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A la caza de los libros más raros del mundo: así se consigue la primera edición de la 'Enciclopedia'
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A la caza de los libros más raros del mundo: así se consigue la primera edición de la 'Enciclopedia'

Reunir los tomos de la obra de Diderot y D'Alembert en sus primeras impresiones es algo casi imposible y difícil de encontrar. Estos libreros españoles lo han conseguido

Foto: Primera edición de la 'Enciclopedia'. (Andarto)
Primera edición de la 'Enciclopedia'. (Andarto)

La historia encontró en la ‘Enciclopedia’ de Diderot y D’Alembert el símbolo perfecto de la Ilustración. La mayor odisea editorial del Siglo de las Luces comenzó, en realidad, con el proyecto de traducir la ‘Cyclopedia’ británica en dos volúmenes. Y culminó en el afán de reunir todo el conocimiento científico, técnico, artístico y filosófico disponible hasta la época en 72.000 entradas, 28 volúmenes originales. Se publicaron entre 1751 y 1772, a demanda de miles de suscriptores atraídos por el revuelo: Diderot, D’Alembert, Rousseau o Voltaire, junto a otros cientos de enciclopedistas, rompieron con su proyecto las primeras costuras del Antiguo Régimen.

En más de 20 años de publicación de los volúmenes, hubo encarcelaciones, exilios y la censura real, que obligó al tozudo Denis Diderot a culminar su proyecto en clandestinidad. Así, en secreto, culminó el gran símbolo de la Ilustración, que un día fue tan solo un objeto. Llegó a las estanterías del siglo XVIII “con los regios lomos estampados en oro, oliendo suavemente a piel y a excelente papel”, según la descripción del historiador Philipp Blom.

Foto: Grabado de un taller de impresión publicado en la 'Enciclopedia' de Diderot (s. XVIII) Opinión

Su clandestinidad, la cantidad de años que tardó en publicarse y las falsificaciones que circularon después hacen de la tarea de reunir una primera edición completa de la ‘Enciclopedia’ algo casi imposible. Encontrar todos los tomos que llegaron a los primeros suscriptores de la obra de Diderot es una quimera para el bibliófilo. La mayoría de colecciones se componen de volúmenes dispersos o mezclas de distintas ediciones. “Hay que tomarse mucho tiempo para poder decir en voz alta que se posee una primera edición de la ‘Enciclopedia’”, opinan desde Andarto B., donde guardan este tesoro casi único en el mundo con un precio de 58.000 euros.

El ejemplar apareció en Portugal y provenía de la biblioteca de Joaquim José Ferreira Gordo (1758-1838), quien fue director de la Biblioteca pública da Corte (actualmente Biblioteca nacional de Portugal). No se sabe con seguridad quién fue el primer propietario de los volúmenes, cuándo ni cómo se compraron. De las manos de Ferreira pasó a las de Francisco de Almada Quadros Sousa e Lencastre (1818-1853), un noble portugués. La primera edición que guardan los libreros de Andarto B., afincados en Pamplona, conserva todas sus páginas salvo una lámina y un grabado.

placeholder Lomos de la primera edición de la 'Enciclopedia'. (Andarto)
Lomos de la primera edición de la 'Enciclopedia'. (Andarto)

“Los bibliófilos o coleccionistas son muy puntillosos, pero las bibliotecas, lógicamente, no lo son tanto”, explican desde Andarto. “Por eso se conservan muchos ejemplares desperdigados, pero es casi imposible saber de qué edición son”. La ‘Enciclopedia’ de Diderot y D’Alembert, además de publicarse a lo largo de dos décadas, se hizo en varias emisiones por la cantidad de suscriptores que tuvo el proyecto en toda Europa. “No se lleva un registro de las erratas, ni de las manchas o de las marcas que tienen los libros. Esos son elementos que ayudan a saber cuándo fueron impresos”.

Los libreros explican que, cuando recibieron el aviso de que una posible primera edición se encontraba en Portugal, solo existía una forma de comprobar su autenticidad: comparándola con el único ejemplar del mundo completo y acreditado de todos los volúmenes en su primera emisión, que se encuentra en la Biblioteca Mazarino, en París. “Con ese ejemplar cotejamos que el nuestro se trata de una primera edición completa, y además descubrimos que el primer volumen es de una segunda emisión que se hizo para quienes se suscribieron un poco más tarde”.

Foto: 'Retrato de Denis Diderot' (1767), de Louis-Michel van Loo

Los libros antiguos -y caros- tienen un componente de fetiche para su comprador. El origen del ejemplar, la edición e incluso sus anteriores propietarios pueden convertir una colección de papeles ajados en un tesoro de varios miles de euros. No son pocos los ejemplos. En 2013, Bill Gates pagó 23 millones de euros por un manuscrito de Leonardo Da Vinci. Una sola página de la Biblia impresa por Gutenberg puede costar decenas de miles de euros. El precio de una primera edición de ‘Orgullo y prejuicio’ asciende a los 50.000. Y el año pasado, una primera edición de ‘Harry Potter y la piedra filosofal’ se subastó en Reino Unido por 79.000 euros.

