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Reina Beyoncé: así se ha convertido una niña prodigio sureña en la diva absoluta del R&B
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65.ª EDICIÓN DE LOS GRAMMY

Reina Beyoncé: así se ha convertido una niña prodigio sureña en la diva absoluta del R&B

En la 65ª edición de los Grammy, celebrada en la madrugada de este lunes, la cantante texana ha ganado su trigesimosegunda estatuilla, convirtiéndose en la artista con más Grammys de la historia

Foto: Beyoncé en la gala de los Grammy de este domingo. (Reuters)
Beyoncé en la gala de los Grammy de este domingo. (Reuters)

Queen B, la reina Beyoncé, soberana del rhythm & blues más popero, emperatriz de las listas de éxitos, se ha coronado en la madrugada de este lunes al convertirse en la artista (en el artista, en general) con más Grammys de la historia desde que los galardones que otorga la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación de Estados Unidos empezaron en 1959 a reconocer los mejores discos del año. 32 estatuillas desde que en 2001 subió por primera vez al estrado de los ganadores a recoger los frutos de Say My Name, éxito imprescindible y omnipresente de principios del milenio. Lo hizo como integrante del trío Destiny's Child, laboratorio de pruebas para lo que después se convirtió en una carrera en solitario hasta la cima, no solo de la música negra, sino de la música sin adjetivos restrictivos. El resto, como dicen, es historia.

Lo sentimos por Rosalía, orgullo patrio y ganadora este año del Grammy a mejor álbum latino independiente, pero la noche fue de la abeja maesa, a pesar de que el premio gordo, el de mejor álbum del año, se lo llevó entre abucheos tuiteros de robo Harry Styles, que no dejó que la entronización fuera del todo redonda. "Esto no le suele pasar a gente como yo", agradeció el exintegrante de One Direction, mientras las redes bramaban "tongo": "Perdona que esté en desacuerdo, Harry. A los hombres blancos mediocres se les pinta más atractivos y se les reconoce y premia por delante de mujeres negras maravillosas con un talento excepcional como Beyoncé todos los días. Y una prueba es este premio a mejor álbum del año", ha resumido una de los muchos tuiteros contrariados.

placeholder Beyoncé ha ganado el Grammy a Mejor disco de 'dance' electrónico. (Reuters)
Beyoncé ha ganado el Grammy a Mejor disco de 'dance' electrónico. (Reuters)

A Beyoncé no le ha hecho falta renacer, aunque su último álbum en solitario, por el que ha ganado cuatro Grammys se titule Renaissance. Su séptimo disco de estudio, que tuvo 179 millones de reproducciones en la primera semana —lo de la venta de discos ya no es métrica válida—, es un trabajo conceptual de 16 canciones que explotan su lado bailable a la vez que honran la cultura negra y con las que ha conseguido el beneplácito de la crítica musical, cada día más irrelevante. En la prestigiosa revista musical Pitchfork, calificaron Renaissance con un nueve: "No es solo el disco de dance inmaculado de una estrella del pop, sino la celebración de la música de club y su sudoroso espíritu emancipatorio". El favor de los fans y de los medios, que es el que cuenta, no solo lo conserva, sino que va en aumento.

Un premio es ya algo irrisorio frente a una carrera que la ha destacado como la gran diva del pop destinada a sustituir en perennidad a la mismísima Madonna. En las últimas décadas, muchas cantantes-performers han intentado desbancarla, pero ninguna ha podido con esta antigua niña prodigio —prodigio entendido dentro de los parámetros del entretenimiento— que desde los siete años se propuso ser artista. A cabezonería, parece, tampoco se la puede ganar. Nacida el 4 de septiembre de 1981 en Houston, Texas, Beyoncé, que, como las grandes, no necesita apellido, es también el resultado de un esquema empresarial familiar totalmente engrasado para lanzarla al estrellato: madre, Tina, dueña de una peluquería; padre, Matthew, ejecutivo de ventas de la marca Xerox, la de las impresoras. No debió de ser fácil para una familia negra de clase media en el sur de Estados Unidos, donde el matrimonio interracial, por poner un ejemplo, no fue legal hasta 1967. Aun así, negro no significa pobre, como ha hecho ver en varias entrevistas, negándose a una falsa historia de superación, de esas que encandilan al público estadounidense. "No era pobre de pequeña. Fui a una escuela privada y teníamos una casa bonita, coches, servicio. No es que hiciese esto [actuar] porque no tenía otra opción o para ayudar económicamente a la familia o porque tuviese que escapar de una mala situación. Simplemente, tenía determinación porque esto es lo que más quería hacer en el mundo", contó en una entrevista a Vanity Fair.

