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La región donde nadie se queda a estudiar: "No tenían la carrera que yo quería"
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Más de la mitad se marchan

La región donde nadie se queda a estudiar: "No tenían la carrera que yo quería"

La Rioja es la comunidad autónoma que más alumnos residentes tiene matriculados fuera de su región, especialmente en Ciencias de la Salud, de los que solo se quedan el 6%

Foto: Estudiantes de EBAU en Logroño. (EFE/Raquel Manzanares)
Estudiantes de EBAU en Logroño. (EFE/Raquel Manzanares)
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Cuando a Arturo le llegó el momento de decidir si quedarse a estudiar en La Rioja o irse fuera, no lo dudó. Con su vocación por las matemáticas, salió disparado a Madrid. Tenía ganas de experimentar el ambiente de una gran ciudad, con múltiples propuestas culturales y diversidad y, ahora que está terminando la carrera, no se arrepiente de su elección. "Me ha cambiado la vida".

A diferencia de Arturo, Mar habría preferido quedarse en La Rioja si hubiese podido. Ella quería estudiar Publicidad y Relaciones Públicas, pero allí "no la tenían", cuenta. Por eso, acabó cursando la carrera en País Vasco. Lo mismo les ha pasado a muchas de sus amigas. "La mayoría se han ido a estudiar fuera porque no tenían allí la carrera".

Como Arturo o Mar hay cada año cerca de 4.000 estudiantes riojanos. Según los datos del Ministerio de Universidades, solo el 36% de los de esta comunidad autónoma matriculados en algún grado universitario estudiaron en una universidad presencial de La Rioja en el curso 2020-2021. Todos los demás cursaron sus estudios fuera de la región. Estas cifras convierten a La Rioja en el sitio de España donde menos estudiantes se quedan cuando empiezan la carrera.

Parte del fenómeno se explica porque "la demanda está condicionada por la oferta", según Albert Corominas, miembro del Observatorio del Sistema Universitario (SIU). En La Rioja, la propuesta de carreras no es abundante. En total, suma 16 grados, sin contar los dobles grados ni los grados combinados con títulos técnicos superiores. Además, todos los ofrece la única universidad presencial que tiene la comunidad, la Universidad de La Rioja, que es pública.

La propuesta de grados se concentra en torno a las carreras de ciencias sociales y las ingenierías. En este sentido, también existe cierto nivel de retroalimentación en el sistema. Al final, el tejido laboral de la comunidad es otro de los factores que potencia esas especialidades. La Rioja cuenta con muchas pequeñas y medianas empresas, y los estudios en sociales y jurídicas preparan a los jóvenes tanto para tomar el mando del negocio familiar como para adentrarse en un modelo de trabajo dominante, apunta Sergio Andrés Cabello, sociólogo educativo y riojano. La industria de la automoción, que es tradicional en la región, es una salida que también llama a la población estudiantil riojana, y es la segunda rama donde más matriculados hay, junto con las sociales y jurídicas, donde menos se van fuera.

"La mayoría de mis amigas se han ido a estudiar fuera porque no tenían allí la carrera"

El producto estrella de La Rioja es el vino, y desde la universidad también se hace hincapié en fomentar el estudio de la vinicultura, según explica Cabello. A esto se añade el interés que existe por la profesión educativa, que siempre ha estado presente en el modelo de enseñanza, comenta el sociólogo. El grado en Educación Primaria es el que más proporción de alumnos tiene, ronda los 600 matriculados.

Pero, en el otro lado de la balanza, brillan por su ausencia los grados en salud. De hecho, la Universidad de la Rioja ofrece un único grado dedicado a esta rama: el de Enfermería. Recientemente, se ha construido una facultad para impartir las clases de esta carrera. El resto de opciones que entran dentro de las ciencias de la salud se quedan fuera, literalmente.

