmo de James Brown, por la buena acogida de su trabajo, Marie (Zendaya) corre al baño. El director Sam Levinson presenta a la protagonista, encarnada por probablemente la estrella veinteañera más carismática del cine estadounidense actual, haciendo pis con su vestido de gala todavía puesto. Queda clara así su intención: vamos a adentrarnos en la intimidad de esta pareja glamurosa que acaba de certificar su entrada en la élite del mundo del espectáculo. El encuadre que nos deja ver a Marie en el váter sin enseñarla explícitamente meando (tampoco a través de la banda de sonido, recordemos que suena James Brown a todo volumen) también anticipa el tono del filme: Levinson va a desnudar a los personajes, pero no del todo; va a mostrarlos en sus momentos más privados, pero sin perder el estilo ni la corrección.
En la siguiente escena, Marie sale al jardín a fumar, otra actitud ahora mismo insólita en una protagonista de película estadounidense. Su hábito se justifica en parte por un pasado que se explica de sobras a lo largo del metraje. Pero también le permite a Levinson vincular a esta actriz de apariencia rabiosamente contemporánea con un imaginario de estrella del cine de otros tiempos. De hecho, en esos mismos momentos, Malcolm está soltando una perorata sobre un director clásico injustamente olvidado, William Wyler, como ejemplo del tipo de cineasta al que la crítica nunca le asocia por el hecho de que él es afroamericano.
La celebración del triunfo de Malcolm no tarda en torcerse. Desde el inicio, la actitud de Marie ha sido más bien distante. Y no tardamos en saber por qué. El protagonista se ha olvidado de ella en la tanda de agradecimientos de la gala. De ella, que no solo es su pareja; también la persona que inspira el personaje principal de su película, una joven afroamericana que lucha contra la adicción. A partir de aquí, 'Malcolm & Marie' se desarrolla como un drama de cámara en que una pareja despacha sus rencores y cuentas pendientes en un vaivén dialogístico que tiene mucho de dueto interpretativo.
Sam Levinson rodó 'Malcolm & Marie' en pleno confinamiento y durante una pausa obligada en la producción de la serie que lo ha encumbrado como director, 'Euphoria', que también cuenta con Zendaya como protagonista. La película tendría algo de inspiración autobiográfica, tanto en ese rencor hacia los críticos de cine (una periodista del mismo medio que se cita en el filme cuestionó el largometraje anterior de Levinson, 'Assassination Nation'), como en lo de olvidarse de dar las gracias al cónyuge en un reconocimiento público. Parte del atractivo del filme reside precisamente en cómo se pone de manifiesto que no resulta tan fácil marcar una separación limpia y categórica entre la vida privada del artista y la obra que ha creado. Aquello que diferencia 'Malcolm & Marie' de tantos otros dramas de pareja discutiéndose a corazón y pulmón abiertos es que aquí los problemas personales van ligados intrínsecamente a la percepción que tienen ambos de cómo su vida de pareja ha afectado tanto su carrera profesional como la creación de una película.
Levinson apunta ideas interesantes, reproches legítimos y también una carta tramposa
Las discusiones a lo largo del metraje quieren aportar complejidad a debates en torno al privilegio del creador, a las lecturas de las obras a partir de la identidad de sus autores, a las carencias e inercias que arrastramos quienes ejercemos la crítica cinematográfica, a la idea de si una película es una creación personal o colaborativa, a qué entendemos por autenticidad en una obra de arte... A través de Malcolm, Levinson apunta algunas ideas interesantes, plantea algún reproche legítimo y al mismo tiempo juega una carta tramposa. Porque produce cierta vergüenza ajena que un cineasta blanco que ha accedido a la industria del cine por la puerta del privilegio (su padre es el oscarizado Barry Levinson) utilice un personaje afroamericano para dar rienda suelta a su rabia contra una mujer crítica a quien básicamente se reprocha su 'blanquitud'. De hecho, la mayor explosión de rabia de Malcolm en la película no responde a una experiencia sentimental ni a un comentario de Marie. Sino a una crítica ¡positiva! de su última película.
Por momentos, el personaje de Marie ejerce de contrapunto sensato a los arranques autoindulgentes del Malcolm cineasta. Por un lado, la película despliega así un ritmo dialéctico harto interesante. Por el otro, también pone en evidencia hasta qué punto nos hallamos ante una película en torno al desbordamiento de una relación que paradójicamente se estructura de forma muy calculada. Todo monólogo espera su compensación o matiz, toda salida de tono encuentra su 'reencauce'. 'Malcolm & Marie' queda lejos así de la intensidad desarmante del cine de John Cassavetes o de esa rabia descontrolada que dejaba amargos posos de incomodidad de otro clásico de las batallas campales matrimoniales, '¿Quién teme a Virginia Woolf?', por citar dos referencias claras del filme que nos ocupa. Incluso la fotografía en blanco y negro, a cargo Marcell Rév, otorga un plus de estilización más que una estética de la inmediatez o de la intimidad. Aunque hay que reconocerle a Levinson un sentido de la puesta en escena (con ese uso de la profundidad de campo que remite, entre otros a...William Wyler) y del espacio cinematográfico, que le permiten evitar que un filme de este tipo parezca teatro filmado.
El tira y afloja entre los dos personajes se representa también a través de sus respectivos registros interpretativos. Levinson brinda a John David Washington la oportunidad de lucirse como nunca en un papel intenso y muy físico. El actor parece desquitarse de roles anteriores, como el de Protagonista (sic) de 'Tenet', en que parecía obligado a una excesiva discreción gestual a la hora de actuar. Por el contrario, Zendaya encarna a su primer personaje adulto desde un registro mucho más contenido, que se apoya mucho en los silencios y en todo aquello que una actriz de su magnetismo es capaz de transmitir con su sola presencia.
En la secuencia de arranque de 'Malcolm & Marie', la pareja del título llega a su residencia tras el exitoso estreno de la última película de Malcolm (John David Washington). Mientras él empieza a desatar su entusiasmo, al ritmo de James Brown, por la buena acogida de su trabajo, Marie (Zendaya) corre al baño. El director Sam Levinson presenta a la protagonista, encarnada por probablemente la estrella veinteañera más carismática del cine estadounidense actual, haciendo pis con su vestido de gala todavía puesto. Queda clara así su intención: vamos a adentrarnos en la intimidad de esta pareja glamurosa que acaba de certificar su entrada en la élite del mundo del espectáculo. El encuadre que nos deja ver a Marie en el váter sin enseñarla explícitamente meando (tampoco a través de la banda de sonido, recordemos que suena James Brown a todo volumen) también anticipa el tono del filme: Levinson va a desnudar a los personajes, pero no del todo; va a mostrarlos en sus momentos más privados, pero sin perder el estilo ni la corrección.