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Cuando Rumanía cambió judíos por cerdos (y más tarde directamente por dólares)
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Cuando Rumanía cambió judíos por cerdos (y más tarde directamente por dólares)

La periodista francesa Sonia Devillers relata en el estremecedor ensayo 'Los exportados' cómo el régimen comunista rumano se enriqueció canjeando a sus ciudadanos judíos por ganado y por dinero

Foto: Un grupo de migrantes judíos de origen rumano se dirigen a Israel en un imagen sin fechar del siglo XX. (Getty/Corbis/David Rubinger)
Un grupo de migrantes judíos de origen rumano se dirigen a Israel en un imagen sin fechar del siglo XX. (Getty/Corbis/David Rubinger)

El 19 de diciembre de 1961, al filo de las 19.00 horas, cargados en total con ocho maletas y un baúl, los rumanos Harry y Gabriela llegaron junto a sus dos hijas adolescentes, Lena y Marina, a la estación Este de París. Huían de Bucarest, de la asfixiante presión a la que les sometía el régimen comunista por el hecho de ser judíos. Judíos no practicantes, pero judíos al fin y al cabo.

Para conseguir escapar de Rumanía, de donde entonces no podía salir absolutamente nadie, esa familia tuvo que pagar un dineral a un intermediario, se endeudó de por vida para lograr cruzar el telón de acero. Pero lo que ni ellos mismos sabían era que en realidad el estado rumano había comerciado con ellos: los había canjeado por cerdos. Cerdos, sí. Cer-dos.

placeholder Portada de 'Los exportados', de la periodista francesa Sonia Devillers.
Portada de 'Los exportados', de la periodista francesa Sonia Devillers.

Se trata de una historia tan desconocida como aterradora. Se resume en una frase: durante años y años, el estado rumano se enriqueció vendiendo a sus ciudadanos judíos. Primero, en la década de los 50, cambió judíos por ganado. Posteriormente, ya entrados los años 60, directamente se puso a vender judíos a cambio de dólares.

La periodista francesa Sonia Devillers (Les Lilas, 1975) es quien se ha encargado de desempolvar ahora esa repugnante historia de tráfico masivo de seres humanos, de judíos, en el corazón de Europa, que empezó solo 15 años después de la II Guerra Mundial. Lo hace en Los exportados, un libro estremecedor que mezcla historia con memoria, que fue recibido en 2022 con grandes elogios en Francia y que ahora ve la luz en España de la mano de la editorial Impedimenta. Un ensayo que nace de la investigación de Devillers sobre su propia familia —Harry y Gabriela eran sus abuelos, Marina es su madre y Lena su tía— y que supone una crónica descarnada del antisemitismo en Rumanía.

Un país cuyas universidades no admitían en los años 30 a estudiante judíos. Un país que en 1941 fue escenario de un pogromo salvaje en el que numerosos judíos fueron detenidos en masa, torturados, llevados a un bosque, obligados allí a desnudarse y acribillados a balazos sobre la nieve. Un país que fue el primer brazo armado de los nazis en el este, su aliado más celoso. "Ningún país, con la excepción de Alemania, participó de forma tan masiva en el asesinato de judíos. (…) La manera en la que los rumanos llevaron a cabo sus operaciones (de matanza) evoca escenas que no tienen equivalente en la Europa del Este", sostiene el historiador Raul Hillberg en La destrucción de los judíos europeos.

placeholder Vista de las lápidas de judíos rumanos que murieron combatiendo por Rumanía en la I Guerra Mundial, en el cementerio judío de Iasi. (EFE / Paul Palencsar)
Vista de las lápidas de judíos rumanos que murieron combatiendo por Rumanía en la I Guerra Mundial, en el cementerio judío de Iasi. (EFE / Paul Palencsar)

Rumanía rompió en 1944 con la Alemania nazi. Y en 1947, los comunistas tomaron el poder a través de un golpe de Estado. Los fascistas, como era de esperar, trataron de atenuar la responsabilidad de Rumanía en los ataques a judíos. "Pero también los comunistas se sumaron a ese negacionismo, porque un país comunista no podía tener sobre su conciencia el genocidio judío", sentencia Devillers.

