Amenábar: "La Transición cerró la dictadura en falso"
'Mientras dure la guerra', el drama histórico de Alejandro Amenábar sobre la relación de Miguel de Unamuno con el bando sublevado, se estrena el 27 de septiembre
Hace cuatro años que Alejandro Amenábar pasó por el Festival de San Sebastián con 'Regresión', un 'thriller' psicológico con caras internacionales, que no cuajó como había planeado. Ahora, el director vuelve, y lo hace dos veces: primero, a la Sección Oficial del certamen donostiarra y segundo, a una historia en España, quizás la historia más española de todas, enquistada e indeleble: la Guerra Civil. Y lo hace a través de la voz de Miguel de Unamuno, como compendio de las contradicciones idiosincrásicas de un país que todavía no se ha reconciliado consigo mismo. Muestra de que la herida sigue abierta, que supura y lacera, es la reacción virulenta que más de ocho décadas después despierta el relato, atrincherado en las bocas de los españoles.
Piensa Amenábar qué pasará 'Mientras dure la guerra', sabiendo que la guerra no acaba cuando uno de los bandos claudica. Cuenta el director el camino previo de aquel famoso "venceréis, pero no convenceréis" frente a un Millán Astray rabioso aquel 12 de octubre de 1936 en la Fiesta de la Raza, con el paraninfo lleno de gatillos deseosos, en un momento en el que la crítica era también sentencia. La narración se centra en el conflicto ideológico y moral de un Unamuno que apoya al bando sublevado como la única opción de llevar a la República al orden. Una defensa que cae a la par que caen sus allegados, por masones, por intelectuales, por malos españoles. Cuando los paseos se convierten en paseíllos.
Aunque sabía que hablar sobre la Guerra Civil en España es manejar trilita, Amenábar no podía esperarse la controversia que iba a levantar su película incluso antes de estrenarse el próximo fin de semana. En mayo, los Veteranos Legionarios de la Plataforma Millán Astray pidieron a la productora que el director se ciñese a la verdad y no cayese "en los viejos topicazos sobre el fundador de la legión". Y este sábado, en el día de la presentación de 'Mientras dure la guerra' en Zinemaldia, unas declaraciones suyas a 'El Mundo' -"La España actual es la que ideó Franco: flota aún como un fantasma"- han provocado el enfado de la ultraderecha; Hermann Tertsch lo tildaba en un tuit de "mediocre" y "mequetrefe".
He querido acercarme al alma de Millán Astray y hacer un retrato lo más fidedigno posible del personaje
Él se defiende: "No me gusta ofender a nadie. A mí me gusta ser fiel a mi mensaje y esta película la he hecho en un ejercicio absoluto de libertad. Un cosa es intentar no ofender y otra cosa es que alguien se ofenda. Yo, desde el principio, he intentado no cargar las tintas en aquello que pudiese generar duda o controversia, sin afectar al mensaje de la película. Por ejemplo, quitamos de una escena la mención al número de muertos en Cáceres. Sabemos que fueron un montón, pero como no hay unanimidad, decidimos dejarlo para los libros y las discusiones de historia. Vamos a ver muertos en las cunetas en cualquier caso".
Y carga la responsabilidad en los medios de comunicación, donde, según él, "cualquier cosa tiene espacio con tal de conseguir un click". "Yo a veces tendría que hilar más fino, pero lo que se ha convertido ese titular en controversia, si lees el contexto, no es tal. En el caso de la plataforma Millán Astray, me encantaría que vieran la película y la juzgaran después de haberla visto. Seguramente ni la han visto. Respecto a la repercusión que puedan tener en medios, es el espacio que vosotros les deis. Precisamente no he intentado ofender a legionarios o seguidores de Millán Astray. Quiero acercarme al alma de Millán Astray y hacer un retrato lo más fidedigno posible del personaje. Igual les sorprende".
Franco tenía la vocecita [...] y nosotros no queríamos renunciar a eso [...] y aun así representar a un hombre de una gran tenacidad
Aunque defiende que el film es el resultado de un trabajo de libertad absoluta, Amenábar también se ha cuidado de no resultar insultante en su representación del Caudillo. "Franco tenía la vocecita. Tenía un modo de hablar muy particular, y nosotros no queríamos renunciar a eso, como el ‘Yo, Claudio’ tartamudo de Robert Graves, y aun así representar a un hombre de una gran tenacidad y que podía ser impenetrable", explica. "Había una escena de un discurso de Franco en inglés, que está en YouTube, pero cuando testamos la película descubrimos que esa escena en particular a los espectadores no les gustaba, independientemente del signo político, de derechas o de izquierdas, porque sentían que nos estábamos mofando de Franco, a pesar de mostrar al Franco real".