A quien quiera estudiar presencialmente Medicina, Fisioterapia o cualquier otra carrera del ámbito de la salud que no sea Enfermería, no le queda otra que acudir a las universidades de otras comunidades. Por eso, en el curso 2020-2021, solo un 6% de los riojanos que estudiaban Ciencias de la Salud estaba matriculado en la región. El resto, probaron suerte emigrando a otras comunidades autónomas, como Castilla y León, donde fueron el 20% de los alumnos. Otros destinos destacados ese curso fueron Madrid, Aragón, País Vasco o Navarra. Toda esa cantidad de alumnos de salud que se marchan contribuye a que la media de estudiantes que se quedan baje. De los más de 6.500 riojanos que cursaron un grado el curso 2020-2021, el 16% estudiaron una carrera del ámbito de la salud, un porcentaje que se repite otros cursos.

La modalidad 'online' también es una alternativa. Aunque estos cursos son por ordenador y el Ministerio de Universidades no las tiene en cuenta en la base de datos donde está la información de la residencia habitual de los estudiantes, una institución universitaria que vende una enseñanza de este tipo ha echado raíces en la comunidad. Si un estudiante riojano quiere estudiar Psicología o Nutrición, puede solicitar plaza en la UNIR, la universidad en internet, que es privada y tiene su sede en La Rioja. Ese detalle juega a su favor en los momentos de examinarse, ya que pueden hacerlo sin tener que desplazarse.

Con todo, las dimensiones de La Rioja también juegan un papel en la desbandada. "Hay estudiantes de poblaciones que colindan con otras regiones que les pillan más a mano", explica Cabello. Un ejemplo es la localidad de Haro, al noreste de la región riojana. Su ubicación en el mapa la coloca a la misma distancia de Logroño que de Vitoria.

Es entonces cuando entra en juego su posición estratégica en el territorio español. Comparado con La Rioja, que cuenta con una sola universidad presencial, en territorios vecinos, el número de universidades es mayor y también lo es la oferta disponible. Por ejemplo, en la Universidad del País Vasco, la cantidad de grados asciende hasta 70. En ellos se pueden encontrar desde Bellas Artes y Periodismo hasta Ciencia de Datos.

Los que no se han ido

Los riojanos que se quedan han demostrado tener otras prioridades de cara al futuro, además de perseguir una profesión o querer explorar otros horizontes. Para algunos pesa más dónde estudiar que lo que estudiar, y una característica que comparten más de la mitad de los alumnos de la Universidad de La Rioja es precisamente que esa era la universidad a la que querían ir. Además, en una encuesta que realizó propia universidad a sus estudiantes a finales de 2020, un 27% alegó que la razón por la que la escogieron fue porque estaba cerca. "La mayoría de la gente ha estudiado lo que quería y donde quería", resume Cabello. Aunque Arturo se ha marchado, conoce a gente con la que estudió en el colegio y que se han quedado en la comunidad riojana porque se sentían cómodos allí y no eran forofos de las grandes ciudades ni los tumultos de gente.

No todos los que se quedan, sin embargo, lo hacen por gusto. Imanol, que estudia Historia y Geografía en la Universidad de La Rioja, no tenía como objetivo acabar donde está. "Siempre había pensado en la Universidad Complutense de Madrid, pero mi familia me recomendaba estudiar aquí porque económicamente era mejor". Él sí que podía elegir entre quedarse o irse, porque el grado que buscaba era uno de los que figuraba en la lista de la universidad riojana. Pero, en su caso, fue el dinero el que acabó eligiendo por él. "Económicamente hablando, era un gasto inútil ir ahí". Para él, poder estudiar en su comunidad fue una piedra en el camino, ya que no le ha permitido disfrutar de la gran ciudad ni del ambiente universitario como le hubiera gustado. Echando la vista atrás, se arrepiente de no haberlo hecho. "Ojalá haberme ido, sinceramente", confiesa, y por eso es algo que planea hacer en el futuro.

