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Catherine Deneuve también se deprime
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estreno de 'en un patio de parís'

Catherine Deneuve también se deprime

La actriz francesa protagoniza una comedia costumbrista que no evita los tonos sombríos

Foto: Fotograma de 'En un patio de París'
Fotograma de 'En un patio de París'

En un patio de vecinos coinciden Antoine (Gustave Kervern), un músico veterano que abandonó su carrera de forma inesperada y ha empezado a trabajar como conserje del edificio, y Mathilde (Catherine Deneuve), una mujer jubilada que (sobre)ocupa su tiempo con trabajos voluntarios. A priori, tienen poco en común. Antoine descubre que su nuevo empleo es menos tranquilo de lo que esperaba. Cuando no es un vecino quejica quien le llama a la puerta, en un proselitista cansino e insistente. Mathilde suma una nueva preocupación a su ya atribulada rutina: una grieta avanza por las paredes de su casa y ella lo interpreta como un síntoma de un próximo derrumbe del edificio.

Ni Mathilde ni Antoine se encuentran en el mejor momento de sus vidas. Antoine reacciona ante la mayoría de estímulos con una pasividad entre estoica e irritante, incapaz de tomar ninguna determinación. Mathilde parece que va a colapsarse en cualquier momento. Su marido sopesa incluso la posibilidad de internarla. A su alrededor, un pequeño abanico de personajes varios: un ruso que distribuye libros de un gurú de autoayuda, un arquitecto tiquismiquis, un joven que se gana la vida revendiendo bicicletas de origen dudoso, la propietaria de una librería esotérica...

Pierre Salvadori es uno de esos directores franceses que, sin gozar de un gran prestigio crítico, se han forjado una sólida carrera a base de comedias sobre las relaciones humanas al gusto de un amplio espectro de público. Varias de ellas, Blanco disparatado o Un engaño de lujo por ejemplo, han sido estrenadas en nuestro país. En En un patio de París maneja a primera vista todos los ingredientes de una comedia popular costumbrista: una serie de personajes curiosos y fácilmente identificables, la coincidencia en un mismo espacio cotidiano de protagonistas cuyos caracteres parecen destinados a chocar, un comportamiento por parte de algunos de estos personajes que desentona con aquello que se entiende como “normal”... Todo ello servido a través de una puesta en escena sin complicaciones y unos diálogos con un punto de chispa.

Salvadori también convierte el patio de vecinos en un pequeño microcosmos que le permite reflejar algunos de los males de la sociedad contemporánea: las personas sin hogar, la fascinación por las pseudociencias y los cultos, las paranoias que se imponen a las evidencias científicas, los triunfadores con pies de barro...

En un patio de París es también un filme sobre la amistad que surge en los momentos más inesperados y una reivindicación del apoyo mutuo. Uno de los méritos de la película es que se centra en la relación entre un hombre y una mujer al límite sin sentir la obligación de establecer ningún vínculo romántico entre ellos. No, esta no es otra comedia romántica crepuscular entre personajes que a priori no parecían destinados a encontrarse. A pesar que la película se abre y se cierra con canciones de Stephin Merritt, el artífice del álbum 69 Love Songs.

La extraña pareja del filme la forman Catherine Deneuve y Gustave Kervern. Ella es la demostración viviente de que el cine francés, al contrario que tantos otros, no margina a sus actrices por razones de edad. Con setenta años cumplidos, la protagonista de Belle de Jour sigue plenamente activa, poniéndose a las órdenes de todo tipo de directores, jóvenes y veteranos, populares y minoritarios. Y aceptando roles que, como el de En un patio de París, poco tienen que ver con el glamour de las alfombras rojas.

El rostro de Kervern es mucho más desconocido en nuestro país. En Francia se hizo popular en un formato paródico de Canal +, Groland, donde interpretaba a un periodista borrachuzo. Junto a un colega de estas series, Benoît Delépine, debutó también como director con Aaltra (2004), a la que se sumaron entre otras Louise-Michel (2009) y Mammuth (2010). La filmografía del Kervern cineasta está poblada de representantes de la clase obrera que ajustan cuentas pendientes por injusticias laborables varias y ostentan una estética en las antípodas del glamour. En un patio de París ha unido la gran diva del cine francés con uno de sus directores/actores más militantes.

En un patio de vecinos coinciden Antoine (Gustave Kervern), un músico veterano que abandonó su carrera de forma inesperada y ha empezado a trabajar como conserje del edificio, y Mathilde (Catherine Deneuve), una mujer jubilada que (sobre)ocupa su tiempo con trabajos voluntarios. A priori, tienen poco en común. Antoine descubre que su nuevo empleo es menos tranquilo de lo que esperaba. Cuando no es un vecino quejica quien le llama a la puerta, en un proselitista cansino e insistente. Mathilde suma una nueva preocupación a su ya atribulada rutina: una grieta avanza por las paredes de su casa y ella lo interpreta como un síntoma de un próximo derrumbe del edificio.

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