En su ánimo de no ofender, el director prefiere tender la mano. "Yo siempre voy a apostar por la reconciliación. En España, como en cualquier lado, para que existas tú tienes que tener enfrente a alguien que piensa lo contrario. Entonces, ¿qué vas a hacer? ¿Vas a salir a la calle a escupir a la cara o vas a intentar llevarte razonablemente bien? Creo que es bueno discutir, pero ¿por qué no seguimos caminando juntos?". Sin embargo, también piensa que la Ley de Memoria Histórica es una política necesaria y que es difícil subsanar hoy los errores que se cometieron tras la muerte del dictador.
En su día se dijo que la Transición había sido modélica, pero ahora nos encontramos con el conflicto territorial y los problemas con la bandera
"La Transición cerró un proceso traumático como la dictadura en falso", sentencia. "Y eso tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Se aplicó como una especie de reseteado, que supuso que toda mi generación haya estudiado muy por encima la Guerra Civil. Pero luego han surgido los problemas y hay gente que siente que tiene que ser resarcida. El cierre en falso también permitió que España, la que yo viví en los ochenta, cambiara muy rápido. En su día se dijo que la Transición había sido modélica, pero ahora nos encontramos con el conflicto territorial y los problemas con la bandera. Nuestros traumas. Estoy a favor de la Ley de Memoria Histórica, que quede claro".
Amenábar no quiere que nadie se sienta atacado por su película, pero es un ejercicio de equilibrismo -o de ingenuidad-, pretender despojar a un relato sobre la Guerra Civil de crítica e ideología. Su pretensión fue llegar al momento en el que Unamuno pronucia el discurso y es Carmen Polo quien lo rescata del linchamiento. "Pensé que era un gran momento cinematográfico", admite. "Esta película nace de discusiones, de tertulias, de ser un ciudadano de España, de vivir en este país y de preocuparme por este país. Creo que la cultura tiene que ser un reflejo de su entorno y tiene que comentarlo y, ¿por qué no?, intentar cambiarlo".
'Mientras dure la guerra' comienza y termina con la imagen de una bandera. Su cartel promocional es una bandera. Precisamente en un tiempo en el que media España arroja la bandera española a la otra media, y tirando a dar. "A mí me apetecía terminar la película con una bandera, como pasa en las películas americanas, lo típico de las americanadas. En España está muy marcada la connotación que tiene la bandera. Aunque yo creo que fue a partir de la victoria de España en el Mundial de fútbol cuando todo el mundo empezó a reconciliarse con la bandera. Pero en principio la bandera siempre se ha asociado a la derecha. Y eso no pasa en otros países. Quería confrontar al público español con nuestros símbolos, que son los que tenemos ahora mismo, aunque, como cuenta la película, fueran rescatados por Franco. Quería confrontar al espectador con vernos cantar el himno sin letra, porque no nos hemos puesto de acuerdo ni con la letra, y mirar la bandera".
Aunque no sobrevivió la transcripción exacta del discurso de Unamuno -el film apunta a que fue algo improvisado y escrito en el último momento-, Amenábar traza a través de él paralelismos con la situación política actual. "Cuando deduces lo que Unamuno dijo aquel día, se habló de Cataluña, se habló del País Vasco, de España. Unamuno fue ponente y votó a favor del Estatuto de Cataluña. El tema territorial estaba presente antes de la Guerra Civil. Si analizas la situación de entonces ves a España en un tumulto de sinergias y de fuerzas políticas extremas y ahora mismo tenemos Brexit, un presidente de Estados Unidos que parece de todo menos sensato, un mundo que es un hervidero y España está en medio de eso. El repunte del fascismo es obvio y sí hay cosas que me recuerdan a esa época, y tengo la sensación de que las estamos dejando entrar por la puerta casi sin darnos cuenta".
Hace cuatro años que Alejandro Amenábar pasó por el Festival de San Sebastián con 'Regresión', un 'thriller' psicológico con caras internacionales, que no cuajó como había planeado. Ahora, el director vuelve, y lo hace dos veces: primero, a la Sección Oficial del certamen donostiarra y segundo, a una historia en España, quizás la historia más española de todas, enquistada e indeleble: la Guerra Civil. Y lo hace a través de la voz de Miguel de Unamuno, como compendio de las contradicciones idiosincrásicas de un país que todavía no se ha reconciliado consigo mismo. Muestra de que la herida sigue abierta, que supura y lacera, es la reacción virulenta que más de ocho décadas después despierta el relato, atrincherado en las bocas de los españoles.