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Santiago Posteguillo se la juega: 900 páginas para contar el inicio de la guerra de las Galias
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Habrá novelas de Julio César hasta 2031

Santiago Posteguillo se la juega: 900 páginas para contar el inicio de la guerra de las Galias

El escritor presenta en las ruinas de Bibracte (Francia) 'Maldita Roma', el segundo tomo de su gran saga de seis libros sobre Julio César en el que aparecen Espartaco, los piratas y hasta el nacimiento de Cleopatra

Foto: Santiago Posteguillo, en las ruinas de la antigua ciudad gala de Bibracte. (Asís Ayerbe)
Santiago Posteguillo, en las ruinas de la antigua ciudad gala de Bibracte. (Asís Ayerbe)

La ciudad de Bibracte, en la Borgoña francesa, hoy ya no existe, pero en varios kilómetros a la redonda de allí tuvo lugar una de las más fieras batallas entre romanos y galos que desencadenó la guerra de las Galias en el año 58 a.C. Hoy solo quedan ruinas de la que fuera una ciudad gala (celta) a la que Julio César acudió un par de veces para prestar ayuda a sus aliados heudos y luchar contra los helvecios del general Divicón, conformándose así como uno de los grandes militares de la historia. Quedan también la niebla y el bosque. Y queda la magia a la que te puede transportar la literatura, como ha hecho Santiago Posteguillo en su nueva novela, Maldita Roma (Ediciones B), que narra, a través de 900 páginas, el inicio de esta famosa guerra, y que marca la segunda parte de la saga de seis libros en la que el autor valenciano se ha embarcado para contarnos la vida del dictador romano.

"La Galia está dividida en tres partes: Aquitania, los celtas y los belgas". Así comienza el famoso libro de Julio César sobre esta guerra que cambió las fronteras de Roma y también las fuerzas políticas que pugnarían por el poder en el inminente imperio. Y empezó a escribirlo en esta ciudad de Bibracte en la que Posteguillo ha querido presentar este nuevo tomo que, además de toda la parte bélica, también nos cuenta la rebelión del esclavo Espartaco, que puso en verdaderas dificultades a Roma, el nacimiento de Cleopatra y la visita a la capital junto a su padre en su niñez, la presencia de los piratas en el Mediterráneo, hasta que los romanos consiguen convertirlo en el Mare Nostrum, y el ascenso político de Julio César con el triunvirato que le unió a Pompeyo y Craso y que no estuvo nunca exento de intrigas y desconfianzas, como ocurre hoy con las coaliciones, deja caer el autor sin dar nombres.

En total, 18 años de la vida del político y militar que, en el tomo primero, Roma soy yo, se había quedado como un joven abogado luchando contra sátrapas y corruptos. Maldita Roma es marca de la casa Posteguillo: mucho dinamismo en las batallas y la inmersión en la vida política, militar y cotidiana romana. "Lo que yo pretendo es contar lo conocido desde lo desconocido", apunta el escritor. Quizá la clave de su éxito, ya que estamos ante uno de los autores que más venden ahora mismo en España.

Foto: El escritor Santiago Posteguillo ante la Rotonda de Galerio, del siglo IV d. C., en Tesalónica (Grecia). (Asis Ayerbe)

"Esta es una novela de inflexión. Julio César parte sin tener ningún poder político ni económico y llega a ser cónsul y uno de los tres hombres más poderosos de Roma. He metido un acelerón para poder llegar a las partes más intensas de su vida", reflexiona el escritor desde un hotel en el pueblo de Chalon-sur-Saone, donde se desarrolla la entrevista.

Posteguillo ha querido adentrarse en el campo militar con la batalla de Bibracte, pero también en otro en el que tienen lugar muchas refriegas: el político. Aquí ya nos encontramos con un Julio César que va mostrando sus artes y sus dotes comunicativas, que son las que defiende Posteguillo, más que su imagen de populista y manipulador que nos ha llegado. "Él sabía que manipular a un lado influye en el resto del engranaje. Eso sigue siendo así hoy en día, pero no creo que fuera un manipulador, sino que era un gran comunicador. Lo hacía muy bien para conseguir sus objetivos políticos. Era un gran orador que sabía influir en la gente", comenta el autor.

Además, tampoco cree que fuera un gran mentiroso. "No, yo creo que era más coherente que el político medio de hoy en día. Acostumbrados a políticos que incumplen su programa electoral o lo mal cumplen, él presentó su reforma agraria el primer día que fue elegido. La mentira está ahora en política mucho más que antes. Es de un nivel de una desfachatez tal que yo vivo en la perplejidad. Y yo creo que es porque somos una sociedad adormecida que acepta cualquier cosa. No deberíamos aceptar eso y no deberíamos premiar ciertas cosas".

placeholder Posteguillo, en las ruinas de Bibracte. (Asís Ayerbe)
Posteguillo, en las ruinas de Bibracte. (Asís Ayerbe)

Ya en Roma soy yo, el escritor justificaba muchas de las acciones de Julio César. Por ejemplo, para él no es un genocida, puesto que señala que no se puede aplicar el contexto del presente a hechos pasados, aunque sí acepta que "a medida que empieza a tener poder, surgen sombras". Le fastidian enormemente el presentismo y "la revisión ideologizada del personaje". "Por ejemplo, la República romana no es para nada como la del siglo XX. No podemos llamar liberadores a los que asesinaron a César porque eso es ideologizar el pasado. Eso al final es una manipulación del conocimiento histórico y así acabamos cambiando el título de Diez negritos, de Agatha Christie, o corregimos a Roald Dahl", refrenda.