Al final, el relato que se impuso fue el de los últimos nueve meses de la guerra, que presentaba a Rumanía como un país al servicio de la libertad que había luchado hombro con hombro junto a los soviéticos y a los aliados.

Harry y Gabriela, los abuelos maternos de Devillers, abrazaron entusiastas la llegada al poder en Rumanía del partido comunista, contagiados por el deseo de construir una nueva sociedad. Escalaron posiciones velozmente, porque el partido fue colocando a sus miembros más leales en puestos clave.

Nuevas purgas

Pero aquello no duró mucho. En 1957, las purgas de judíos se reanudaron en Rumanía. Funcionarios judíos fueron detenidos y condenados a penas importantes por malversación, mientras el régimen decretaba el cierre arbitrario de consultorios médicos, tiendas y talleres propiedad de judíos.

Los judíos, ante esa situación, empezaron a abandonar en masa el país. Con el beneplácito inicial del régimen comunista, que estaba encantado de librarse de ellos. Pero pronto empezaron a ser hordas los que trataban de salir, con la subsiguiente mala imagen que eso suponía para Rumanía, así que miles de permisos de salida que habían sido concedidos fueron revocados.

La presión antisemita aumentaba, y llegó el día en que le tocó a Gabriela. Se lanzaron acusaciones absurdas contra ella y fue expulsada en el acto del Partido Comunista Rumano. La posición de su marido, Harry, no tardó mucho en convertirse también en insostenible: fue degradado a un puesto subalterno y acabó siendo expulsado del Partido Comunista. En poco tiempo, alrededor de la familia se generó un gran vacío. Y el dinero no tardó en empezar a escasear. Decidieron que tenían que abandonar Rumanía.

placeholder La periodista francesa Sonia Devillers, autora de 'Los exportados'.
La periodista francesa Sonia Devillers, autora de 'Los exportados'.

La riquísima familia de una amiga suya que ya había logrado abandonar Rumanía y establecerse en París se ofreció a pagar para que también ellos pudieran escapar del país. Harry y Gabriela se pusieron entonces en contacto con Henry Jacober, el tipo que podía arreglar que salieran de Rumanía, un hombre con pasaporte británico que cobraba muy caro, pero del que se decía que era de fiar: pedía un anticipo para empezar a operar y no exigía el resto del dinero hasta que la persona en cuestión llegaba a occidente.

Jacober se dedicaba inicialmente a suministrar al régimen rumano semillas, bestias de carga, ganado de alta calidad importado de Brasil y Nueva Zelanda, cámaras frigoríficas y otros equipos. Pero a finales de los años 50 Rumanía estaba en la ruina. La colectivización de la economía a manos del régimen comunista había sido un sonoro fracaso, en especial en el sector de la agricultura y la ganadería. En 1957, por ejemplo, el viceprimer ministro rumano Alexander Moghioros ordenó el exterminio de todos los caballos de Rumanía. Decía que consumían demasiada avena y privaban al ganado de alimento, pero, sobre todo, se quejaba de que impedían la industrialización del campo. Había entonces más de un millón de caballos en el país. Por puro delirio dogmático, fueron asesinados entre 500.000 y 800.000.

Rumanía consentiría la salida de judíos y permitiría a Jacober organizarlo todo y lucrarse

Las autoridades estaban decididas a introducir ganado extranjero en su territorio, pero no tenían forma de pagarlo. Jacober y Marcu, un alto funcionario rumano, idearon en 1958 un sistema de trueque beneficioso para las dos partes: Rumanía consentiría la salida de judíos y permitiría a Jacober organizarlo todo y lucrarse. A cambio de los judíos, Jacober entregaría a Rumanía cerdos, bueyes, gallinas, ovejas y pavos.

La cosa funcionaba así: el comerciante, ahora convertido en traficante de seres humanos, elaboraba listas de ciudadanos a los que sacar del país y se las entregaba a Marcu, quien a su vez las enviaba a Bucarest. Cada lista de nombres iba acompañada del lote de ganado que el estado rumano recibiría a cambio de autorizar su salida.

