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Destripando España en un 'cassette' de chistes de Arévalo
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Juan Soto Ivars

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Destripando España en un 'cassette' de chistes de Arévalo

Se ha muerto Arévalo y hay gente que dice que se alegra. ¡Sigue siendo España un país de reírse a mala leche, como en los monólogos!

Foto: El humorista Francisco Arévalo en una imagen de archivo. (EuropaPress)
El humorista Francisco Arévalo en una imagen de archivo. (EuropaPress)
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Se ha muerto Arévalo y hay gente que dice que se alegra. ¡Sigue siendo España un país de reírse a mala leche, como en los monólogos de Gila!

El humor de Arévalo murió antes que él. También murieron los cassettes que se compraban en la gasolinera millones de conductores a través de una España que tampoco existe. Era una España despreocupada y cachonda en la que, cuando hacía calor, se bajaba la ventanilla del coche con una manivela.

En aquella España se entendía que reírse no es necesariamente odiar. Era un país donde teníamos la risa en alta estima. Era el cachondeo uno de nuestros estereotipos, no el odio. Así que no murieron los chistes de Arévalo porque ya no odiemos (hoy odiamos más), sino porque no nos escandaliza lo mismo.

Sospecho que la gente que condena los chistes de Arévalo ha oído pocos. El recurso era el escándalo y el tema casi siempre el erotismo. Contaba muchos de parejas que hacen el salto del tigre, calzonazos e impotentes que dan consejos disparatados. Otros chistes eran simplemente absurdos, y el gangoso o el mariquita no era más que el recurso interpretativo. Arévalo no sabía poner muchas voces.

Foto: Malena Gracia, en imágenes de 'Vamos a ver'. (Mediaset)

Hacía chistes homófobos, pero uno de los de mariquitas más célebres es el de paracaídas. Son dos que van a la mili, los destinan a paracas y, cuando saltan del avión, resulta que uno no puede abrir su paracaídas. El otro, que sí ha podido tirar de la anilla, envidia al que se precipita a toda velocidad directo al suelo porque cree que le han dado un paracaídas de carreras. Ya ves tú qué homofobia.

Puedes poner a un machista, un abogado o un político en vez del mariquita y el chiste es exactamente el mismo, pero si eliges poner un político del PSOE igual te cita Fiscalía, que ahora se consideran minoría oprimida. Para no tener problemas nos puedes poner a mí y a Alberto Olmos, pero me pido el paracaídas que sí se abre.

España se acababa de quitar el cilicio. La polisemia marranurcia ponía a la gente a cien por hora. De ahí la venta en gasolineras

Como decía, la mayor parte de los chistes de Arévalo iban, en realidad, de sexo. En las galas, la gente se descojonaba cada vez que hacía una insinuación erótica. Una vez salió disfrazado de policía y dijo que lo mejor de ser policía es el pito y la porra, y la gente venga a reír, porque España se acababa de quitar el cilicio. La polisemia marranurcia ponía a la gente a cien por hora. De ahí la venta en gasolineras.

Hoy tenemos porno gratis y accesible, así que el erotismo escandaliza menos que los artículos de prensa. ¡¿Habéis leído ese artículo de Soto que dice que los chistes de Arévalo no eran para tanto?! A ver, es que no eran para tanto.

En aquellos años, los gais empezaban a salir de la clandestinidad. Como hoy son ministros, profesores y gente aburrida, sus estereotipos no hacen gracia a tanta gente. Sin embargo, la comunidad gay sigue siendo víctima del estereotipo, por ejemplo, cuando alguien supone que todos se ofenden por lo mismo, como si no fueran individuos dotados de criterio. Como si fueran… eso, personajes de chiste.

Foto: Paco Arévalo, hijo del humorista, en la capilla ardiente del humorista. (Europa Press)

La normalización de la homosexualidad, como la vulgarización del erotismo, cambió el escándalo de sitio. Hoy tenemos tan naturalizado que hay gais frívolos o serios como de izquierdas o derechas. También sabemos que hay hombres muy distintos entre sí, pero en los espectáculos de comedia feminista la gente se ríe con los chistes de señoros. Esos chistes son como los de mariquitas, tiran de estereotipo y cultivan el escándalo, pero el personaje habla como Arévalo.

La machotada escandaliza hoy a un sector del público tanto como el amaneramiento a las señoras de Noche de Fiesta, pero suponer que toda la gente se ríe porque odia es vivir en un mundo paranoico. El paranoico piensa que todos hablan mal de él y murmuran en su contra. Vive siempre asustado entre la risa de los otros. De nuevo estoy utilizando un estereotipo, así que, si eres paranoico, no te sientas ofendido. Darse por aludido es una de las cosas en las que más hemos avanzado.

Hay quien considera que la época de Arévalo era muy atrasada. Será atrasada en ciertas cosas. Coged todas las novelas publicadas en España entre 1975 y 1999 y comparad con las que se publicaron entre 2000 y 2020. No sé si un país donde Corazón tan blanco es superventas se puede considerar exactamente atrasado. En ciertos ámbitos, como la lectura, igual los gangosos somos nosotros.

La gente vivía su risa en tiempos de Arévalo con menos desconfianza hacia la risa del vecino. Al matrimonio igualitario de Zapatero llegamos por un camino empedrado de chistes de mariquitas. A alguna gente le harían daño, pero tanto daño no debieron hacer cuando fuimos, a la vez, ese país jacarandoso y faltón, y pioneros en devolver a los gais los derechos que el prejuicio les había arrebatado.

Ahora Arévalo descansa en paz y también, felizmente, aquellos prejuicios. Sus tumbas, a mi juicio, están muy lejos entre sí. Le mando un abrazo a toda su familia y amigos, y a todos los personajes de sus chistes.

Se ha muerto Arévalo y hay gente que dice que se alegra. ¡Sigue siendo España un país de reírse a mala leche, como en los monólogos de Gila!

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