"Mi familia me recomendaba estudiar aquí porque económicamente era mejor"

Para quienes no les queda otra que irse fuera si quieren estudiar lo que les gusta, el poder adquisitivo de las familias riojanas no suele ser un problema. En el estudio que realizó la universidad también se ve que el porcentaje de alumnos que afirma no haber podido estudiar lo que quería por no poder costearse el precio de abandonar su región es escaso, aunque el Cabello matiza que sí que había casos. En parte, las becas contribuyen a que así sea. En el caso de Mar, ella ha podido hacer frente a los gastos gracias a ellas, comenta.

La posibilidad de ofertar grados inexistentes, como el de Medicina, en la universidad de la comunidad para satisfacer esa demanda se ha planteado. Pero hasta ahora no ha sido posible por dos motivos. Por un lado, como señala Vera Sacristán, miembro del SIU, está la dificultad por ser una comunidad con menos recursos. Las carreras de Ciencias de la Salud requieren equipamiento especializado que hay que costear. Con todo, podría ser asumible si se consiguieran llenar los grados con una cantidad de alumnos que lo hicieran rentable, pero desde la universidad, comenta Cabello, no han percibido que la demanda alcance el ratio necesario para ello. Este debate, añade el sociólogo miembro de la universidad, no ha surgido con otros grados como Periodismo.

Eso no quita que gente de otras comunidades no venga a realizar sus estudios universitarios a la tierra del vino. Del total de alumnos que acogió la Universidad de La Rioja en 2020-2021, solo el 67% eran residentes de allí. Los demás procedían de territorios cercanos, especialmente de Navarra.

Irse para no volver

La regla general es que, aunque los alumnos cursen sus estudios en otra comunidad, "lo normal en nuestro país es que piensen en volver", señala Sacristán, y esto, en territorios donde no hay grandes ciudades, es un problema. "Los que vuelven se encuentran con la situación de que no pueden ejercer su cualificación en su territorio", explica Cabello, el sociólogo educativo riojano.

También las intenciones profesionales de cada uno pueden llevar a emprender un camino de no retorno. Como estudiante riojana de Educación Social en Burgos, Leyre no quiere cerrarse a las posibilidades que otros territorios del mundo pueden brindarle. "Me gustaría conocer la situación social en otros países fuera de Europa". Aunque no tiene claro a dónde le llevarán esas aspiraciones que tiene por su profesión, sí sabe una cosa: "No creo que mi lugar esté en el pueblo donde me crie". Eso no implica que vaya a rehusar de su hogar. De hecho, ve esta situación como una manera de no cansarse de él. "Me gusta volver a casa, y me gusta echarlo de menos para volver con más ganas".

"No creo que mi lugar esté en el pueblo donde me crie"

Así, la ambición laboral lleva a algunos estudiantes como Leyre a tener que renunciar a la idea de regresar a casa una vez terminan de estudiar en favor del desarrollo de su carrera profesional, ya que a veces "sus oportunidades profesionales están en las grandes ciudades", explica Cabello. Eso, puntualiza el sociólogo, no quiere decir que conseguirlo sea fácil. Algunos vuelven aun así, pero se resignan a tener que trabajar en puestos para los que la cualificación necesaria es más baja de la que tienen.

Otros, sin embargo, tienen claro que su futuro no está en La Rioja, y la razón no tiene nada que ver con los estudios ni las oportunidades. Tras su decisión de quedarse allí a estudiar en la universidad, Imanol ya tiene la cabeza puesta en marcharse. "Cuando acabe el grado aquí, me plantearé irme fuera", cuenta. "Me gustan las ciudades grandes, con gente de todo tipo, y aquí siempre son las mismas personas, y me aburre", añade.

Un país más de letras

Además de decidir el lugar donde uno quiere estudiar, llega un momento en la vida escolar en que los alumnos deben elegir un camino: las ciencias, las letras o las artes. Esta decisión los sitúa en un bando que será difícil abandonar. De letras o de ciencias, creatividad o lógica. Son los dos grandes grupos que dividen a la comunidad estudiantil. La ramificación persiste en el ámbito universitario, donde los alumnos estudian carreras científicas o se inclinan más por el mundo artístico o de la palabra.