Para él, si hay que achacar algún error a Julio César, es "la magnanimidad en la victoria". "Perdonó la vida a sus enemigos de la guerra civil. Por eso, no se puede decir que es un dictador, un genocida y un tirano como los del siglo XX. Comparte características, pero no era igual. Si no hubiera perdonado a sus enemigos, hubiera muerto de viejo", manifiesta. Julio César murió asesinado por Bruto en Roma —quien por cierto era el hijo de su amante Servilia, que también aparece en esta novela— en el año 44 a.C., a los 66 años de edad. Y nunca llegó a ser emperador (aunque todavía hay quien lo confunde), sino que lo sería su sobrino nieto adoptivo Augusto, quien, por cierto, trasladó la ciudad de Bibracte a Autun, en terreno más llano, y que hoy sigue existiendo con su teatro romano, su catedral románica y el liceo en el que estudiaron los hermanos Bonaparte.

Política presente y pasada

Lo que paradójicamente ocurre con las novelas de Posteguillo, y así lo sugiere el propio autor, es que muchos de los hechos que sucedieron en el pasado también se pueden observar en el presente. "Es que hoy hay poco nuevo bajo el sol. Lo nuevo es tecnología", señala. Por ejemplo, él, que es profesor en la universidad aunque ahora esté en excedencia, observa cómo las generaciones más jóvenes "no están escuchando a las generaciones anteriores. Y los gobernantes jóvenes no quieren aprender de los mayores". Eso cambiaría, según él, si se impulsara un sistema educativo "con valor supremo para el esfuerzo, el reconocimiento de ese esfuerzo y la adquisición de capacidad crítica. Eso y seguir reforzando la mejor herramienta que tenemos en las democracias occidentales, que es la separación de poderes. Tenemos que seguir luchando por la utopía", como hizo Julio César.

El escritor se muestra muy crítico con la política actual, porque cree que "hay políticos que juegan a mantenernos en la incultura" y le enerva que "quieran que la Historia sea una materia optativa. Es todo una manipulación para que la gente no tenga capacidad crítica. Yo estoy harto de los políticos, de un signo y de otro, que dicen que van a dar dinero a la investigación y nunca lo hacen. Pero esta tropa de qué va. Hay una élite política que no tiene interés en que la gente tenga capacidad crítica con el sistema a todos los niveles".

Le enerva que "quieran que la Historia sea una materia optativa. Es todo una manipulación para que la gente no tenga capacidad crítica"

Le queda su faceta como novelista. Como autor que ha llegado a miles de lectores y que incluso hace algunos años ganó el Planeta con Yo, Julia (luego cambió al grupo rival, en una operación editorial muy llamativa), lo que también disparó su presencia en librerías. A él todavía le sigue sorprendiendo el éxito y nunca se figuró que fuera a ser así. Pero ahora lo aprovecha para que los lectores, "además de pasárselo bien, aprendan cosas desde una perspectiva humanista, y se planteen cuestiones sociales y políticas. Quiero promover la reflexión", asegura.

En esta nueva novela, el lector vadeará por esos primeros enfrentamientos con los helvecios antes de que todos los galos se unan bajo la égida de Vercingétorix —eso ya será la tercera novela—, se adentrará en casas e instituciones romanas e irá de la mano de Julio César en todas esas intrigas políticas. Y aún queda mucha tela que cortar. Posteguillo avisa: más o menos hasta 2031 no acabará su historia con el político.

La ciudad de Bibracte, en la Borgoña francesa, hoy ya no existe, pero en varios kilómetros a la redonda de allí tuvo lugar una de las más fieras batallas entre romanos y galos que desencadenó la guerra de las Galias en el año 58 a.C. Hoy solo quedan ruinas de la que fuera una ciudad gala (celta) a la que Julio César acudió un par de veces para prestar ayuda a sus aliados heudos y luchar contra los helvecios del general Divicón, conformándose así como uno de los grandes militares de la historia. Quedan también la niebla y el bosque. Y queda la magia a la que te puede transportar la literatura, como ha hecho Santiago Posteguillo en su nueva novela, Maldita Roma (Ediciones B), que narra, a través de 900 páginas, el inicio de esta famosa guerra, y que marca la segunda parte de la saga de seis libros en la que el autor valenciano se ha embarcado para contarnos la vida del dictador romano.

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