Desde que tuvo capacidad de bailar y cantar al mismo tiempo, Beyoncé empezó a participar en concursos de talentos. Sus padres, que vieron la joya en bruto que tenían en casa, formaron el grupo Girls Tyme —que más tarde se convirtió en Destiny's Child—, que apareció en el programa de televisión Star Search. Al ver que la niña tenía potencial para ganarse la vida en el showbusiness, su padre se convirtió en su mánager y empezó a enseñarle cómo comportarse frente a los medios de comunicación, mientras su madre se encargó de diseñar sus estilismos, algo que hizo durante gran parte de su carrera. "Beyoncé formaba parte de un grupo. Como mánager, tenía el deber fiduciario de tratar las carreras de todas las integrantes de la misma manera. A veces, esa manera no era necesariamente la mejor para Beyoncé", explicó Matthew Knowles en una entrevista en 2018. Lo cierto es que las otras integrantes del grupo, Kelly Rowland, LeToya Luckett y LaTavia Roberson, siempre estuvieron de comparsa de la protagonista, Beyoncé. Es más, Matthew Knowles borró los nombres de Roberson y Luckett de los créditos del primer gran éxito de la formación, Say My Name.

En febrero de 2000, lanzaron el vídeo de Say My Name, con las voces de Luckett y Roberson, pero con las imágenes de Michelle Williams y Farrah Franklin. Las agraviadas presentaron una demanda por incumplimiento de contrato, difamación y fraude que se resolvió dos años más tarde con un acuerdo económico. "Odio que la gente me diga que dejé a las Destiny's Child. ¿Por qué iba a dejar a las Destiny's Child? No me fui. Fue una decisión que se tomó sin mí", lamentó Luckett en una entrevista en Entertainment Tonight en 2017. Con Survivor, las Destiny's Child —con la nueva formación— consiguieron firmar un himno generacional que todavía hoy rompe las pistas, pero tres cabezas son demasiadas para una corona... y llegó el momento de que Beyoncé volase sola.

placeholder Destiny's Child en una imagen promocional de principios de los 2000.
Destiny's Child en una imagen promocional de principios de los 2000.

Han pasado 20 años desde que Beyoncé decidió lanzarse en solitario con Dangerously in Love, un trabajo con el que vendió siete millones de copias y ganó cinco Grammys más. Con 22 años se destacó como la estrella con más proyección del momento. Y los augurios se han cumplido. Ahora, con 40, no hay más cima que en la que está ella. Desde 2001 mantiene, además, una relación sentimental y profesional con el productor de música urbana más importante del planeta: Jay Z. De ella, el productor dice: "Lo estudia todo, todo tipo de música. Es increíble la cantidad de sonidos que puede escuchar y memorizar. Tiene un oído prodigioso para la música; sabe si quien toca está en bemol, en tiempo, afinado... Se lo sabe todo al dedillo". Crazy in Love —donde cantan juntos— es uno de los temas más icónicos de la cantante, que, a lo largo de sus más de tres décadas de carrera, acumula unos cuantos.

A sus 40 años ha recibido 88 nominaciones al Grammy y, con sus 32 victorias, ha superado al director de orquesta húngaro Georg Solti, quien ostentaba el récord de victorias hasta este pasado sábado. Su última estatuilla la ganó en 1998, un año después de su muerte. Este cambio sucesorio es, en cierta manera, el resumen de los cambios que ha experimentado la industria de la música en los últimos años: al hombre blanco europeo representante de la música clásica lo sustituye una mujer afro que homenajea en su último disco a la cultura negra, a la comunidad queer y al espíritu del clubbing. Y lo que le queda de reinado.

Queen B, la reina Beyoncé, soberana del rhythm & blues más popero, emperatriz de las listas de éxitos, se ha coronado en la madrugada de este lunes al convertirse en la artista (en el artista, en general) con más Grammys de la historia desde que los galardones que otorga la Academia Nacional de Artes y Ciencias de la Grabación de Estados Unidos empezaron en 1959 a reconocer los mejores discos del año. 32 estatuillas desde que en 2001 subió por primera vez al estrado de los ganadores a recoger los frutos de Say My Name, éxito imprescindible y omnipresente de principios del milenio. Lo hizo como integrante del trío Destiny's Child, laboratorio de pruebas para lo que después se convirtió en una carrera en solitario hasta la cima, no solo de la música negra, sino de la música sin adjetivos restrictivos. El resto, como dicen, es historia.

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