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'Mientras dure la guerra': Amenábar patina sin ambición ni imaginación
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'Mientras dure la guerra': Amenábar patina sin ambición ni imaginación

Cuatro años después del estreno de 'Regresión',su último proyecto internacional, Amenábar vuelve a rodar en España

Foto: Karra Elejalde es Miguel de Unamuno en 'Mientras dure la guerra', de Alejandro Amenábar. (Movistar)
Karra Elejalde es Miguel de Unamuno en 'Mientras dure la guerra', de Alejandro Amenábar. (Movistar)

En el momento climático de 'Mientras dure la guerra', la mano enguantada de Carmen Polo (Mireia Rey) coge la de Miguel de Unamuno (Karra Elejalde) en una especie de gesto de redención de la mujer de Francisco Franco, que salva al pensador de las hordas de militares que piden su cabeza en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca. Las manos luego se separan, como el símbolo de la desunión de los dos bandos, mal endémico del país, que dura hasta nuestros días. Y aquí las dos Españas se despidieron por última vez, parece decir Amenábar en su relato sobre los primeros compases del alzamiento y la Guerra Civil.

Pero no son los dos bandos, primero, porque Unamuno fue uno de los intelectuales en apoyar la sublevación en primera instancia, aunque luego cambiase de opinión, y, segundo, no es seguro que la escena se desarrollase así en la realidad: fotografías de la época discuten si el encuentro que tuvo lugar el 12 de octubre de 1936, entonces el Día de la Raza, en la institución de la que Unamuno era rector pudo haber acabado de manera más amable de lo que describe la película, aunque muchos historiadores respaldan la versión que ofrece el filme.

Alejandro Amenábar se sirve de la figura de Unamuno para volver la vista al año más determinante de la historia reciente de España

En su vuelta al largometraje cuatro años después de 'Regresión', Alejandro Amenábar se sirve de la figura del autor de 'Niebla' para volver la vista al año más determinante de la historia reciente de España, 1936, y trazar una analogía con la situación política actual, donde la incertidumbre, la inestabilidad y la desafección de la ciudadanía provocan una sensación de descontento social, solo el tiempo lo dirá, si similar o no al vivido entonces.

placeholder Un momento de 'Mientras dure la guerra'. (Movistar  )
Un momento de 'Mientras dure la guerra'. (Movistar )

Como una panorámica de la época, en 'Mientras dure la guerra' desfilan una relación de personalidades que impactaron en el devenir de los acontecimientos, como Francisco Franco, obviamente, y Millán Astray. Pero Amenábar no busca la emoción, sino una supuesta objetividad, y en su distanciamiento de los personajes y de los acontecimientos ha descuidado el punto de vista que se presupone al cine: 'Mientras dure la guerra' se parece más a una clase de Historia que a una narración dramática.

El director ha querido eludir cualquier controversia, cualquier posible objeto de ofensa

Porque la base del drama es el conflicto, y el director ha querido eludir cualquier controversia, cualquier posible objeto de ofensa. Pero lo más preocupante es el ejercicio de academicismo formal de un autor que removió los cimientos del audiovisual español con 'Tesis', un emblema no solo generacional sino de la historia del cine de nuestro país, una ópera prima en la que si algo hubo —que no medios económicos— fue personalidad y arrojo. 'Mientras dure la guerra' es el reverso tenebroso de ese cine transgresor y transformador, una narrativa inocua y sin ambición que, además, peca de falta de imaginación a nivel formal.

placeholder Otro momento de 'Mientras dure la guerra'. (Disney)
Otro momento de 'Mientras dure la guerra'. (Disney)

Aunque actores como Karra Elejalde, Albert Fernández y Luis Zahera se empeñen en desplegar sus mejores herramientas para conseguir unas interpretaciones memorables, se nota el armazón de la película. En todos los aspectos de la película, la imitación se impone a la recreación. Los movimientos de cámara resultan evidentes y enfáticos, y hay un exceso de pulcritud en la fotografía, el arte y el vestuario que evidencia que, a pesar de la voluntad de realismo del director, nunca ha estado más cerca de la representación.

placeholder Cartel de 'Mientras dure la guerra'.
Cartel de 'Mientras dure la guerra'.

Si bien este amojamamiento desmejora el film, una de sus principales virtudes, que normalmente no quedan representadas en el cine histórico, es la humanización de figuras simbólicas heroicas como la de Unamuno, en este caso. Amenábar lo devuelve un poco a tierra, probablemente para que los de a pie aspiremos levemente a la grandeza de un pensador que se permitió el derecho a la duda y a la rectificación. Paseo tras paseo, tertulia tras tertulia, el espectador ve la transformación de un hombre convencido de que lo mejor para un país en crisis es el alzamiento militar, y que a medida que se suceden las desapariciones, los fusilamientos y la pérdida de derechos civiles, se plantea si ha cometido un error y si es necesario rectificar. Y esto último, en España, sí que es lo verdaderamente extraordinario.

Foto: 'Rambo: Last Blood'.
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En el momento climático de 'Mientras dure la guerra', la mano enguantada de Carmen Polo (Mireia Rey) coge la de Miguel de Unamuno (Karra Elejalde) en una especie de gesto de redención de la mujer de Francisco Franco, que salva al pensador de las hordas de militares que piden su cabeza en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca. Las manos luego se separan, como el símbolo de la desunión de los dos bandos, mal endémico del país, que dura hasta nuestros días. Y aquí las dos Españas se despidieron por última vez, parece decir Amenábar en su relato sobre los primeros compases del alzamiento y la Guerra Civil.

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