Godard vuelve a dinamitar Cannes
Aplausos y abucheos para el nuevo filme del director de la Nouvelle Vague que ha presentado en el festival su última película, en 3D, 'Adiós al lenguaje'
Como llegada de otra dimensión cinematográfica, la nueva película de Jean-Luc Godard, Adieu au langage, se ha estrenado en un Festival de Cannes cuya sección oficial empezaba a mostrar preocupantes muestras de adocenamiento. En un único pase compartido por prensa y público (decenas de críticos se agolpaban ante la puerta de la sala ya una hora antes de la proyección) al que no ha asistido el director, Adieu au langage ha demostrado una vez más que el cineasta francés se mueve en una órbita a años luz de la mayoría de los directores contemporáneos.
Cada nuevo film de Jean-Luc Godard supone una experiencia cinematográfica única e inafable. Y posiblemente un quebradero para el jurado encargado de conceder la Palma de Oro. Adieu au langage juega en una división totalmente diferente del resto de películas a concurso.
Si su anterior Film Socialisme adoptaba una estructura clara y remitía, dentro de la vorágine hiperreferencial típica del cine del francés, a un tema tan concreto como la crisis del concepto de Europa, Adieu au langage se repliega sobre sí misma para abordar sobre todo la intimidad de una pareja, una intimidad que incluye presentar a los personajes defecando en más de una ocasión o realizando comentarios metafóricos sobre el vello púbico.
Godard evoca una relación de pareja marcada por el hecho de tener un perro en lugar de un hijo. Porque uno de los personajes principales del film es Roxy, el can del director y su compañera Anne-Marie Miéville, a la vez protagonista único y testigo de las discusiones en off de la pareja, al que el cineasta dota de una entidad individualizada y reivindica en más de un aspecto.
La otra novedad de Adieu au langage es la utilización del 3D, que Godard ya había ensayado en su corto Three disasters para la película colectiva 3X3D y cuyas normas de utilización no duda en romper en varias ocasiones. La escena en que separa las cámaras que se encontraban rodando a la vez y de repente crea un fascinante efecto de desdoble ha sido saludada con un sonoro aplauso en la sala.
La otra novedad de Adieu au langage es la utilización del 3D, que Godard ya había ensayado en su corto Three disasters para la película colectiva 3X3D y cuyas normas de utilización no duda en romper en varias ocasiones
La duplicidad y el desdoblamiento son de hecho una constante en la película, que una vez más se construye como un magma heterogéneo, fragmentario y de múltiples capas conformado poraforismos quebrados, apuntes ensayísticos, haikus cinematográficos, mashups audiovisuales, genealogías de pensamientos (aquí la reflexión en torno a la deriva autoritaria de cualquier estado democrático hilvana muchas de las referencias textuales) y juegos de palabras.
Entre las incontables fuentes literarias, pictóricas, cinematográficas, filosóficas o históricas que nutren la película encontramos la pintura de Claude Monet, El pensador de Rodin (parafraseado escatológicamente), la Séptima de Beethoven, Ava Gardner, Rilke, Fritz Lang, Jean-Pierre Melville, Jacques Ellul, Solchenitzin, Dostoievsky, la gestación de Frankenstein por parte de Mary Shelley al lado del lago Leman… hasta concluir con el Marlbrough s'en va-t-en guerre (la versión original del Mambrú se fue a la guerra) como tema de fondo para el último plano del perro caminando.
Los desplantes de Godard a Cannes
És la séptima vez que Godard opta por la Palma de Oro. Aunque muchas de sus últimas películas se han programado en el festival, no participaba en la sección oficial a concurso desde 2001 con Elogio del amor. Sin embargo, el cineasta ha renunciado a venir hasta la Costa Azul, a pesar de que se contaba con su presencia al menos en una rueda de prensa que ha tenido que anularse.
No es la primera vez que Godard hace un desplante a Cannes. En 2011 el principal representante de la Nouvelle Vague adujo “problemas de tipo griego” para justificar su ausencia a última hora del certamen. En aquella edición estrenaba Film Socialisme en Un Certain Regard y se había organizado expresamente una rueda de prensa (esta sección no cuenta habitualmente con ellas) que también se canceló.
En una entrevista concedida a la televisión pública suizapocos días antes de la presentación mundial de Adieu au langage, Godard confirmó que no asistiría al festival, ni tan siquiera si le acaban concediendo la Palma de Oro. Premio que, por otro lado, asegura que acabaría regalando a su asesor fiscal, a quien ya dio el Oscar honorífico que le entregaron en 2010. Godard parece hacer suya una de las frases de la protagonista del film: “Yo estoy aquí para decir no”. El próximo sábado sabremos si su gestor tiene que hacer hueco en su estantería para otro premio más.
Como llegada de otra dimensión cinematográfica, la nueva película de Jean-Luc Godard, Adieu au langage, se ha estrenado en un Festival de Cannes cuya sección oficial empezaba a mostrar preocupantes muestras de adocenamiento. En un único pase compartido por prensa y público (decenas de críticos se agolpaban ante la puerta de la sala ya una hora antes de la proyección) al que no ha asistido el director, Adieu au langage ha demostrado una vez más que el cineasta francés se mueve en una órbita a años luz de la mayoría de los directores contemporáneos.
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