Como en todo mercado de valores simbólicos y leyendas, los libreros se protegen de estafas y falsificaciones. Y el secreto, como explican desde Andarto, está en detalles que parecen insignificantes: “El proceso de cotejar es lo más complejo, hay que dedicarle mucho tiempo para hacer las cosas bien”, explican. “Se debe comparar con ejemplares estudiados que ya existan en las instituciones. Hay que averiguar cuántas páginas, ilustraciones o grabados tienen las ediciones para saber que se trata de un ejemplar verdadero. Los que nos los tomamos muy en serio, damos información hasta de las manchas y marcas que tienen los libros”.

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En libros anteriores a 1830, como la primera edición de la ‘Enciclopedia’, hasta las erratas sirven para identificar su impresión. “No existía una imprenta mecánica, sino que se fabricaba una plancha para una página, que servía para las demás. Eso hacía que, si la composición de la página tenía una errata, alguna letra descolocada, una palabra alterada o un margen un poco más estrecho, estos detalles se repetían en los demás ejemplares. Eso da mucha información y puede llegar a enrarecer y encarecer mucho el libro”.

‘Cazadores’ de libros extraños

Los dos socios que componen Andarto B. van en busca de libros e impresos raros, antiguos, curiosos y de difícil consecución. En casas familiares, bibliotecas, subastas… A veces, como en el caso de la ‘Enciclopedia’, reciben avisos de ejemplares extraordinarios, aunque reconocen que internet facilita mucho la búsqueda. “Este es un mercado que puede parecer muy hermético al profano, pero la red ha mejorado las cosas”.

“Se lleva años diciendo que el papel van a desaparecer. Nosotros no lo creemos, pero sí es cierto que los libros físicos no tienen el valor que tenían antes. Y el número de libros antiguos que se conservan son cada vez menos. Siguen destruyéndose, perdiéndose en desvanes, quemándose en incendios o, en el mejor de los casos, conservándose en instituciones públicas”, opinan los libreros. “Eso hace que el aficionado que disponga de suficientes recursos busque lo que más le gusta. Nosotros nos dirigimos a ese mercado. Vamos a subastas por todo el mundo, recibimos avisos o nos llaman familias que no saben qué hacer con sus bibliotecas”.

placeholder El libro prohibido. (Andarto)
El libro prohibido. (Andarto)

Uno de los títulos más raros que encontraron estos dos libreros es el único conocido que se conserva en el mundo. Se trata de un libro de doctrina y oraciones de mediados del siglo XVI, que fue prohibido en el primer índice del inquisidor general Fernando de Valdés. La mayor parte de los ejemplares de aquella lista de 700 títulos ardieron por orden de la Inquisición, considerando que podrían incitar a la herejía. Y el que nos ocupa se creía perdido para siempre, hasta que estos libreros lo encontraron en una subasta de Alemania. “Al principio no teníamos nada claro qué era ni qué podía ser, pero lo compramos. Después de estudiarlo mucho tiempo, descubrimos que era un ejemplar de un libro que se creía perdido. Se había impreso en Medina del Campo hace casi 500 años. Afortunadamente, ese libro está ahora en la Biblioteca Nacional”.

Los libreros explican que este oficio comenzó por su interés en la historia de las ideas. Porque existen distintas maneras de entender las grandes mentes: en sus obras, en los manuales de texto o en las páginas que un día escribieron y pasaron por sus manos. Las erratas, las marcas, las anotaciones o la correspondencia… En esos detalles, aseguran en Andarto B., también puede encontrarse la huella de los grandes descubrimientos de la humanidad.

Foto: Nuzul quran celebration during ramadan in malaysia Opinión

“Hay un ejemplo muy gracioso de un médico italiano a principios del siglo XVII, Marcello Malpighi. Fue uno de los anatomistas que tuvo la fortuna de trabajar al mismo tiempo que apareció el microscopio. Así que Malpighi comenzó a estudiar los pulmones y fue el primero en descubrir que la sangre pasaba por ellos. O sea, que se recuperaba oxígeno a través de ellos y así se alimentaba la sangre”, cuentan los libreros.

Entre las páginas del libro se escondía una carta que uno de sus discípulos, un médico más joven que era amigo suyo, envió a Malpighi. “En ella le echaba la bronca porque decía que tenía que dar cuenta inmediatamente de sus descubrimientos, en lugar de contarlos por ahí de viva voz a sus colegas. Temía que ellos se apropiaran de la idea, la publicaran y se llevaran toda la fama. Estamos hablando del siglo XVII y se ve que la actitud de los investigadores científicos era muy similar a la actual. Este tipo de cosas parecen detalles tontos, pero revelan que las grandes mentes de la historia tenían los mismos valores, los mismos errores y las mismas inquietudes que nosotros. Y solo las encuentra quien mira los libros con atención”.

La historia encontró en la ‘Enciclopedia’ de Diderot y D’Alembert el símbolo perfecto de la Ilustración. La mayor odisea editorial del Siglo de las Luces comenzó, en realidad, con el proyecto de traducir la ‘Cyclopedia’ británica en dos volúmenes. Y culminó en el afán de reunir todo el conocimiento científico, técnico, artístico y filosófico disponible hasta la época en 72.000 entradas, 28 volúmenes originales. Se publicaron entre 1751 y 1772, a demanda de miles de suscriptores atraídos por el revuelo: Diderot, D’Alembert, Rousseau o Voltaire, junto a otros cientos de enciclopedistas, rompieron con su proyecto las primeras costuras del Antiguo Régimen.

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