En España, hay más de lo segundo, según los datos del Ministerio de Universidades. La suma de letras y artes es mayoritaria en casi todas las comunidades autónomas. Esto significa que más de la mitad de los estudiantes se matriculan en carreras de las ramas de Ciencias Sociales y Jurídicas o de Artes y Humanidades, y dejan las ciencias y las carreras más técnicas en clara minoría. Las dos regiones isleñas, Baleares y Canarias, son las que más porcentaje de estudiantes de este grupo tienen. Estos datos del ministerio tienen en cuenta no la región donde los alumnos deciden estudiar, sino donde tienen su residencia habitual u origen, y solo de aquellos que estudian una titulación presencial.

En el mapa de las áreas de conocimiento preferidas según la procedencia de los estudiantes solo hay una excepción a la regla, y es precisamente en la tierra que inspiró las aventuras de uno de los personajes icónicos de la literatura española: Castilla-La Mancha. Allí, la diferencia entre ambos mundos llegó a ser de más de 10 puntos, inclinándose por las ramas de ciencias. Partiendo de ahí, cada comunidad es un mundo. Las particularidades de sus gentes se pueden ver en multitud de ámbitos, y también en el de la selección de los estudios. Según la región, hay más alumnos estudiando algunos tipos de ramas de estudio que otras.

En general, la rama de Ciencias Sociales y Jurídicas es la que más matrículas acapara, y llega en todas, excepto en Castilla-La Mancha, a representar más del 40% de alumnos matriculados. País Vasco tiene la mayor proporción, seguida de Baleares.

El papel de la universidad privada

Salvo en casos excepcionales como el de La Rioja, la oferta que tienen las universidades públicas de cada comunidad es más equilibrada. "Suelen ofrecer estudios en todas las ramas; es un servicio público", explica Corominas. Los centros privados incrementan la oferta universitaria y, aunque la oferta de grados de Ciencias Jurídicas y Sociales es amplia en la pública, también tiene recorrido en la privada.

Foto: Pruebas de la evaluación para el acceso a la universidad de 2021. (EFE/Javier Cebollada)

Pero su presencia es más relevante en Ciencias de la Salud. La propuesta pública de estas carreras no es suficiente para cubrir la demanda, cuenta el miembro del SIU, especialmente por las altas notas de corte que se suelen pedir y que dejan a estudiantes sin poder acceder al grado que querían estudiar. Algunos centros privados, comenta, aprovechan esa demanda que queda sin cubrirse para montar su negocio universitario.

La demanda de grados en instituciones privadas alcanza altos ratios en algunas comunidades. En Navarra, el 54% de los estudiantes del curso 2020-2021 que estaban en alguna de las universidades presenciales de la comunidad estaban matriculados en una institución privada. Aunque en menor medida, otras comunidades con los porcentajes más altos son el País Vasco (28%), Murcia (26%), y Madrid (24%).

Hasta el curso pasado, según los datos del ministerio, había seis comunidades que no tenían universidades privadas presenciales: Asturias, Baleares, Castilla-La Mancha, Extremadura, La Rioja y Galicia. Esta última ha salido de la lista este mismo año, cuando ha visto la luz como universidad privada la existente institución Cesuga, antes adscrita a una universidad pública, además de la apertura de la Universidad Intercontinental de la Empresa, también de carácter privado.

Cuando a Arturo le llegó el momento de decidir si quedarse a estudiar en La Rioja o irse fuera, no lo dudó. Con su vocación por las matemáticas, salió disparado a Madrid. Tenía ganas de experimentar el ambiente de una gran ciudad, con múltiples propuestas culturales y diversidad y, ahora que está terminando la carrera, no se arrepiente de su elección. "Me ha cambiado la vida".

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