No pienses en la amnistía a Puigdemont, ¡mira estos estudiantes salidos!

Viernes. A las nueve de la mañana, un amigo riojano me manda una noticia pequeñita sobre un grupo de estudiantes varones de segundo de carrera que hablan como un grupo de estudiantes varones de segundo de carrera cuando nadie les oye. Resulta que alguna ratilla del grupo de WhatsApp ha filtrado toda la conversación llena de machistadas y burradas a los medios locales.

Le digo a mi amigo riojano: verás cuando se entere Àngels Barceló. Y pongo La Ser y ya está Barceló contándolo en clave de amenaza nacional. ¡No, no soy un mago! Soy un descreído que está atento al baile de cortinas de humo mientras Sánchez decide si darle a Carles Puigdemont la amnistía.

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Unos estudiantes en celo dicen burradas mientras un obseso del poder con una sed tremenda de siete escaños se plantea ponernos a todos mirando a Waterloo y coloca al poder judicial donde Puigdemont lo quería: en la ilegitimidad de facto. ¿Cuál de las dos cosas es una noticia?

Las ministras y ministros en funciones han pasado una semana muy mala porque los periodistas inquirían por el temita de la amnistía. Ante la pregunta directa, saltaban con el automático. Vicepresidenta Ribera: "más allá de justicia o no justicia, yo creo que este punto de encuentro con vosotros tenía por finalidad bla, bla". Vicepresidenta Calviño: "mire, es que no es una cuestión que se suscite, y además una pregunta hipotética, yo creo que bla, bla". Y así todos.

"Un obseso del poder con una sed tremenda de siete escaños se plantea ponernos a todos mirando a Waterloo"

Lectura: a estas mentes preclaras les falta todavía conocer la decisión orgánica para fingir, ante los periodistas y el público, que tienen una opinión sólida sobre esa amnistía que hace unos meses negaban como imposible. Es decir: necesitan tiempo. Y ¿cómo darle tiempo a un montón de robots cargando la actualización? Muy fácil: un escandalito, a poder ser machista. Eso vende.

Ahora que lo de Jenni Hermoso y Rubiales empieza a quedarse demodé, les servía cualquier cosa llamativa por nimia que fuera, con tal de que el votante no pase los próximos días pensando que le están volviendo a robar la cartera. ¿Cartas amenazantes con tipografía Times New Roman? ¿Balas metidas en sobres? Me juego la vida a que varios planes de distracción quedaron en espera por si funcionaba lo de La Rioja.

Pero esperad, esperad, porque mi capacidad para ver el futuro no se limita a haberle anticipado a un riojano lo que Àngels Barceló iba a decir en la radio, sino que va mucho más allá. Una vez que entiendes la lógica de estas cosas, todo es previsible. De pronto se abrían dos universos paralelos. En uno, la gente no se lo tragaba y seguía con sus cosas. En otro, lo de La Rioja se convertía en noticia más allá de La Ser. Es decir, se convertía en lo más importante del mundo, a la altura de las tetas de Amaral, como mínimo.

De haberse dado el segundo escenario, el de España versus Los Estudiantes Salidos, la batería de monsergas completa que habríamos oído por tierra, mar y aire, hubiera sido esta:

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"La conversación de WhatsApp es un claro ejemplo de cultura de la violación". "Hace falta más feminismo en la escuela, posiblemente algún comité de crisis lo tenga que valorar". "Vox y los youtubers fachas han galvanizado estas actitudes misóginas". "¿Futuros maestros hablando así de las mujeres? Que los expulsen de la carrera de magisterio". "Existe una pirámide del machismo que conecta directamente estos mensajes con Laura Palmer metida en una bolsa de plástico". "Urge poner énfasis en la formación con perspectiva de género en todos los ámbitos". "El porno, el porno es lo que está detrás de todo esto". "Una concentración con muchas cosas moradas en Logroño no estaría de más". "Eres parte del problema por negar que esto sea un problema".

Y a ese tertuliano calvo que no ha condenado el pecado con suficiente vigor en Telecinco, al que se veía dubitativo, azotes digitales hasta que sangre.

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Buf, hubiera sido fantástico. Y se intentó. Pero, por el momento (ya viernes por la noche), parece que no ha funcionado. Sí, Montero ha retuiteado a Barceló, y la cohorte de mamelucos ha enarbolado algunos de los argumentos previstos en los párrafos de arriba, pero dado que los pobres estudiantes estaban expedientados desde las once de la mañana por una conversación privada, supongo que porque el rector, calvo como Rubiales, no quería convertirse en el centro de las iras ministeriales, la cosa no ha volado.

Sobre el castigo a los alumnos cabezas de turco de una fallida operación de despiste, una sola cosa diré. En realidad, al único del grupo de WhatsApp que tendrían que castigar es al que lo ha filtrado a la prensa.

En fin, no importa. Todavía puede rebufarse la cosa porque Twitter hace milagros, pero si este intento termina de caer, sin duda tendremos otro del estilo. De modo que, ¡cuidado, estudiantes, con lo que publicáis en las próximas horas! Pedro Sánchez está a punto de ofrecer una amnistía a un prófugo de la justicia que cree que recibió un mandato de la votación ilegal del 1 de octubre de 2017, y cualquier cosa que digáis puede ser usada en vuestra contra.

Se trata de dar tiempo a las máquinas de propaganda oficialista para preparar su batería de justificaciones. Y mejor si pueden decir, de paso, que solo un gobierno de progreso y feminista nos librará de todos los Rubiales y los estudiantes del mal, pese a que las violaciones han aumentado desde que gobiernan, y no se atreven a averiguar por qué. De modo que, ¡cuidado, estudiantes, barrenderos, taxistas! ¡Ni la más mínima palabra hasta que la amnistía se haya consumado y Pedro Sánchez esté gobernando España!