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Peter Jackson manda callar a los enanos
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estreno de 'el hobbit, la desolación de smaug'

Peter Jackson manda callar a los enanos

La segunda parte de la adaptación del libro de Tolkien supone una mejora respecto a su predecesora, pero mantiene su excesiva duración

Foto: Escena de 'El hobbit, la desolación de Smaug'
Escena de 'El hobbit, la desolación de Smaug'

El Hobbit es como el Dragon Khan, divertido y emocionante, pero al rato sólo estarás mareado y con ganas de bajar. Peter Jackson ha concebido esta trilogía sobre el libro de Tolkien como una peculiar montaña rusa en la que todo es tan grandilocuente y mastodóntico, que a mitad de película uno ha perdido elinterés.

Los antecedentes no podían ser peores: en la primera parte de esta saga, sus casi tres horas son un verdadero suplicio. No ocurría nada interesante en su primera parte, más allá de ver a una serie de enanos cantar y andar por parajes naturales espectaculares. A eso había que sumarle un sentido del humor ridículo e incoherente con el tono épico del filme, lo que dio lugar al peor trabajo de Jackson y de toda la saga tolkeniana.

El director ha pecado en la concepción de su nueva franquicia de un exceso de ego (y hambre de dinero), y para reafirmarlo él mismo se reserva uno de los primeros planos de la película en un cameo ridículo. Convertir un pequeño libro en casi nueve horas de metraje es una misión imposible, para cualquiera.

Por suerte, en esta segunda parte, La desolación de Smaug, la cosa ha mejorado. Peter Jackson ha mandado callar a los enanos y todo fluye mucho más. Al menos, el dolor de cabeza y el sentido casi paródico han desaparecido y, por momentos, asoma el director que dejó maravillado a medio mundo con la trilogía de El señor de los anillos. Aquí se puede intuir un sentido del ritmo y del espectáculo, que no existía en su predecesora. Además, la aparición de los elfos (con un personaje inexistente en el libro) es un soplo de aire fresco y sus escenas de acción lucen perfectas.

Pero de nuevo existe el problema del tiempo. No son necesarias tres horas, ni tan siquiera dos, para lo que cuenta. Así, se pasa de la aventura a treinta minutos prescindibles que obligan a mirar el reloj constantemente. Peter Jackson ya ni siquiera divierte y hay que ser muy fan del libro, para que esto se asemeje a la gran película que todos le pedían.

Cuando se estrenen las tres partes alguien debería dedicarse a reeditar la película y hacer una versión que constara de una sola parte de tres horas. A lo mejor los escépticos acaban por descubrir que el director ha estado dando gato por liebre todo este tiempo.

Eso sí, para La desolación de Smaug Jackson ha guardado unos buenos cartuchos en forma de ‘set pieces’, que dejarán con la boca abierta. Sobre todo por ese final que por fin nos presenta al temeroso dragón al que hace referencia el título. Un gran clímax para el filme gracias a los excelentes efectos digitales y a la voz de Benedict Cumberbatch. Ver la versión doblada significará perderse un gran trabajo que provoca miedo con ese tono grave y solemne.

Habrá que esperar otro año para descubrir el final de este culebrón. Si sigue esta senda será un poquito mejor, un ‘progresa adecuadamente’ que, por desgracia, no es suficiente para destacar.

El hobbit: La desolación de Smaug

Director: Peter Jackson

Nacionalidad: Estados Unidos

Duración: 160 minutos

Reparto: Martin Freeman, Ian McKellen, Richard Armitage, James Nesbitt, Aidan Turner

Género: Fantástico, aventuras

El Hobbit es como el Dragon Khan, divertido y emocionante, pero al rato sólo estarás mareado y con ganas de bajar. Peter Jackson ha concebido esta trilogía sobre el libro de Tolkien como una peculiar montaña rusa en la que todo es tan grandilocuente y mastodóntico, que a mitad de película uno ha perdido elinterés.

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