"Diez lechones daneses, 1 verraco landrace danés de 10 meses, 2 toros cebú africanos, 4 vacas cebú, 2 toros jersey, 10 vacas jersey, 2 toros frisones, 10 vacas frisonas, 80 cerdas landrace inglesas, 10 verracos ingleses", se lee en un informe enviado por la embajada de Rumanía en Londres al ministerio de Exteriores en Bucarest, y que Sonia Devillers reproduce en Los exportados. A cambio de ese ganado, figuran los nombres y edades de las 23 personas autorizadas a salir de Rumanía.

placeholder David Ben Gurion en 1948 leyendo la declaración de independencia del estado de Israel. (EFE/Israeli Government Press Office)
David Ben Gurion en 1948 leyendo la declaración de independencia del estado de Israel. (EFE/Israeli Government Press Office)

El sistema de canje de judíos por ganado se institucionalizó en la década de los 60. Y recibió un nuevo impulso en 1961, cuando un agente del Mossad llamado Shaike Dan le contó al primer ministro israelí, David Ben-Gurión, como Jacober estaba consiguiendo sacar a miles de judíos de Rumanía. Propuso llegar a acuerdos con él, y así se hizo.

Jacober logró que las autoridades rumanas aceptaran colaborar con Israel. A cambio de los primeros 500 judíos que logró sacar del país rumbo a Israel, Rumanía recibió una granja de pollos totalmente automatizada en Peris, un pequeño pueblo al norte de Bucarest. Gheorghiu-Dej, predecesor de Ceaucescu, se quedó tan impresionado que encargó otras cinco granjas más. El número de los judíos que abandonaban Rumanía aumentó entonces considerablemente.

placeholder Nicolás Ceaucescu. (CC/André Cros)
Nicolás Ceaucescu. (CC/André Cros)

Al llegar en 1965 Ceaucescu al poder, se quedó horrorizado al enterarse de ese comercio del que solo la cúpula del estado estaba al corriente, así que puso fin al macabro intercambio. Pero dos años después volvió a reanudarse el negocio. Con una importante modificación: los visados de salida de los judíos dejaron de canjearse por ganado y granjas y empezaron a pagarse directamente en dólares. Tras la muerte de Jacober en 1975, Rumanía pasó a tratar directamente con los israelíes. “Dos agentes se reunían en diversas embajadas europeas bajo la fachada de reuniones diplomáticas. Uno llegaba con una lista de judíos autorizados a emigrar, el otro llevaba una Samsonite (¡los rumanos exigían una Samsonite!) repleta de billetes. El precio de un judío en Rumanía oscilaba entre los 2.000 y los 50.000 dólares”, escribe Sonia Devillers.

Un agente llegaba con una lista de judíos autorizados a emigrar, el otro llevaba una Samsonite repleta de billetes

Solo en 1987 se hizo público ese ignominioso comercio. Fue cuando el general de dos estrellas Ion Mihai Pacepa, jefe del servicio de inteligencia exterior rumano, desertó y le contó al mundo el canje de judíos por cerdos primero y por dólares después en el libro Horizontes rojos. Aun así, la historia que narraba era tan terrorífica que el mundo no le creyó: los más importantes periódicos europeos no se hicieron eco de la historia porque les parecía imposible que fuera verdad.

Los exportados, fruto de una profunda investigación, vuelve a poner bajo los focos esa realidad tan brutal como desconocida. Y una advertencia para quienes les pueda resultar tentador establecer un paralelismo entre Oskar Schindler, el industrial alemán que mantuvo buenas relaciones con los nazis y que salvó a 1.200 judíos durante la II Guerra Mundial, elaborando listas de hombres y mujeres indispensables para el funcionamiento sus fábricas, y Jacober, él mismo un judío nacionalizado británico. Jacober solo ayudó a salir de Rumanía a los ricos, a los judíos que tenían dinero para pagar.

El 19 de diciembre de 1961, al filo de las 19.00 horas, cargados en total con ocho maletas y un baúl, los rumanos Harry y Gabriela llegaron junto a sus dos hijas adolescentes, Lena y Marina, a la estación Este de París. Huían de Bucarest, de la asfixiante presión a la que les sometía el régimen comunista por el hecho de ser judíos. Judíos no practicantes, pero judíos al fin y al cabo.

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