'Alanis': ¿fregar letrinas es mejor que vender tu cuerpo?
Por 'Alanis', Anahí Berneri y Sofía Gala se llevaron la Concha de Plata a Mejor dirección y a Mejor actriz en el pasado Festival de San Sebastián
La primera vez que vemos a la protagonista de 'Alanis' (Sofía Gala), se encuentra medio oculta tras el marco de la puerta del cuarto de baño, sentada en el retrete mientras limpia el lavabo. Es la primera de toda una serie de imágenes que a lo largo de la película la mostrarán confinada, u obstaculizada o relegada a los bordes del plano. Alanis ha sido empujada a los márgenes de la ciudad, provista de nada más que su hijo Dante y su propia dignidad. Ni siquiera su nombre le pertenece: es un pseudónimo con el que facilitar la captación de clientes.
Vive en un apartamento con el niño y una veterana compañera de trabajo, al menos hasta que un día dos inspectores irrumpen en la casa haciéndose pasar por clientes y detienen a esta última. Sobre el papel lo hacen para proteger a mujeres como ella de la explotación que los proxenetas y las 'madames' ejercen en los burdeles, pero en todo caso con ello la empujan a una situación desesperada: primero la dejan sin dinero y sin teléfono, y poco después su casero toma medidas para que ella y Dante se queden en la calle.
A partir de ese momento, la directora Anahí Berneri se dedica a narrar las tribulaciones de Alanis mientras se enfrenta a figuras burocráticas y clientes y demás trabajadoras del sexo. Primero encuentra la ayuda de una tía que les ofrece cobijo a ella y al pequeño pese a no aprobar el modo de vida de su sobrina. Luego encuentra un trabajo como limpiadora, pero no tarda en decidir que fregar letrinas no es mejor que vender su cuerpo. No tarda en volver al sexo, pero captar clientes en las calles es peligroso puesto que pertenecen a las dominicanas.
Encuentra un trabajo como limpiadora, pero no tarda en decidir que fregar letrinas no es mejor que vender su cuerpo
Berneri utiliza el caso de Alanis para hablar de forma más general acerca de todas las mujeres que migran a las grandes ciudades con la esperanza de encontrar mejores oportunidades y en lugar de eso se encuentran expuestas a situaciones extremas. Y, sobre todo, habla de la necesidad que las leyes argentinas tienen de dotar al trabajo sexual de un marco legal y una protección, en primer lugar corrigiendo esa hipócrita situación según la cual la prostitución es legal pero regentar un burdel es una actividad perseguida.
Al final de la película vemos a Alanis reflejada en un espejo mientras le da servicio a un cliente y le dice marranadas sin sentir absolutamente nada. Cuanto más se prolonga la escena, más se le aliena el rostro. Es lo más cerca que Berneri está de caer en la exhibición miserabilista. Dicho de otro modo, en ningún momento lo está en absoluto.
'Alanis' no cae en ningún momento en la exhibición miserabilista
Jamás oímos a la mujer quejarse y, pese a ser repetidas veces humillada, nunca parece sentir lástima de sí misma. Frente a las más difíciles circunstancias se mantiene fuerte y resoluta y, decimos, digna. A esa sensación de resiliencia contribuye el esfuerzo de Berneri por demostrar que lo estéticamente bello existe hasta en realidades que no son bellas en lo más mínimo.
De hecho, por el uso que hace de la composición y la iluminación para retratar la carne, por momentos 'Alanis' funciona como algo parecido a un catálogo de pinturas renacentistas. Que el tabú en torno a las trabajadoras sexuales siga condicionando incluso a las sociedades más mentalmente avanzadas deja claro hasta qué punto es digna de encomio una aproximación al asunto tan reacia al tremendismo y al moralismo. En última instancia, 'Alanis' por encima de todo es la historia de un rotundo amor de madre, y de una mujer decidida a impedir que sus circunstancias determinen quién es.
La primera vez que vemos a la protagonista de 'Alanis' (Sofía Gala), se encuentra medio oculta tras el marco de la puerta del cuarto de baño, sentada en el retrete mientras limpia el lavabo. Es la primera de toda una serie de imágenes que a lo largo de la película la mostrarán confinada, u obstaculizada o relegada a los bordes del plano. Alanis ha sido empujada a los márgenes de la ciudad, provista de nada más que su hijo Dante y su propia dignidad. Ni siquiera su nombre le pertenece: es un pseudónimo con el que facilitar la captación de clientes.