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El merecido, aunque simplista, biopic de la realeza del hip hop: N.W.A.
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estreno de 'STRAIGHT OUTTA COMPTON'

El merecido, aunque simplista, biopic de la realeza del hip hop: N.W.A.

No cabe duda de que la historia de N.W.A. merece tener su propia película. Ice Cube, Dr. Dre y Eazy-E alcanzaron la realeza del hip hop

Foto: 'Straight Outta Compton' llega a los cines
'Straight Outta Compton' llega a los cines

No cabe duda de que la historia de N.W.A. merece tener su propia película. Porque N.W.A. es mucho más que el vehículo a bordo del que Ice Cube, Dr. Dre y Eazy-E alcanzaron la realeza del hip hop. Surgido hace 30 años desde las trincheras de Compton, una de las áreas más forajidas de Los Angeles, el colectivo rapero se convirtió en cabreado portavoz de las miserias que ser negro en América conllevaba. Su segundo disco, del que este biopic ha tomado prestado el título, fue prohibido en las emisoras de radio y los situó en el punto de mira del FBI y los servicios secretos al tiempo que se erigía en quintaesencia del 'gangsta rap'.

'Straight Outta Compton', la película, acompaña la improbable irrupción de la banda –cada 10 minutos de metraje alguien siente la necesidad de advertirles: “¡El rap es muy duro! ¡Nunca tendréis éxito!”--, la inmediata reacción del 'establishment' contra la violencia explícita de sus letras, y la ruptura del grupo en el apogeo de su popularidad, envuelta de acusaciones y traiciones cruzadas. En el proceso, resulta más relevante y meritoria por el mero hecho de existir que por hacer las cosas particularmente bien.

Nos explicamos. Sobre el papel es muy interesante conocer cómo un disco tan influyente fue creado y pensar en todos los raperos a los que ha influenciado –para que quede bien claro, la propia película se encarga de aludir a ellos durante sus títulos de crédito--, pero el director F. Gary Gray ningunea el modo en que las canciones fueron escritas y discutidas por sus creadores. También convierte en poco más que figurantes a los dos miembros menos conocidos del grupo, DJ Yella y MC Ren, aunque por otra parte quizá fuera realmente ese su papel.

De modo similar, la vigencia política de la película tiene poco que agradecerle al trabajo de Gray puesto que es consustancial a la premisa: contemplar el racismo en la América de hace 30 años inevitablemente evoca el racismo de la América actual, más que nada porque no hay más que ver los telediarios para comprender que casi nada ha cambiado. Por lo demás, el director va a lo fácil: recrea eficazmente los enfrentamientos entre la banda, y se esfuerza por que, al ver cómo jóvenes negros son estrellados contra el pavimento por los agentes de la ley, sintamos parte de la rabia que dio fuelle a N.W.A.; pero no tiene interés en matizar que, en realidad, los de Compton rechazaban cualquier perspectiva política. El 'gangsta rap' siempre estuvo menos cercano al activismo de Public Enemy que al nihilismo de los Sex Pistols.

En realidad, en última instancia, la película solo parece verdaderamente interesada en cuanto la asemeja a tantos otros biopics ambientados en el mundo de la música. Somos testigos de la típica retahíla de sesiones de grabación mágicas, conciertos catárticos y saraos desenfrenados, de cómo el dinero divide a la banda y de cómo las víboras se aprovechan de esa división.

Y el hecho de que Ice Cube y Dr. Dre sean productores del filme junto a la viuda de Eazy-E explica que los N.W.A. sean unidimensionalmente retratados como chicos buenos –excepto, claro, cuando sus libertades civiles son violadas— y muy talentosos a quienes, eso sí, les encanta estar de fiesta rodeados de tetas al aire –quizá para legitimar la misoginia de las letras de N.W.A., la película incluye más pezones que papeles femeninos con diálogo-. No hay reflexión sobre la tendencia de Cube al acoso y la amenaza, ni alusión a los episodios de violencia de género protagonizados por Dre. Resulta extraño que 'Straight Outta Compton' caiga en ese simplismo, considerando que las maldades de la censura son uno de sus asuntos de cabecera. También problemática, aunque aparentemente no para la película, es la otra ironía que el periplo de estos dos músicos encarna: uno, Dre, autoerigido en “el primer billonario del rap” tras vender su empresa de auriculares a Apple por un pastizal; el otro, Cube, reconvertido en actor de comedia especializado en papeles de policía.

En todo caso, decíamos, la historia de N.W.A. merece tener su propia película. Y quizá 'Straight Outta Compton' no sea exactamente la película que la banda merece pero, decíamos también, su mera existencia tiene un valor rotundo. Porque legitima la significancia artística e histórica del hip hop como nunca antes se había hecho en el contexto del cine 'mainstream' –los ejercicios autopromocionales de Eminem no cuentan- y en un momento especialmente apropiado, ahora que la forma dominante de música popular durante los últimos 20 años parece haber sido irrevocablemente apropiada por esa cultura blanca que encarnan raperos de plástico como Iggy Azalea y Macklemore.

No cabe duda de que la historia de N.W.A. merece tener su propia película. Porque N.W.A. es mucho más que el vehículo a bordo del que Ice Cube, Dr. Dre y Eazy-E alcanzaron la realeza del hip hop. Surgido hace 30 años desde las trincheras de Compton, una de las áreas más forajidas de Los Angeles, el colectivo rapero se convirtió en cabreado portavoz de las miserias que ser negro en América conllevaba. Su segundo disco, del que este biopic ha tomado prestado el título, fue prohibido en las emisoras de radio y los situó en el punto de mira del FBI y los servicios secretos al tiempo que se erigía en quintaesencia del 'gangsta rap'.

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