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Del 5 al 14 de octubre de 1582: los días que nunca existieron
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Del 5 al 14 de octubre de 1582: los días que nunca existieron

Periférica celebra sus primeros 15 años de vida con un audaz e hilarante almanaque de Didier da Silva que canoniza la serendipia y que recuerda que la muerte está en todas partes

Foto: Detalle de la portada del libro.
Detalle de la portada del libro.

"6:10 de la mañana. Día claro", anotó en su cuaderno el verdugo Anatole Deibler el 25 de febrero de 1922, una vez hubo decapitado a Désiré Landru. Tres cuartos de hora antes, cuando el capellán de la prisión de Versalles le preguntó si creía en Dios, este le contestó: "Señor párroco, estoy a punto de morir y usted se pone a jugar a las adivinanzas". El pasaje entrecomillado forma parte de un almanaque muy original, ameno y divertido que ha escrito Didier da Silva y que ha publicado la editorial Periférica con el título 'La noche del 4 al 15', un periodo magnífico de la historia porque corresponde a los 12 días en blanco que transcurrieron sin transcurrir entre el 5 y el 14 de octubre de 1582.

Fue cuando el papa Gregorio XIII dispuso y predispuso el salto del calendario juliano al gregoriano. Quiere decirse —debe decirse— que la medida pontificia sacrificó un breve y misterioso periodo de la historia que ha servido a Didier da Silva de pretexto para escribir él mismo un calendario de efemérides repasando los 365 días del año. Y escogiendo arbitrariamente acontecimientos mayores y anécdotas menores, noticias luctuosas y nacimientos ilustres, proezas memorables y fracasos extraordinarios, mezquindades, casualidades insólitas y desgracias extravagantes. Una crónica de la Humanidad que apenas supera las 200 páginas y que, no aspirando a nada, termina contándolo todo.

placeholder 'La noche del 4 al 15'. (Periférica)
'La noche del 4 al 15'. (Periférica)

Se trataría de llevar al extremo el principio de la serendipia, cuya definición semántica merece atribuirse al ingenio de Horace Walpole. Recuerda Didier da Silva que el escritor aristócrata nació el 24 de septiembre de 1717. Y define la serendipia como un hallazgo casual, “es decir, la capacidad o el hecho de encontrar algo distinto a lo que perseguíamos, de acoger con beneplácito y sagacidad lo que el azar, siempre tan locuaz, nos puede sugerir, dispuestos a cambiar por completo de idea”.

La mejor literatura

El azar ha relacionado la publicación del almanaque de Da Silva con los 15 años de vida de la editorial Periférica. Un libro de efemérides celebra una efeméride editorial. Y aporta originalidad al patrimonio e idiosincrasia de una 'casa' que ha enriquecido la vida cultural española, no solo desde el esmero con que edita los libros, sino desde la propagación de la mejor literatura. El mejor ejemplo 'nacional' es el de Vicente Valero, cuyas 'entregas' de orfebrería y de sensibilidad relucen en el catálogo de Periférica tanto como pueda hacerlo a título retrospectivo el hallazgo de Thomas Wolfe (1900-1937). Ha resultado asombroso descubrir las novelas cortas de un escritor tan largo, tan original y tan impresionista, entre el lirismo y la angustia existencial.

Foto: El emperador Otto III en la bóveda de la tumba de Carlomagno (Fuente: iStock)

Menos en serio se toma a sí mismo Didier da Silva (Bouches-du-Rhone, 1973), pero semejante ejercicio de desdramatización repercute en las travesuras instructivas de 'La noche del 4 al 15'. Una crónica de la Humanidad que parece concebida desde la centralita de un antiguo telefonista. O desde la cabeza de un controlador aéreo. O desde el centro neurálgico del metro de Londres. Porque el autor organiza conexiones inverosímiles y establece paralelismos más o menos disparatados, aunque no discrimina los episodios históricos ineludibles. Ni el hundimiento del Titanic ni la muerte de Beethoven. Ni la agonía de los antiguos faraones. Ni la coincidencia que precipitó el fallecimiento de Antonioni ('El silencio') y Bergman ('La noche') un 30 de julio.

Es esta una crónica de la Humanidad que parece concebida en la centralita de un viejo telefonista

“Porque la muerte está en todas partes”, escribe Da Silva en una solemne admonición, "de modo que toda superstición carece de fundamento. Esto es fácil de entender y, sin embargo, escrutamos, escrutamos, ávidamente los signos, las señales". Lo hace él mismo, desentendiéndose de su propia reflexión. Y atisba en cualquier fecha casualidades inexcusables. Por ejemplo, el 28 de septiembre. Aquel día, el destino arponeó a dos 'H. M.', Herman Melville y Harpo Marx. Nacieron, para compensar, Mastroianni y Bardot, “que es lo mismo que decir que nacen M. M. y B. B. Seguramente esto sea señal de algo”.

Premeditada o casualmente, Hitler es el personaje histórico que más aparece en el almanaque del tiempo perdido. No todo son acontecimientos memorables. Hay días en los que no sucede nada, como el 21 de junio. El inicio del verano, “es decir, la temporada baja”. Y el día en que vino al mundo Michel Platini, aunque el jugador predilecto de Da Silva es Da Silva. Serendipia.

Foto: Ilustración del emperador Julio César (Fuente: iStock)

“Por desgracia, no tengo ningún parentesco con Leonidas da Silva, apodado Diamante Negro, un futbolista nacido en Río el 6 de septiembre de 1913, célebre por haber impuesto la técnica de la chilena y que, una noche de junio, durante la Copa del Mundo de 1938, por decirlo de algún modo, al borde del abismo, porque se había pasado el día entero lloviendo y sus zapatillas empapadas pesaban una tonelada, en un césped tan estrasburgués como cenagoso, se descalzó a pesar de la prohibición del árbitro y marcó tres goles frente a Polonia. Ojalá tuviéramos semejante gracia”.

Es un melómano irremediable y schubertiano Da Silva. Su almanaque más bien parece una enciclopedia musical encubierta, de Gesualdo a Stravinsky, aunque también trascienden otras debilidades particulares, entre Sorkin y 'Star Trek', del mismo modo que el libro traslada una fascinación hacia los grandes descubridores, los pequeños descubrimientos y las noticias atroces, muchas de ellas verificadas y verificables en la gran impostura de la Navidad. El Ku Klux Klan nació el 24 de diciembre. Chaplin y Robert Walser murieron el 25.

"6:10 de la mañana. Día claro", anotó en su cuaderno el verdugo Anatole Deibler el 25 de febrero de 1922, una vez hubo decapitado a Désiré Landru. Tres cuartos de hora antes, cuando el capellán de la prisión de Versalles le preguntó si creía en Dios, este le contestó: "Señor párroco, estoy a punto de morir y usted se pone a jugar a las adivinanzas". El pasaje entrecomillado forma parte de un almanaque muy original, ameno y divertido que ha escrito Didier da Silva y que ha publicado la editorial Periférica con el título 'La noche del 4 al 15', un periodo magnífico de la historia porque corresponde a los 12 días en blanco que transcurrieron sin transcurrir entre el 5 y el 14 de octubre de 1582.

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